sábado, diciembre 18, 2010

Dieciséis

Si el año pasado dije que mi vida había dado un giro totalmente inesperado, en éste puedo decir que lo inesperado ha sido lo común de cada día. Han pasado muchas cosas que no había creído posibles (buenas y malas) y, cómo no, he crecido un poquito más como persona. Durante estos doce meses he luchado, sonreído, amado, sido feliz, olvidada, más tarde animada, me he sentido querida, he gritado de alegría, he vuelto a amar pero, sobre todo, me he sentido yo, cosa que no es fácil aunque lo parezca. En muchos aspectos puede decirse que el 2010 ha sido no mi año, sino nuestro año. Porque si a alguien tengo que agradecerle que haya sido tan maravilloso es a ellas, a las de siempre, a mis amigas. Las siento más cerca que nunca y eso, querido lector... eso es algo irremplazable.


¿Mi vida durante estos doce meses? Realmente si me remonto a hace seis meses, era totalmente distinta a lo que es ahora. Yo fui distinta y la gente que me rodeaba (exceptuándolas a ellas) también lo eran. Gente se ha marchado, gente ha regresado. Regresado de un modo totalmente distinto. Otros ninguna de ambas, sino que han desaparecido. Así, como suena. Pum. De un plumazo. Pero si algo tengo claro es que me alegro infinitamente de que sea así pues si ha pasado será por algo.

Hoy tengo un año más. Dieciséis. No sé qué me deparará este próximo año pero tampoco quiero esforzarme en hacer teorías. Simplemente dejaré que ocurran y ya. Al fin y al cabo es lo que he hecho desde siempre y, en general, me va bien.

Así que me gustaría desearos a todos (a sabiendas de que quizá me adelanto demasiado) un feliz 2011. Porque nunca puedes saber cuándo tu sueño va a convertirse en realidad...

Y quizá éste sea tu año.
lunes, diciembre 06, 2010

Hola, soy el tipo de post del que puedes pasar y continuar viviendo sin problemas

He reescrito esta entrada cuatro veces. Desde el principio hasta el final. Cuatro textos que he borrado sin pestañear. Sobre mi estado actual, sobre mierdas de sentimientos y reflexiones sobre a quién le importas y a quién no. Mierdas de las mías, vamos.
¿Por qué las he borrado? Estoy harta de leerme a mí misma siempre dándole vueltas a lo mismo sin llegar a una maldita conclusión.
¿Por qué Kurt Cobain? Porque es irremplazable.
Estoy haciendo un vídeo. Otra de mis mierdas pero esta vez no escrita. Tratando de expresar todo mejor. En primera persona, con voz y todo eso. Deseadme suerte, miedo me da lo que salga.
No tengo mucho que decir. Añadí alguna cosa aquí a la derecha y tal. Prometo post decente en los próximos días, que hace tiempo que no hago honor a LDG. Gracias por pasaros.
domingo, noviembre 21, 2010

Lo superfluo no es eterno


Me gusta cerrar los ojos. Porque cuando lo hago todo se apaga un instante, dos, todos los que quiera. Las cosas siguen sucediendo pero yo no las veo. ¿Acto cobarde? Probablemente. Me desentiendo y ya. Me hago la tonta y ya. Me niego a verlo y ya. Cierro los ojos, y ya. Por eso, muchos no llegan a ver ciertas cosas. O, si las ven, terminan por olvidarlas. Palabras. Momentos. Personas. Las olvidan, y ya. Porque resultan superfluas para ellos. Pero no para mí.

Por todo esto, porque soy ese tipo de personas que se fijan en todo, cierro los ojos. Para, por un segundo, huír a la paz de no ver nada. Desconectar el tiempo necesario y regresar a la realidad. Sin embargo, hoy ha sucedido algo que no esperaba que ocurriera. Algo que me ha cogido totalmente desprevenida. Algo que nunca antes había sucedido.

Porque he cerrado los ojos y te he visto a ti.
domingo, noviembre 14, 2010

Explosión

 
Las notas seguían sonando diabólicamente en mi mente, estrujando mi cerebro, como si quisieran salir de allí y desaparecer por el cielo. Y esas ganas de vivir, que no sabía de dónde habían salido, me impulsaban hacia arriba. Sentía que iba a cambiar, que todo iba a cambiar, porque era imposible que el mundo se detuviera ante aquello. O subíamos, o bajábamos. No había nivel intermedio. Tú con tus dilemas y yo con mis dudas no ibamos más que a explotar, cual bomba de relojería. La explosión fue más dulce de lo que imaginaba: un beso, y nada más. Debajo de nosotros, un mundo boquiabierto aguardaba vernos caer. Sin embargo, sólo subíamos. Cada vez más. Casi me daba vértigo, hasta que me tomaste de la mano y susurraste en mi oído: Blesse, quédate conmigo esta noche. Y lo tuve claro. Que me daba igual lo que hubiera abajo, arriba y más allá, joder, mientras despertara a tu lado.


Cuando cierres los ojos, T.P.
domingo, noviembre 07, 2010

Same soul

A year ago. Algo más pequeña y algo menos idiota. Una sensación. Como la que tienes al estar en un lugar y saber que estás protegido, como si estuvieras en casa. Eso fue lo que sentí. Como si algo dentro de mí supiera que aquello iba a suceder tarde o temprano. Como si hubiera terminado de recopilar un álbum de fotos, de montar un puzzle. El puzzle de mi vida. Ella lo completó.

No suelo encontrar a gente que comparta conmigo demasiados gustos/aficiones, por lo que el simple hecho de que le gustaran cosas que a mí también ya me sorprendió. Es raro cruzarte con alguien durante tres años sin saber cuánto os parecéis. Que, en tan sólo un par de días, hables con esa persona como si la conocieras desde hace mucho tiempo (cosa que tampoco me sucede muy a menudo). Así fue como ocurrió, durante las clases de Francés en las que no teníamos profesor puesto que estaba de baja. Allí comenzó.

Al principio tenía miedo de acercarme a ella: ¿y si no le caía bien? ¿Y si resultaba pesada? ¿Y si, simplemente, no quería que fuera su amiga? Resultan casi infantiles esos pensamientos, pero era lo que me preocupaba. Bastaron dos semanas para comprobar que no, ya que parecía que a ella también le gustaba hablar conmigo. Cada día que pasaba me sorprendía más por cómo era, no sólo por las cosas que nos unían, sino por su forma de ser. Me gustaba escucharla hablar, sabía expresarse bien y llegaba a conclusiones a las que yo siempre había creído que nadie, excepto yo, había llegado. Con ella no me reservaba comentarios que normalmente no hacía por miedo a no ser entendidos, sino que me salían con toda naturalidad. Ella parecía cómoda. Yo también.

Ha desarrollado una capacidad que sólo ella y otra de mis amigas tienen: son las personas con las que me gusta hablar cuando me ocurre algo. Sea lo que sea, me entienden mejor que cualquier otra persona. Me siento totalmente tranquila hablando con ellas, porque sé que sabrán comprenderme, y si no lo intentarán.

Hoy, algo más de un año después, es como si hubiera pasado toda la vida a su lado. Me conoce tanto o más que las personas que llevan a mi lado todo ese tiempo. Su presencia en mi día a día es vital. Creo que no sabe cuánto lo valoro. Su sonrisa provoca la mía. Sus lágrimas, las mías. Y su felicidad siempre será la mía. Realmente no me imagino la vida sin ella. Suelo decírselo muchas veces, que ella es como mi hermana perdida (dato curioso: yo nací el 18 de diciembre y ella el 19, sí, del mismo mes y del mismo año). Pase lo que pase en el futuro, estoy tranquila. Probablemente cada una tome un camino diferente pero que, a su vez, serán el mismo. Porque si nuestros caminos se cruzaron una vez, volverán a hacerlo. Una vez, y otra, y otra. Y no cambiaría por nada que ella haya aparecido en mi vida. Ha hecho que yo siga siendo yo. Me ha recordado que hay muchas cosas en la vida que merecen la pena. Que la montaña no es tan alta si la subes acompañado; que la oscuridad sigue teniendo un encanto único y especial. Por todo eso, mi vida hoy es más apacible. Más placentera. Mucho más fácil.

Te quiero, Azu.
sábado, noviembre 06, 2010

Mañana no será hoy

Me gustaría que me diera igual lo que pase mañana. Y pasado mañana. Me gustaría olvidarme de que quizá haga calor, o que quizá llueva. Que hará un viento de los mil demonios y tendremos que abrigarnos más de lo normal. Que subirá el precio del pan, así que la gente montará algún pollo, como siempre. Que la RAE continuará jodiendo al personal. Que las pequeñas cosas irán mermando. Que, ¿recuerdas?, mañana ya no estará. Que esto no volverá a suceder. Que, probablemente, mañana no será hoy. De hecho, nunca lo será.
Nunca me ha gustado ser tan negativa, pero lo soy. Inevitablemente. Y es curioso que, aunque me duela pensar en todo lo que podrían cambiar las cosas en tan sólo un segundo, sigo como si nada. No es la primera vez que lo hago, y me juego lo que quieras a que tampoco la última en la que acabo destrozada. ¿Heridas de guerra? Las conozco más de lo que puedas imaginar.
lunes, noviembre 01, 2010

Juzgar

Dicho de la persona que tiene autoridad para ello. Deliberar acerca de la culpabilidad de alguien, o de la razón que le asiste en un asunto, y sentenciar lo procedente. Formar opinión sobre algo, o alguien. Afirmar, previa la comparación de dos o más ideas, las relaciones que existen entre ellas. Así lo define la Real Academia Española, y quien me seguía en mi antiguo blog sabe que me gusta hacer alusión a las definiciones que aparecen en el diccionario antes de hablar de algo. A menudo no nos planteamos cuánto nos puede ayudar a reflexionar una simple definición. ¿Alguna vez has probado a buscar lo que el diccionario dice sobre un sentimiento o cualquier cosa que experimentas cierto día? Pruébalo algún día, te sorprenderás. O no, porque quizá es cosa mía que estoy como una cabra y tal.

Volviendo al asunto, llevaba varios días dándole vueltas a esto. A la acción de juzgar; en qué se basa el que lo hace y por qué se toma el derecho de hacerlo. Esta mañana en clase de Filosofía hemos estado hablando acerca del bien y del mal, cómo podemos asegurar que algo esde una forma o de otra, en qué nos apoyamos. La justicia para mí siempre ha sido bastante complicada, en el sentido de que nunca he entendido cómo se toman ciertas decisiones. Puede que muchos confíen en la leyes establecidas en su país o lo que sea, pero lo cierto es que en un lugar del mundo te obligarán a pagar una multa de X cantidad de dinero por un delito que en el otro lado del planeta te fusilarían.



Dejando a un lado el tema de juzgar en el ámbito jurídico, hay otra forma de juzgar que es la que se utiliza más y la que de verdad me interesa. La que hacemos cada día sin darnos cuenta. Porque juzgar, juzgamos todos, a sabiendas o sin darnos cuenta. Y es cuando vuelve mi pregunta: ¿por qué nos permitimos el lujo de hacerlo? En la mayoría de los casos juzgamos a muchas personas sin conocer nada sobre ellas. Juzgamos cuando vemos a un mendigo tirado en la acera pidiendo limosna, porque con tan sólo echarle un vistazo sabemos que es una mala persona, ergo nos apartamos de él. Juzgamos cuando observamos a un hombre vestido de traje cruzando un paso de peatones con un maletín de piel, porque sabemos que es un tío importante, un pez gordo. Eso, o un corrupto cabrón. En ambos casos, alguien a quien se debe respetar. Y, digo yo, ¿tenemos razón? ¿Realmente son así las cosas? ¿Puede ser que, después de todo, el mendigo sea mejor persona que el tipo con traje? ¿Merece pues nuestro respeto? Es más, ¿merece más nuestro respeto que el tipo importante?

Por todo esto, me siento bastante ridícula. Al menos en el sentido de que a veces no he podido evitar juzgar a alguien sólo por algo que he oído (lo cual ni siquiera sé si es verdad), porque ha hecho algo que no me parece bien o que yo no hubiera hecho, o con echarle un simple vistazo (como en el ejemplo que os decía antes). ¿Quién soy yo para juzgar a esa persona? Y es en ese momento cuando empiezo a plantearme otra cosa: si tanto juzgo a los que me rodean, ¿cómo es que todavía no me he juzgado a mí misma?

Así que, un día más, haré la vista gorda. Me meteré debajo de una manta y dejaré que el mundo siga juzgándose. Que me juzguen por ello, porque me da igual. Y entonces, pienso en cosas que no me había planteado jamás. ¿Soy una buena persona? ¿He hecho algo bien en toda mi vida? ¿Debería sentirme avergonzada por todas las malas acciones que he llegado a cometer? ¿O, por el contrario, según cómo se mire, son buenas? ¿Se me concede el cielo o el infierno a día de hoy?

La vida no es más que un crimen ridículo: actúas todo lo bien que puedes, pero siempre acabas haciendo algo, por pequeño que sea, por lo que te tengan que juzgar. Y eso no lo hará ni un tribunal ni nadie parecido, sino tú mismo.
domingo, octubre 10, 2010

Conocerme no es fácil, y tú ya lo has hecho

Me da rabia que de un día para otro puedas parecerme lo mejor en lo que pensar. Que, sin proponértelo siquiera, me des motivos para pasarme las horas recordando varios momentos en los que has estado presente, o haciendo que me plantée cosas que jamás hubiera pensado que podrían pasarme por la cabeza. Me he pasado los meses teniendo algo claro: que no me gustas, que no me podías gustar, que no me atraes y que jamás podía interesarme por ti. Y luego llega mi propia voz diciendo eso de no digas de este agua no beberé, porque el camino es muy largo y puede entrarte sed... Ni siquiera recuerdo dónde la escuché. ¿O la leí? ¿Importa algo eso? Suspiro y vuelvo a echar la cabeza hacia atrás, mirando fijamente el techo y volviendo a recordar. Porque, ¿sabes? Estoy muy quemada. Quemada, en el sentido en el que tú seguramente podrás deducir. Que no ha sido mi mejor día, ni mi mejor semana, mucho menos mi mejor mes. Me conoces más de lo que imaginas: sabes cómo actúo, cómo me expreso, cómo soy y cómo quiero ser, cómo sonrío, cómo parpadeo, cómo observo a los demás, cómo quiero a mis amigos, cómo canto, cómo bailo, o cómo hago la idiota en el segundo menos oportuno. Sin embargo, no sabes todavía muchas cosas. Cómo siento, cómo pienso, cómo decido, cómo invento, cómo desarrollo, cómo deduzco, cómo intimo con la gente, cómo camino bajo cientos de dudas, cómo suelo despertarme o cómo me gusta tomar la leche por las mañanas. Mi "yo" como persona está al alcance de muchos, pero las pequeñas cosas que forman mi vida están reservadas para muy pocos. Nunca me había planteado la idea de que tú fueras uno de ellos. A día de hoy todavía me parece una locura que lo seas. Y sigo sin sentirte en ese grupo al que pocos han entrado. ¿Qué pasará mañana? ¿Y pasado mañana? ¿La semana que viene? ¿El próximo año? Me temo que no tengo respuesta a ninguna de esas preguntas. Lo único que sé es que hoy eres tú el tema principal de cada uno de mis pensamientos, para bien o para mal. Que, joder, demasiadas casualidades. Demasiadas. Odio al destino. Te odio. Me odio. En este momento odio todo. Incluso las casuales miradas que nos cruzamos: no me había dado cuenta de lo fugaces que son...
martes, septiembre 28, 2010

A year ago

La entrada que escribo hoy debía haberla hecho el pasado domingo 26 de septiembre, pero por varios motivos no tuve tiempo de hacerlo. De todas formas, dicen que más vale tarde que nunca.

Para comenzar a hablar del tema de este post -o más bien, de las personas a las que va dirigido- tendría que remontarme exactamente un año atrás. Al 26 de septiembre de 2009. Una tarde de sábado, una película (Sweeney Todd), Aquarius, palomitas, cinco personas y yo. Ahí comenzó todo, nuestra amistad. No tengo palabras para expresar cuánto significan para mí, cuánto les debo y cuánto los quiero. Simplemente, gracias por este año tan maravilloso que me habéis dado. Espero que permanezcáis a mi lado todo el tiempo posible.

Gracias, UL :).

viernes, septiembre 17, 2010

Confesión


El velo de la noche comenzaba a caer lentamente sobre el reino de Moriel. La luz de la luna bañaba los torreones de la mansión Valencourt, que se mantenía silenciosa, ausente, tétrica en algunos aspectos. Ni un susurro, ni un sonido. Sólo silencio.

En el ala oeste, en una de las habitaciones más grandes, se hallaba ella. Contempló su rostro en el reflejo del espejo una vez más. La angustia todavía se podía apreciar bajo sus ojos castaños y el medallón que había pertenecido a su madre parecía palpitar sobre su pecho. ¿Dónde estabas ahora, mamá? Con papá, en algún lugar lejano. Quizá mejor, quizá peor. ¿Por qué te habías ido de mi lado? Nunca sabrías cuánto te iba a necesitar durante el resto de mis días. ¿Había hecho algo mal? En cuyo caso, ¿qué? Y una serie de imágenes y recuerdos asaltaron la mente de Meredith como si de magia se tratara. Una noche, una conversación. La misma habitación en la que se encontraba en esos instantes. Dos personas. Su madre, y ella.


-Dejad de llorar, tesoro.
Meredith alzó la vista hacia la mujer derramando un par de lágrimas por sus mejillas. Era la primera vez que alguien la veía llorar y eso la atemorizaba, la hacía sentir frágil y débil. Todo lo contrario a lo que ella aparentaba ser siempre. Contó hasta diez, lentamente. Luego dejó que su madre limpiara sus lágrimas con un pañuelo de seda y suspiró. ¿Y ahora, qué? ¿Debía o no contarle lo que su padre había hecho? Había pasado toda su vida recibiendo humillaciones de aquél que ante todos se hacía pasar por quien no era, pero aquella mañana había cruzado la raya. La había insultado, desquiciado y despreciado de un modo insoportable delante de todas las doncellas, lacayos y demás trabajadores de la mansión. Ni su madre ni sus hermanos habían estado presentes, por fortuna. Jamás volvería a mirarle a la cara. Jamás volvería a dirigirle la palabra.
Jamás.
Una vez más calmada, la mujer la observó detenidamente, esperando una explicación. Meredith entreabrió los labios y, mostrando de nuevo la actitud de siempre, aseguró:
-No es nada, madre, no debéis preocuparos. A veces una necesita desahogarse de un modo poco corriente.
-Desde luego, destrozar todos vuestros vestidos no es un modo demasiado corriente.
Cientos y cientos de trozos de costosa tela de todos los colores se dispersaban a lo largo de la habitación. Meredith, en un momento de histeria, había hecho pedazos todas y cada una de sus prendas que guardaba en el armario. Y no había sido por casualidad: todos aquellos vestidos habían sido confeccionados por el sastre que su padre había pagado.
-¿Es por eso que lloráis ahora? ¿Os arrepentís? No os sintáis apenada, mañana mismo llamaré al mejor sastre de Moriel para que os haga unos nuevos.
Meredith negó con la cabeza, dando a entender que no era necesario. Se levantó de la cama y paseó por la sala con inquietud. Su madre no lo pasó por alto.
-Dime, Meredith, ¿qué es lo que os hace tan desdichada? -preguntó, despacio. Se aproximó hasta su hija, puso sus finas y delicadas manos sobre los hombros de la joven y le habló con parsimonia-. ¿Qué os mantiene tan intranquila?
Ella titubeó unos segundos y la mujer sonrió.
-Sois todo lo que yo siempre deseé que fuerais. Valiente, luchadora, segura de vos misma. Todavía eres joven, os falta aprender los pequeños detalles que os harán ser una gran mujer. No perdáis jamás la paciencia, mi pequeña Meredith. Y tampoco vuestra sonrisa. Os abrirá muchas puertas, os concederá muchos privilegios con los que otros sólo alcanzarán soñar.
Rodeó a la joven, que la escuchaba con atención, y la tomó de la mano izquierda quedando a espaldas de ella. Frente a las dos, un espejo enorme las observaba. Meredith cayó en la cuenta de que sus ojos estaban enrojecidos. Luego advirtió que su madre continuaba mirándola y al parecer todavía no había terminado de hablar.
-Lo tenéis todo, Meredith. Belleza, talento, poder... Las tres cosas que os harán más reconocida de lo que ya sois en todo Moriel.
La muchacha jugueteó con un par de mechones ondulados mientras observaba fijamente a su reflejo.
-No.
La mujer parpadeó, desconcertada.
-¿Qué queréis decir?
-No lo tengo todo, madre.
Meredith se dio la vuelta y miró con fijeza a la señora Valencourt, que todavía seguía confusa. Decidió no darle más vueltas, ir directa al grano.
-No tengo a mis hermanos.
Algo más aliviada, la mujer esbozó una sonrisa tierna.
-¿Cómo podéis decir eso, Meredith? Claro que los tenéis: tanto Edmond como Nathan se desviven por vos, os cuidan y os protegen como buenos hermanos vuestros que son.
La castaña suspiró entrecerrando los ojos; ya esperaba una respuesta similar. Meredith mordisqueó su labio inferior antes de volver a hablar.
-No me refiero a ese tipo de atenciones, madre. Yo los quiero lejos de una relación fraternal.
Se dio la vuelta y se sentó en la silla, frente al cristal en el que se había observado instantes atrás. Vio como la expresión de su madre se ensombrecía.
-¿Cómo podéis decir algo así?
Meredith sonrió, pues no se avergonzaba de tales sentimientos.
-Es la pura verdad, madre. Vos siempre lo habéis sabido, en el fondo siempre lo adivinasteis, lo sé. No queríais verlo, no obstante, ahí estaba. Yo, vuestra hija predilecta, enamorada de vuestros otros dos hijos.
-¡Son vuestros hermanos! -exclamó-. ¡Vuestros hermanos, Meredith! ¡No podéis verlos como algo más que eso!
-El amor es algo irracional, no entiende de sangre ni de ese tipo de cosas banales que a vos tanto os preocupan. Además, ni siquiera son mis hermanos del todo.
Su madre la observaba totalmente fuera de si.
-No sé cómo os atrevéis siquiera a contarme todo esto...
Cansada de la situación, Meredith se levantó de su asiento y encaró a su madre.
-Os lo cuento porque es lo que siempre he deseado hacer, madre. Y ojalá algún día lo entendáis. Pero no pretendáis que deje de sentir estas cosas por ninguno de ambos porque me privaríais de lo único que me hace sentir viva. Y sí, los amo, a Edmond y a Nathan. No imagino la vida sin alguno de ellos y confieso ante vos y ante Él que aparecen en todos y cada uno de mis sueños, que daría lo que fuera por verlos al despertar cada mañana en mi cama...
-¡Meredith! -la señora Valencourt la miró enloquecida-. ¡Habéis perdido toda cordura!
Retrocedió y pronto alcanzó la puerta de la habitación. Dio un portazo al salir y Meredith regresó junto al espejo...


No soportaba la idea de que su madre se hubiera marchado sin ni siquiera tratar de comprenderla. Desde aquel día no intentó hacerle comprender sus sentimientos; la mujer hizo como si nada hubiera ocurrido y el trato entre ambas no se mostró alterado de manera alguna. Eso confundió a Meredith, no obstante no trató de volver a sacar el tema. Pasó los dedos por encima de su medallón y dejó que un lento suspiro se abriera paso entre sus labios. Ya nunca podría intentar hacerla comprender.
¿De veras estaba loca, madre? ¿De veras pensábais eso de mí? ¿Tan difícil os era entender que pudiera amar tan ardientemente a aquellos a quienes sólo debía querer como hermanos? Edmond. Nathan. Dos luces en la oscuridad, en su oscuridad. Cerró los ojos un instante más. Era tarde, hora de dormir, de dejar que los sueños inundaran su mente y corazón. Porque el destino había decidido que sólo ahí, en sus sueños, Meredith consiguiera alcanzar su felicidad... A ellos, tan cercanos y tan inalcanzables a la vez. A Nathan. A Edmond. Se introdujo bajo la colcha de su cama y volvió a cerrar los ojos, rindiéndose lentamente al sueño que aquella noche estaba reservado para ella.
Ella...
Meredith Valencourt, dama de la noche, hija de Moriel y amante en las tinieblas de quienes por sus venas corría su misma sangre.
martes, septiembre 14, 2010

Sueña

Me he pasado la vida soñando. Diciendo que algún día iba ser tal cosa, que viajaría a quién sabe dónde, que tendría a saber qué cosa. Los típicos sueños que hacemos de pequeños, y de no tan pequeños. Hoy, con casi dieciséis años, sigo haciéndolo. Y me pregunto si alguna vez dejaré de hacerlo. Porque, aunque sé que sólo la mitad de la mitad de esas aspiraciones se verán algún día hechas realidad, se vive mejor soñando. Te da una razón por la cual debes continuar tu viaje, tu camino, tu vida. No importa cual sea esa razón, el simple hecho de tenerla ya es suficiente.

Los padres, entre muchas y muchas intervenciones en la vida de sus hijos, tienen aquí un papel bastante curioso. Quizá no en otros casos, pero en el mío desde luego que sí. Un hijo necesita conocer la opinión de sus padres respecto a ciertos temas porque sabe que ellos siempre serán más adultos, más maduros, que podrán ver algo con mayor nitidez que la suya propia (y recordemos que estoy generalizando, respecto al colectivo y a la edad de éste).

Es por esto que siempre he intentado descubrir la opinión de mis padres acerca de algo que me ha interesado. No directamente, porque no soy el tipo de persona que lo dice todo con claridad, sino sutilmente. Con el tiempo supe apreciar que el punto de vista de mi padre era catastrófico: no me sentía nada de acuerdo con él en prácticamente ningún tema y llegué a verlo de machista y xenófobo (ahora sólo lo veo como una persona que ha crecido en una familia con pensamientos arcaicos). En cuanto al de mi madre es otra historia, pues es muy similar al mío. No siempre coincidimos, por supuesto, pero la mayor parte de las veces pienso muy parecido a como lo hace ella. Me ha enseñado a razonar y a ver cosas que de otra forma no hubiera conseguido hacer.

Probablemente por esos motivos, mi madre es la primera persona a la que he acudido cuando tenía una meta, un propósito, un sueño. Investigaba lo que ella pensaba acerca de ello y luego reflexionaba si tenía o no razón. Debo confesar que por este hecho he perdido la ilusión en un gran porcentaje de mis sueños, pero hoy quiero destacar uno.


Cualquier persona que me conozca sabe que mi mayor afición (aparte de la lectura) es escribir. Escribo, escribo y escribo. Ahora mismo lo estoy haciendo contándoos todo esto. Y eso no me ha venido de nuevo, sino que desde bien pequeña me ha encantado hacerlo. La primera vez que me planteé la posibilidad de, cuando fuera mayor, publicar un libro yo tendría alrededor de diez años. Aún siendo tan pequeña sabía que era muy difícil conseguirlo. No obstante, tenía mis esperanzas. Y ésta fue una de las pocas veces en las que se lo dije claramente a mi madre, que no me fui con rodeos y le conté lo que me proponía. Simplemente me acerqué a ella y le dije: «mamá, quiero publicar un libro». Y la pobre mujer, que ni habría imaginado cuánto ansiaba yo hacerlo y cuánto me afectaría su contestación, no pudo evitar reírse por lo bajo y admitir: «casi nadie lo hace, es realmente imposible». No me había dado un claro y simple «no», pero sí hizo que aquellas esperanzas se fueran desvaneciendo una a una. Cualquiera que lea esto podría pensar que no tuve que sentirme así y que no debí haberme tomado sus palabras tan a pecho, pero no pude evitar hacerlo. Así pues, aparqué el mayor de mis sueños a un lado y continué sembrando otros. Pero ninguno consiguió llenar el vacío que aquél había dejado.

Hoy todo es distinto. No pido la opinión de mi madre con tanta frecuencia (aunque lo hago, no lo niego). Hoy ya no están la mayoría de los viejos sueños, se fueron, caducaron. Hoy tengo nuevos sueños, nuevas ambiciones y deseos. Sin embargo, hay algo que, tras mucho tiempo, tengo claro. Algo que no conseguiré hoy, ni mañana, ni pasado mañana. Pero sí algún día. Hoy estoy dispuesta a dejarme la piel para ver un libro publicado bajo mi nombre.

Si hay algo que he aprendido durante todos estos años es que si la sola idea de un sueño te hace tan dichoso, ¿cómo será verlo realizado? Es por eso que quiero mandar un mensaje: sueña, sueña con cualquier cosa y sobre todo ten fe en ello.
miércoles, septiembre 08, 2010

Estoy sola

Recuerdos. Él. Pietro. Cuánto te he querido. Cuánto me gustabas en el instituto, cuando hacías reír a todos. Cuando te pasabas de listo y salías siempre airoso de cualquier aprieto. Y luego nos hicimos novios. Gracias a ti me sentía guapísima, una reina, la mejor de todas. Cuántos regalos. Cuántas atenciones. Las cenas. Las joyas. Las vacaciones. Luego vino la universidad, el diploma, el trabajo y el despacho. Sí, la verdad es que siempre te las has arreglado. Cuánto me has tomado el pelo. Cuánto te he creído. Te consideraba un mito. Una persona digna de toda admiración. Una persona que en todo momento me hacía sentir que yo era el centro de atención. ¿Por qué me has hecho esto? Me has traicionado. A saber cuántas veces. Has tocado, amado y apreciado a otras mujeres en mi lugar. Las has admirado, te has excitado y me has hecho a un lado. Qué rabia. Qué humillación. Imaginarte con ellas, en la cama o en el coche, haciéndoles reír, bromeando, procurando que se sintieran importantes. ¿Qué les decías a ellas que no me has dicho a mí? No lo sé. Jamás lo sabré. Me duele demasiado. No puedo aceptarlo. Los ojos de Susanna se empañan. Rabia. Desilusión. Debilidad. Me siento sola. Estoy sola. Lo único que me queda son los hijos. Y tendré que volver a empezar de alguna forma. De repente, se levanta y se dirige a la ventana. Mira afuera. Sí, el mundo no se da cuenta de que estoy mal. El mundo sigue adelante. Debo hacer algo por mí misma. Debo renovarme. Soy una mujer hermosa. Soy madre. Soy una persona. Tengo que animarme.

Perdona pero quiero casarme contigo, Federico Moccia.
domingo, septiembre 05, 2010

Vacío


Miro por la ventana el océano de oscuridad que se abre ante mí. Voces, gente, coches, luces, ruido. Y vacío. Veo un vacío, y lo siento en lo más profundo de mi ser. Me estruja las entrañas, me impulsa hacia abajo. Me ciega, me aturde. A penas recuerdo quién era yo antes de todo esto.


Llegas, como cada noche. Impaciente, indescifrable. Loco de atar. Sediento de amor, de pasión. Y aunque estás frente a mí, no te veo. Por más que lo intente no consigo encontrar al hombre del que me enamoré detrás de esos ojos, que ahora me observan algo confundidos por el frío y distante recibimiento que te he dado. Aún así, sé que debe estar ahí. En alguna parte. Quizá el tiempo te ha hecho cambiar, o quizá antes todo era...diferente. Porque era nuevo.

¿Se puede gastar el amor? ¿Hemos hecho un uso excesivo de él y por eso ahora todo me parece irrelevante? Necesito recordarlo. Necesito que me recuerdes quién eres, lo que quieres y esperas de mí. No logro acordarme de los motivos que me llevaron a acabar a tu lado, aunque algo me dice que son muchos. Recuérdamelo. Por qué se me escapaba una sonrisa adolescente cuando me mirabas, o por qué el roce de tu piel me parecía la más maravillosa de las sensaciones. Por qué besar tus labios era sentirse libre. Por qué al encontrarme entre tus brazos deseaba que el tiempo se detuviese para siempre. Por qué aquel paseo, aquel helado o aquel amanecer eran tan espectaculares simplemente por el hecho de estar a tu lado. Ahora nada de eso me resulta interesante. No tiene sentido, ya no.

Recuérdame por qué vuelves esta noche, conmigo. Tú todavía pareces recordarlo todo y, lo más importante, sentirlo como el primer día. ¿Qué me ha pasado? ¿Qué nos ha pasado? Una lágrima tímida resbala por mi mejilla. Tratas de limpiarla; me niego. Ahora parece que eres tú el que necesite llorar. ¿Lloraremos juntos? Puede que sea lo último que hagamos, el final de un sueño. Nuestro sueño. Reúno el valor necesario para mirarte a los ojos. Los tienes ligeramente empañados, tristes, desesperados por no saber qué hacer ni qué decir. ¿Pero qué es lo mejor en estos casos? Pronuncias mi nombre en un susurro, con ternura, como si fuera la palabra mágica de un extraño hechizo que sólo tú conoces y antes podía arreglarlo todo. Antes, sí... ¿Y ahora? ¿Habrá un hechizo que repare todo ahora?

Te das la vuelta, recoges tu chaqueta, tu móvil y tu paquete de tabaco. Miras una última vez por encima de tu hombro, a sabiendas de que te falta recoger lo más importante: el amor. Pero ya no está aquí. En su lugar sólo ves a una mujer que te hizo feliz, muy feliz, y que comienza a sentirse culpable de toda la situación. Ésa a la que todavía amas y que creías que te correspondía...para siempre. Los golpes más duros de la vida son los inesperados, y deseas que todo sea una pesadilla...

Y te vas, dejándome sola. Con todo y con nada. Con miles de recuerdos y ningún sentimiento dentro de mí. Con mis lágrimas, mis sollozos, mis ganas de gritar...

Con mi vacío.
sábado, septiembre 04, 2010

Amores platónicos

Esto es una de tantas chorradas que se me cruzan a menudo por la mente, sólo que todavía no la había llevado a cabo. Una vez dije que iba a hacer una lista con todos mis amores platónicos...y aquí está el resultado. He ido recopilándolos uno a uno; no están en ningún orden concreto.
Y recordadlo: me pertenecen.

-Ron Weasley
-Tom Fletcher
-Ringo Starr
-Sheldon Cooper
-Ian Somerhalder: Boone Carlyle & Damon Salvatore
-Gerard Way
viernes, septiembre 03, 2010

Summer, lovely summer

Es sabido por cualquier persona humana (incluso alguna que no lo es tanto) que el año cuenta con cuatro maravillosas estaciones, aunque para mí la única maravillosa sea invierno. Y como cada año, el verano llegó con sus vacaciones, su buen tiempo, su playita, su tumbona y su cervecita. Y lo que para otros puede ser los mejores días entre los 365, para mí se convierte en un infierno de calor, mosquitos, sofoco y terrible aburrimiento. Esto se debe a que mis padres, como son tan considerados, me obligan a pasar todo el verano en una casa cochambrosa, en un pueblo diminuto en el que lo más interesante que puedes hacer es ver como un gato persigue a un perro (realmente pasó, y no sólo una vez).

En el fondo, comienzo a acostumbrarme, lo cual no quiere decir que no odie con todo mi ser ese maldito día de julio en el que mi madre entra a mi habitación y me dice: dentro de X días, nos vamos a las Alquerias (el pueblo en cuestión). Mi cara es todo un poema. Mis progenitores, intentando remediar un poco todo el sufrimiento que me causa estar allí, se ofrecen a llevarme y traerme (una vez a la semana) a mi ciudad natal donde están mis amigos. O en otros casos vienen ellos a pasar el día.

Ellos, mis amigos, no es que sean gente muy normal (vamos, se juntan conmigo, con eso lo digo todo) y, por tanto, pasar un día con ellos tampoco lo es. Si le sumamos las altas temperaturas a las que podemos llegar un día de verano y la terrible revolución hormonal que llevan encima los pobres, el resultado puede ser catastrófico. Probablemente si juntásemos una pelea de trozos de hielo (no cubitos, no, trozos enteros como una mano de grande), una moto invisible que se parecía más a una postura del Kama Sutra, una niña tocapelotas que pensaba que dos de nosotros eran gays porque decían que chupar un pipo era como chupar una polla (sí, muy discretos ellos también...), unos higos adictivos al lado de la piscina y unas super-heroínas que obtenían sus super-poderes gracias a un bicho acuático...conseguiríamos, en un breve resumen, describir todo lo que ha sido el verano para mí. Porque los otros días, sencillamente, no era persona.

Por suerte, el verano ha concluído. A la mierda el pueblo, a la mierda el calor y a la mierda los gatos que me acosaban por allí. Por fin he vuelto a casa, a mi habitación con Internet y la posibilidad de largas horas viendo series y chorradas varias. En resumen: septiembre, te amo.

Y es en ese momento, al nombrar su nombre, cuando te das cuenta. Septiembre. Instituto. Primer año de bachiller humanístico. Todo el curso estudiando a lo bestia...

Y retiro todo lo dicho.

PD: Y cuando digo todo, es TO-DO (Bea dixit).
sábado, agosto 14, 2010

Imagine



Imagine
there's no heaven,
It's easy if you try,
No hell below us,
Above us only sky,
Imagine all the people
living for today...

Imagine there's no countries,
It isn't hard to do,
Nothing to kill or die for,
No religion too,
Imagine all the people
living life in peace...

Imagine no possessions,
I wonder if you can,
No need for greed or hunger,
A brotherhood of man,
Imagine all the people
Sharing all the world...

You may say I'm a dreamer,
but I'm not the only one,
I hope some day you'll join us,
And the world will live as one.
martes, julio 27, 2010

Distancia

Estoy acostumbrada a ella, probablemente es la cosa que siempre me ha impedido ser completamente feliz. La mitad de las personas que me importan están lejos de mí, bastante lejos. Algunas han estado siempre a kilómetros y kilómetros de distancia, otras se han marchado con el tiempo. El caso es que tengo que soportar día a día el saber que hoy no podré abrazarlas, ni mirarles a la cara. Me es imposible hacerlo y maldigo mi suerte por ello.

Hoy exactamente hablo de esas personas que no he visto nunca. Ésas que a pesar de que sólo las conoces de hablar y hablar a través de una pantalla, las adoras, las valoras, las quieres. Porque para saber cómo me siento hay que sufrirlo, experimentar esa sensación. Aunque sé que tarde o temprano conseguiré verlos, no puedo evitar pensar que (sin haberlos visto nunca) ya los echo de menos. Y el día en que pueda compartir un rato con ellos, decirles adiós será lo más difícil que haga nunca.

En septiembre hará tres años que conozco a algunas de esas personas, a quienes quiero con el alma. Porque me han apoyado y ayudado como nadie lo ha hecho; me han comprendido y me han dado razones por las que seguir adelante en los momentos más difíciles. Gracias chicos, de verdad.

Distancia, maldita distancia. Sin ella todo sería tremendamente fácil.
lunes, julio 19, 2010

El misterio de la casa de los Vilanova

Mi grupo de amigos lo componen gente muy rara y enferma (sí, como yo). Nos gusta ponernos al límite de la idiotez, sobrepasar la línea de la cordura cuantas veces haga falta. Así que lo que hemos hecho era cuestión de tiempo que terminara pasando.

Porque hemos hecho un corto.

No un corto de humor, ni de miedo, ni de romance, ni siquiera de intriga, no. Un corto para demostrar lo malos que somos grabando y editando. Un corto, también, donde dejar claro que no estamos bien de la cabeza y que podemos llegar a ser muy idiotas y muy frikis. Es decir, un corto que mola.
Nos hemos partido el culo tanto escribiendo el guión, grabándolo, editándolo y, finalmente, viéndolo todos juntos. El resultado ha sido tal y como esperábamos; un vídeo que tuviera todas las características que numeré antes. Probablemente éste sea mi último post ya que la policía debe estar en camino, pero iré a la cárcel con la conciencia tranquila de haberos dejado la prueba indiscutible de que no sé actuar.

Dicho esto, os dejo con el corto. Lo hemos titulado "El misterio de la casa de los Vilanova" (porque hay un misterio, en una casa y el apellido "Vilanova" era muy pijo. Todo encaja, ¿eh?) y nos va a matar a palos algún Vilanova cuando nos vea por la calle. Ahora preparaos las palomitas, sentaos en la silla/sofá delante de vuestro ordenador, dadle al play y disfrutad.

O no.






viernes, julio 09, 2010

El encuentro

Vive porque vive, no existen motivos que expliquen ese hecho (al menos no los conoce). No recuerda la forma mediante la que ha llegado a ese lugar. Permanece confusa y desorientada en un océano de encuentros. Hay más como ella, puede verlos, puede hablarles, sin embargo a muchos de ellos no puede comprenderlos, del mismo modo que ellos no la comprenden a ella. No le gustan. Ellos se buscan y terminan hallándose, formando miles de emociones y sentimientos distintos. Unos se encuentran para desprender una energía tan oscura, tan horrible que ella espera que no consigan localizarse. Cree saber que lo llaman «odio».

Pero otros, en cambio, se encuentran para crear algo totalmente opuesto, algo mucho más hermoso. Y es casi instantáneo. Una especie de conexión a partir de la cual ambos individuos comienzan a sentir cosas impresionantes hacia el otro. «Amor». Recuerda el nombre a pesar de que jamás lo experimentó. Aun así, no quiere sentirlo. Ni ese ni ninguno de los otros (porque hay más) de todos los sentimientos que se profesan esas almas. Porque ella busca otra cosa. Sigue perdida entre toda esa multitud, esquivando cualquier contacto por miedo a sentir algo no planificado, algo que la pueda lastimar.

Entonces, sucede. Una fuerza extraña la impulsa hacia un lado, cerca de donde se encuentra otro de esos individuos. Lo observa. Se sorprende al ver que él también intenta deshacerse de cualquiera que se le intente acercar. Está solo. No sabe por qué, pero se parece mucho a ella. Simplemente, lo sabe. Lo envuelve un halo de incomprensión, soledad y angustia. Idéntico al de ella. Decide aproximarse, pero no como lo hacen las otras almas, no. Se adelanta con ambas manos hacia él, como símbolo de ayuda, de apoyo, de comprensión. Él, duda, pero parece haber visto lo mismo que ella pues termina tomando sus manos. Las dos almas descubren en ese momento que juntas pueden experimentar un sentimiento aún mayor que todos los demás a su alrededor. Por encima del odio, del amor. Por encima de todo.

Sonríen al sentir esa felicidad que comienza a llenarles completamente. La emoción de sentirse comprendidos. Sienten que toda la energía negativa del uno se traspasa al otro, así como también la positiva. Juntos intentan hacer desaparecer la primera para que la segunda consiga envolverlos totalmente. Pronto las otras almas se maravillan contemplándolos. Comienzan a tener el deseo de encontrar a otro que pueda tener esa conexión con ellos. Lo buscan. Lo buscan desesperadamente, por todas partes. Algunos lo conseguirán, pero la gran mayoría se pasará toda la vida intentando encontrar a alguien que esté dispuesto a manifestar esa unión.

Porque encontrar una verdadera amistad no es fácil. Y no todos conocen el verdadero significado de esa palabra.
jueves, julio 01, 2010

Angustia


Angustia.
(Del lat. angustĭa, angostura, dificultad).

Aflicción, congoja, ansiedad.
Temor opresivo sin causa precisa. Aprieto, situación apurada. Sofoco, sensación de opresión en la región torácica o abdominal. Dolor o sufrimiento.

La vida, en realidad, se compone de sensaciones. Unas más agradables que otras, desde luego. Algunas lógicas, otras no tanto. Que dependen tanto de nosotros como de todo lo que nos rodea. No podemos controlarlas, no podemos evitarlas. Porque esas emociones forman tu día a día quieras o no.

De todas ellas, la angustia es la que más odio. Me oprime la garganta y no me deja respirar con normalidad. Me hace llorar, rabiar, incluso gritar. Se trata de la peor sensación que he sentido en mi vida.

Y hoy la siento.
viernes, junio 25, 2010

Manos


Hay manos destinadas a encontrarse, a que sus dedos se entrelacen sin aviso.
Y eso, por más que se quiera, no se puede evitar.
jueves, junio 24, 2010

Imaginación

Cualquiera que me conozca tan sólo un poquito es consciente de todo lo que me gusta leer, pero sobre todo escribir. Desde pequeña me he sentido atraída por el mundo de las letras; ése lleno de textos y palabras que emocionan, que te hacen sentir alegría o tristeza. Me fascina que algo pueda manipular tan fácilmente tus emociones. Escribía por y para mí, no fue hasta mucho después cuando mis amigos se interesaron por esos escritos y, sorprendentemente, les gustaron.

Mi forma de pensar siempre ha sido, en cierto modo, infantil: me gusta imaginar cosas que no existen, ver mis sueños e ilusiones proyectados en las pequeñas cosas que componen mis días, la magia de unos ojos mirando a otros... Sí, un modo de verlo todo demasiado soñador, iluso y, a menudo, cursi. Pero el mío al fin y al cabo.


Recuerdo que de pequeña disfrutaba (y disfruto) muchísimo cuando estoy sola (no es que no me guste estar acompañada, que sí, pero sin esos ratos a solas no me sentiría del todo feliz). Era en esos momentos cuando dejaba volar mi imaginación y comenzaba a idear una historia en mi mente, imaginando que de un momento a otro iban a llamar al timbre. Yo, con cuidado, abriría y descubriría a un grupo de niños de mi edad. Diana, Álex y Cristina. Ellos me mirarían sonrientes, con los ojos brillantes. Y yo sabría que venían a pedirme ayuda para encontrar el tesoro del príncipe William Weisch, quien tras el suicidio de su amada Lady Claire había guardado toda su fortuna en un lugar misterioso del que sólo teníamos unas pocas pistas.
A medida que fui creciendo, mis historias cambiaron y crecieron conmigo. Se hicieron felices en algunos momentos, tristes en otros. Aparecían más o menos sonrisas según mis logros o mis decepciones. Y así el grupo de niños dejó de buscar el tesoro de Weisch, ya que Diana se había enamorado perdidamente de Álex y, como no se atrevía a expresar sus sentimientos, sólo tenía ganas de llorar.

Una imaginación bien trabajada puede, en muchas ocasiones, transportarte a lugares en los que nunca estarás... No físicamente al menos. Pero de algo no cabe duda: la vida, con esos momentos en los que sueñas despierto, es más sobrellevadera.
martes, junio 15, 2010

Eleanor Rigby



Best song ever
lunes, junio 14, 2010

Graduación

No me arrepiento. De nada. De absolutamente nada. Y mira que hemos pasado malos momentos, muchos roces jodidos y cosas que quizá fuera mejor dejarlas en el pasado y olvidarlas. Pero aún así, no me arrepiento. Porque conseguí conocerme mejor a mí misma, y a vosotros. Crecí como persona. Son cuatro años, joder, cuatro años llenos de recuerdos, experiencias, emociones, sonrisas, ilusión y amistad. Hubo mejores, otros peores, pero como todo en esta vida. Creo que tuve buenas clases a lo largo de estos años, las compartí con muchos de vosotros por suerte. Hoy, cuatro años después, puedo decir que simplemente sois geniales.

Hoy hace tres días que nos graduamos, que dejamos atrás oficialmente la educación secundaria obligatoria (ésa tan odiada por algunos). Cada uno tomará un camino diferente pero siempre con el recuerdo de todo lo vivido.
Debo admitir que el acto de graduación fue ñoño y pastelero (como este post), pero aún así moló (a diferencia de este post). Nos reímos de vernos en distintas fotos y vídeos, nos hicimos otras después y, sobre todo, nos despedimos. Dejamos atrás muchos rencores, cosa que me pareció imposible en su día y ahora veo que me equivocaba. Disfrutamos de un día para olvidar todo aquello, cerrar esa etapa y abrirle las puertas a una nueva.

Cuarto A

Algunos se quedaron en el camino, otros continuaron. Nos separamos y nos volvimos a encontrar. Cuatro años han dado para mucho, nadie puede negármelo porque es evidente. Entre otras cosas, para odiar y sufrir con algunas personas, a pesar de que hoy ya esté todo aclarado. Hablo por mí, porque cuando me enfado...me enfado. Y pobre del que me haga enfadar. Un compañero una vez me dijo: Tarde o temprano vas a arrepentirte de ello. Y lo hice. Y ahora adoro a ese compañero por haber sido más inteligente y listo que yo.
Lo dicho. Después de discusiones, alegrías, más discusiones y reconciliaciones...me queda todo y más. No sabría por dónde y por quién empezar a dar las gracias, así que simplemente agradezco a todos los que, de una manera u otra, me ayudaron a continuar y a crecer.

Gracias, compañeros.
domingo, mayo 23, 2010

Tristes armas

Se preguntaba León cómo podía ser aquello de sufrir tanto por una persona y, al mismo tiempo, sentir que la felicidad sólo podía venir de ella. A veces se ponía a andar al lado de Harmonía cuando iban de excursión, o se sentaba a su lado debajo de un árbol para protegerse del sol en el verano, o en el invierno dejaba el paraguas en casa para que ella le dijese: "¿te tapo, León?", y así poder ir con ella, cubiertos los dos y aislados por aquel pequeño toldo negro. Cuando eso ocurría, cuando Harmonía lo miraba a los ojos y sonreía, entonces León sentía que aquello era la felicidad, y querría seguir siempre así, al lado de Harmonía, sin hacer nada y sin que nada los separase nunca. Por eso no le importaba soñar que moría abrazado a ella, porque a veces pensaba que eso sería lo mejor: dejar este mundo e ir al otro, donde no hay guerras, ni fronteras, ni gentes que se matan entre sí y que separan a los que quieren estar juntos. El mundo en el que ya estaban su madre y el padre de Harmonía...
Otras veces, por el contrario, pensaba que si no hubiese sido por la guerra y por el exilio, lo más seguro sería que él y Harmonía no hubiesen llegado a conocerse nunca. Y no podía entender que de algo tan malo como la guerra pudiese salir algo bueno. Ni podía concebir la idea de que Harmonía y él anduviesen por el mundo sin llegar a encontrarse.

Tristes armas (págs. 98-99), Marina Mayoral.
viernes, mayo 21, 2010

Death Note

He visto un anime.

Después de esta revelación nada será igual. Yo, la que en su vida había mostrado algún interés por los mangas o los animes, se ha tragado los treinta y siete capitulos de uno de ellos. Capitulazos, en realidad. Lo que me atrajo a verlo en un principio fue el argumento. Un cuaderno capaz de matar a la gente tan sólo con escribir su nombre, pues le provoca un ataque al corazón en sólo 40 segundos. Y entonces, el cuaderno cae en las manos de Light Yagami...

Pero lo que me enganchó totalmente fue uno de los personajes: un detective al que nadie ha visto jamás el rostro, ni siquiera se conoce su nombre. Simplemente es L. De todas formas, después de unos cuantos capítulos se muestra ante unos cuantos policías (por lo que el misterio de su rostro se desvela pronto). No quiero comentar más porque ciertas personillas que pasan a menudo por aquí pueden verse spoileadas, así que (sin dar nombres) diré que mis personajes favoritos han sido éste, éste y éste.

¿Que a qué viene esta entrada? Hoy terminé de ver los 37 capítulos. Me ha encantado. Y quién sabe si me estoy aficionando a los animes... Pero Death Note está 100% recomendado, os gusten o no.
sábado, mayo 15, 2010

Dale al play

Puede que sean las pocas ganas que tengo de escribir algo para LDG, pero aquí traigo una de mis entradas de videos. Así si alguien me dice que se aburre ya tiene algo para entretenerse un rato.
En realidad sólo son canciones que estoy escuchando más últimamente, y ya. Disfrutad...o no.









martes, mayo 11, 2010

Gritar

Hoy voy a gritar. No sé qué se esconde tras esta decisión. Quizá rabia, o frustración. Sólo tengo claro que necesito hacerlo o pronto estallaré, cual bomba con temporizador definido desde el día en que apareció en este lugar.
Grito, mientras te siento cada vez más lejos. ¿Es que no puedes escucharme acaso? ¿O es que no quieres hacerlo? Y grito más, con fuerza, dejándome las cuerdas vocales en ese segundo. Grito tanto que duele. Las lágrimas acuden a mis ojos, llamadas por el extraño sentimiento que hoy me invade.
Tal vez he creído ser algo en este mundo que no era. Había tenido la certeza de que mi voz podría elevarse sobre todo esto y llegar a ti. Pero ahora compruebo que no, que por más que grite no vas a poder saber cómo me siento.

Y me rindo. Caigo de rodillas, abatida, sobre el suelo húmedo y observo lo que hay a mi alrededor. La maleza del bosque me rodea, me encuentro en un claro. Intento ver el cielo pero no lo consigo, las copas de los árboles están estratégicamente colocadas para no permitir que éste sea visible. ¿Tú también te escondes de mí? Puedo sentir perfectamente las lágrimas caer sobre mis mejillas pero no me molesto en limpiarlas. Porque nada tiene sentido. Nada...
Pequeñas ramas comienzan a rozar mi piel, provocándome heridas que ni siquiera siento. Y observo mis piernas, ya llenas de cortes sangrantes. Una lágrima cae sobre una de las lesiones formando una curiosa imagen al mezclarse con la sangre. Escuece, pero sigo sin sentirlo del todo. Escucho pasos a mi alrededor; puedo ver las sombras que acechan en cualquier rincón de la espesura, como si me retaran a intentar escapar ya que ellas saben que no podría...pero eso es lo que menos me importa en ese momento. No intento gritar más porque estoy convencida de que no me vas a prestar atención.
Una de las sombras intenta levantarme, quiere curar mis heridas, pero la espanto de un solo gesto. Comienza a darme miedo mi propia ferocidad. Me arrastro lejos de las sombras, haciendo que mis heridas sangren más deprisa. ¿A dónde me dirijo? A cualquier parte, donde no haya nadie. Donde las heridas terminen conmigo, donde el dolor sea lo más placentero que puedas encontrar. Donde mi voz ya no sea necesaria. Donde no haya nadie. Donde habite el olvido.

No sé cuánto llevo buscando este lugar. ¿Horas, días? Estoy destrozada, no puedo mantenerme en pie y mi alma está tan fragmentada que no sé ni siquiera quién soy. Decido intentarlo de nuevo, gritar, pues tal vez desde mi nueva posición puedas llegar a escuchar mis palabras. Lo hago. Grito. Nada. Decido gritar tu nombre, y entonces pienso... ¿A quién grito? ¿A quién estoy llamando tan insistentemente? ¿Quién eres tú y por qué te necesito tanto? La frustración me puede. Vuelvo a llorar. Tu nombre, ¿cuál es? No lo recuerdo, parece haberse desvanecido. La oscuridad comienza a envolverme más y más, no veo nada. Y justo en el último momento, lo recuerdo...
Estaba llamándome a mí.
domingo, mayo 09, 2010

Mi clase (II): grupos

Estoy segura de que ocurre en todas las clases. Porque siempre, siempre se forman grupitos. En la mía es más que visible, se distinguen nada más entrar: a un lado los futbolistas, o "los de la resi"; al otro los que no lo son, o "els del poble".

El primer bando se compone, a su vez, de otros dos grupos: los aplicados, que mantienen orden durante la clase y atienden; y los que se pasan las horas tocándose las narices, recogiendo de vez en cuando alguna amonestación por falta de educación (de lo cual, la mayoría, tienen muy poca). En general, este bando se caracteriza por su alto ego, la ropa de marca, el desprecio hacia la cultura valenciana sin ningún tipo de reparo y la inevitable sensación de sentirse superiores. Gente con la que no querrías encontrarte. Eso sí, siempre hay excepciones.

El segundo bando consta de gente muy particular (vamos, con decir que estoy yo ya os adelanto bastante). Como el anterior también se compone de dos grupos: por un lado las chicas, que somos muy pocas pero ninguna igual a la otra, probablemente seamos las chicas más raras del instituto (y olé por ello); y por otro lado los chicos, que también son pocos. Estos también se dividen en dos: un par que parece invisible, porque no dice nada; y el otro par, los "frikis", que personalmente me parecen los más agradables.

Vamos, más que clase...parecemos un zoo. Sólo nos faltan los canis, por suerte a esos sólo tengo que aguantarlos en las optativas.
viernes, mayo 07, 2010

Mi clase (I): futbolistas

He decidido que, a falta de cosas por contar, hablaré un par de entradas sobre mi clase que es donde paso la mayoría de las horas de mi vida. La gente con la que convivo, para bien o para mal. Y de paso os cuento la de chorradas que podemos llegar a hacer.

Desde 2º de la ESO comparto clase con chicos que viven en la residencia deportiva del Villarreal C.F., quizá algunas futuras estrellas del fútbol. He conocido a muchos de ellos, bastantes (y demasiados), y puedo decir con total seguridad que sólo cinco me han caído bien. No sé si es porque viven encerrados todos juntos en el mismo edificio y se creen casi dioses, o el simple hecho de jugar a futbol ya les aumenta el ego de una forma bestial. Me da absolutamente lo mismo. El caso es que no son santo de mi devoción y a menudo resulta desagradable tener que compartir clase con ellos.

La clase de Ética la nombro en el 60% de las entradas, y hoy no va a ser menos. La última actividad que hemos hecho ha sido redactar un texto breve por parejas (escogidas por el profesor y formadas por gente que no se junta demasiado, chico-chica) en el que comentaramos nuestras diferencias, psicológicamente hablando. Me ha tocado con uno de mis queridos compañeros futbolistas, con el que tengo poco o nada en común. Él pensó los puntos a nombrar, yo lo redacté en diez minutos. Teníamos que seguir la estructura de un texto ya hecho, por si no os gusta cómo es para que no me echéis la culpa y tal.
Y éste ha sido el resultado.

A él le gusta la playa, a mí la montaña. Él prefiere salir, yo la soledad de mi casa. Él no reflexiona sus decisiones, yo tardo toda una vida en tomarlas. Él disfruta del campo de fútbol y yo me pierdo entre las líneas de Bécquer. Él escucha canciones de reggaeton, yo prefiero el rock alternativo. Él se pasa la tarde con el mando de la Play en la mano, mientras que yo la paso con un lápiz y una libreta llena de garabatos.
jueves, mayo 06, 2010

Le pido a la Luna

Del libro Dulce amargo, bajo la pluma de la mexicana Dulce María (me encantan sus reflexiones, dicho sea de paso). Es uno de los textos con los que más me he sentido identificada en toda mi vida, y creedme si os digo que he leído bastantes. Hoy he estado dándole un vistazo de nuevo a sus escritos y me reencontré con éste. No he podido evitar traerlo aquí, a mi rincón de delirios.
Poco más tengo que decir. Disfrutadlo.


(Clic encima para ver mejor)
domingo, abril 25, 2010

Como el Fénix

Los domingos por la mañana siempre son para acabar tareas pendientes, pero, por favor, que alguien me recuerde que no vuelva a trabajar poemas de Bécquer a estas horas y en este estado.
Os traigo dos rimas (mi favorita la segunda). No tengo nada más que añadir.

Fingiendo realidades
con sombra vana,
delante del Deseo
va la Esperanza.
Y sus mentiras,
como el Fénix, renacen
de sus cenizas.

~ ~ ~

Dices que tienes corazón y sólo
lo dices porque sientes sus latidos.
Eso no es corazón...; es una máquina
que al compás que se mueve hace ruido.


sábado, abril 24, 2010

Los edukadores

Mi profesor de Ética nos trae cosas muy interesantes: algún tema para debatir, extractos de libros que él mismo ha leído, películas, etc. Lo digo porque de vez en cuando traeré alguna cosilla de sus clases. Eso sí, siempre le haré mención. Y también, sé lo que estás pensando, lo estoy dejando como un genio para que me suba la nota, y te equivocas. Se lo tiene merecido. Más después de habernos traído esta película a clase.

Die fetten Jahre sind vorbei ("Los años de abundancia han pasado"), así se titula originalmente. En España se tradujo como Los edukadores. Abarca varios temas que, en lo personal, me interesan mucho. No me gusta hablar de la trama de las películas, te destruye el film antes de haberlo visto. Sin embargo, quiero destacar el triángulo amoroso que se produce entre los personajes principales (curioso, muy curioso de seguir) y la historia de la chica protagonista y el accidente de coche (que es de lo que yo venía a hablar). Desde luego no es la trama principal, pero sí tiene mucha relación con ella.

Jule es una chica como otra cualquiera, joven y guapa, implicada, que se gana la vida como camarera de un local. ¿Todo, para qué? No recuerdo cuánto pero la mayor parte de su sueldo va a parar a manos de un millonario al que le había destrozado el coche en un accidente. Un coche que él podría comprarse diez veces y ni siquiera le dolería perder la cantidad de dinero necesaria. En cambio Jule debe pasarse los siguientes diez años de vida pagándole el maldito automóvil. Esto lo decidió un juez. ¿Justicia, dónde? Sí, ella lo destrozó, ella debe pagarlo. Pero a qué precio, cuando al millonario le importa tres pimientos el valor de su coche.

El personaje de esta chica en cuestión me fascina. Al principio de la película se la ve protestando por no sé qué (sí, viva mi memoria), pero luego es ella misma la que se conforma con lo que tiene, la que no aspira a más que un trabajo de camarera y a seguir pagando religiosamente cada mes al millonario. Se preocupa por los demás, pero, ¿qué hay de ella? Una frase muy Amélie. Una frase, debo admitir, muy mía. A veces se prefiere vivir para los demás que para uno mismo. Luchar por la felicidad de otros al precio que sea. Y por los motivos que sean.

Al fin y al cabo, jedes herz ist eine revolutionäre zelle.

jueves, abril 22, 2010

Miss Lovato

La típica chica que nadie sabe de dónde ha salido, pero que se hace jodidamente conocida. Dulce y guapa. Desde el primer momento me recordó a Vanessa Hudgens, la que debo decir no me cae demasiado bien. Rodeada por esa curiosa fama que les otorga Disney (hablando de las llamadas "estrellas Disney" en general). Que, de un día para otro, los envuelve de reconocimiento y pasta, como si salir en una de sus películas o series garantiza que sean unos artistazos (y ni de casualidad). Incluso esta señorita a día de hoy mantiene una relación con uno de los Chonas Broders (oh, a estos sí que no los aguanto...). En resumen, Demi Lovato tenía todas las papeletas para que alguien como yo la odiara intensamente.


Había visto su careto (como el de sus amigos los Chonas) varias veces por anuncios de páginas web sobre la película Camp Rock. No iba a verla, a pesar de todas las veces que alguien me repitió que lo hiciera. Pasaron los meses y yo aborrecía leer su nombre. Demi aquí, Demi allá...¡malditos fenómenos adolescentes!

Y, entonces, ocurrió. Una noche de ésas que se me olvida cargar el MP4, mis padres ya me han hecho apagar el ordenador y no hacen nada en la TV... Casi nada. Vamos, que era Camp Rock o un episodio de L'alqueria blanca. Me decidí por la primera y así mi amigo dejaría de darme la tabarra. Y gracias que lo hice.
Allí estaba ella, la ya aborrecida Demi Lovato con sus curiosas expresiones (siempre me ha parecido graciosa la cantidad de muecas que hace con su rostro) y su pelo envidiable. Pero lo más importante: su voz. Boquiabierta se quedó una servidora ante la canción This is me, a piano (mejor que la versión con Chou Chonas). Me tragué la película sólo para volver a escucharla cantar (y, señoras y señores, me tragaré Camp Rock 2 también para escuchar sus nuevas canciones).

Escuché el primer disco, su primer álbum discográfico. Pasé semanas cantando canciones como Don't forget por los rincones de mi casa. Y al fin llegó el segundo, el que realmente me convenció de que era una cantante que merecía la pena (para mí, desde luego, porque seguro que a muchas otras personas les disgusta). Here we go again. Mucho más mi estilo y sencillamente maravilloso.
Desde que se rodó la película que la llevó a la fama, Demi Lovato ha ido cambiando su imagen. Todo. Recuerdo que llegué a leer que ella siempre quiso aparecer con ese estilo, con toques roqueros y tal. Y, personalmente, acertó porque me encanta. Sobre todo, me encantan sus zapatos. Quién tuviera dinero para llenar un armario con ellos...

Nadie podrá convencerme de lo contrario: Demi Lovato podrá ser o no muchas cosas, pero siempre poseerá una voz que me enamora. Pero no, no le voy a pedir matrimonio... Por ahora.

domingo, abril 18, 2010

Sweeney Todd

No, no vengo a hacer una crítica de la película. Básicamente porque no soy nada objetiva. Así que paso de hacer una crítica y me centro en los "por qué me ha gustado". A mí. Sobre todo, por qué es una de mis películas favoritas, entre muchas otras más. De hecho es de las pocas películas que he comprado en DVD (sí, utilizo descargas ilegales, por si la Sinde quiere hacerme una visita y tal).

Para empezar, el director y el reparto son sencillamente maravillosos. Tim Burton, con su característica locura, convierte cualquiera de sus películas en malditas obras de arte. ¿Qué puede salir de una mente como la suya si, además, sumas nombres como Johnny Depp, Helena Bonham Carter o Alan Rickman a la película? Simplemente lo más parecido al éxtasis que yo haya probado (y pruebe) en toda mi vida.

¿Qué podemos decir del lugar donde sucede la historia? Londres. Una mala época. Un toque oscuro (los colores predominantes durante todo el film son el negro y el blanco), como sólo Burton sabe crear, hacen de la película una obra más tétrica. A decir verdad, el contraste de colores durante las casi dos horas que dura es muy curioso (sobre todo la escena de la "ilusión" de la señora Lovett). El vestuario es fantástico, me encantan los vestidos que llevan. Felicidades a los encargados de él desde aquí.

Y los personajes. ¡Ay, los personajes! Con un reparto tan maravilloso, Sweeney Todd sólo puede tener personajes curiosos e interesantes. Para empezar el protagonista, Sweeney Todd o Benjamin Barker, interpretado por Depp. No sé cuál de los dos está más loco, si el personaje ficticio o el propio actor. El caso es que la interpretación es perfecta: sólo Depp podría actuar haciendo este papel, poniendo las expresiones que solo él sabe formar. Es, simplemente, impresionante.

Por no hablar de mi querida señora Lovett, con Helena B. Carter en el rol. Su historia es trágica (no tanto como la de Barker, pero trágica al fin y al cabo) y el ambiente en el que vive la hace parecer una loca rematada. ¡Y me encanta! Tanto su forma de vida, su actitud frente a las cosas que van sucediendo y, en especial, su obsesionamiento con Sweeney Todd que la hace delirar. Mientras él sólo piensa en su venganza, ella crea una ilusión en la que ambos viven un cercano romance.

De los demás personajes poco puedo destacar, aunque uno de mis favoritos es Anthony Hope (caracterizado por mi fantástico e impresionante Jamie Campbell). Todos ellos hacen gala de unas voces maravillosas demostrando que, a parte de buenos actores, también son buenos cantantes. Me sorprendió mucho Johnny Depp, nunca hubiera pensado que cantaba tan bien. Porque sí, todos los actores utilizan sus propias voces. Así lo quiso Burton y yo aplaudo la decisión.

Conclusión: una película 100% recomendada. Buen guión, buen reparto y buenos escenarios. Como nota personal os cuento que a mi madre (a quien no le gustan las películas/musical) le encantó. Esa es otra, porque si la veis tenéis que verla con subtitulos en las canciones, porque en ellas continua la historia y a veces te explica mejor cómo se sienten los personajes. En fin, después de haber leído todo esto creo que he dejado claro mi amor por las películas de Tim Burton en general y los ojos de Jamie Campbell en particular.

¿Qué tiene Sweeney Todd que todos quieren un afeitado con él...?
 

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