miércoles, noviembre 30, 2011

Will you stay away forever?

Me encanta. Que intentes alcanzar, que intentes ser. Probar, al fin y al cabo. Me encanta, porque demuestra que eres más fuerte de lo que todos imaginan. Sin embargo, no todo se reduce a eso. Es hora de cambiar, pensar en lo que realmente importa. Cuando todo termine, ¿qué quedará? Ellos no permanecerán aquí cuando todo se haya ido, sino que se irán, con ello, a otro lugar. ¿Qué hay de ti? ¿Cuál será tu lugar en este mundo? Por eso, hoy, me encantaría que intentarás imaginar, que intentaras soñar, pues jamás podrás acariciar el futuro sin antes haber decidido cuál quieres que sea. Y entonces, sólo entonces, vivirlo.

viernes, noviembre 25, 2011

All you need is love


¿Qué me queda por decirte, después de todo lo que hemos pasado? Que no importa nada más, no importa. Podemos con todo y lo hemos demostrado. Sin embargo, no queda leche para el desayuno de mañana, así que no te olvides de pasar por el super de la esquina. Y, ya que estás, compra un par de pastelitos para después de cenar. Estaré en casa a eso de las nueve para hacer la cena juntas. Y son las cuatro. Ufff... ¿Todavía falta tanto para volver a verte? Y nada más. Que te quiero.
lunes, noviembre 21, 2011

Intenta emportar-te els bons moments

Núvols. Sembla que la meua ànima hi estigués representada. Puc sentir el trepitjar de la pluja a la finestra, i m'agradaria alçar-me, obrir-la, sentir les gotes caure a la meua mà. Però avui em manquen les forces. No és res nou la meua impossibilitat per a fer les coses que m'agradaria fer. No em jutgeu massa per això.
sábado, noviembre 19, 2011

Madness

Siento toda la presión, la incomodidad, la agonía atragantada en tu garganta sin posibilidad de hacerla desaparecer; pues hoy te puedo asegurar que no fue premeditado. Siento toda la inestabilidad emocional que por mi culpa has tenido que sufrir día tras día, ésa que por más que intentarás sobrellevar... era imposible. Las personas que lloran a solas lo hacen tan sólo para parecer más fuertes, conscientes de que ahí, en esa difusa y solitaria intimidad, son la debilidad hecha realidad. Siento, aunque jamás lo creas, el agotamiento tanto físico como mental que te hice padecer. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, simple. Siento, también, las frustrantes indecisiones, los malos razonamientos, las interminables reflexiones pseudo-filosóficas y los sueños delirantes e inalcanzables. Siento las pesadillas que te despertaban en medio de la noche, asfixiándote, y permanecían durante días en tu mente. Siento que perdieras, a menudo, la razón y el conocimiento de ser lo que quieres ser. Siento todo el dolor causado, lo siento de veras. Pero siento, sobre todo, una cosa. Probablemente la más cruel de todas, la que nunca supiste superar, admitir, aceptar. Siento que te hubieras enamorado. No estaba en ninguno de nuestros planes, te lo prometo. No hemos aprendido a manejar las riendas de esto, y puede que, tal y como están las cosas, nunca lleguemos a hacerlo. Te deseo suerte, porque creo que no luchamos en vano. Que la derrota de hoy nos acerque a la victoria de mañana.


Un saludo,

Tu adolescencia.
viernes, noviembre 11, 2011

Far away


¡Vamos a ser! Y lo seremos, seguro, porque cuando se te mete algo en la cabeza no hay quien te haga cambiar de idea. Vamos a ser... algo. Y río ante tu mirada de desconcierto, observándome con el ceño fruncido, pensando a saber qué cosas de mí... Y la pregunta se hace inevitable. ¿Qué piensas? Y ahora eres tú el que ríes, llevado por esta locura disparatada. Alzo las cejas, expectante. Pienso... ¡que lo seamos! Y vuelves a reír. Y yo, derrotada, rendida, curiosa quizá, pregunto por ello. Qué seremos, qué somos. Y juntas los labios, pensativo. Uhmmm. Probablemente en otra ocasión ya me estaría riendo, probablemente..., pero hace mucho que esperaba este momento. Necesito oírlo de tus labios, ¡así que... dilo! Sacudo la cabeza, impaciente. Y no te haces esperar. No me apetece que yo sea yo... ni que tú seas tú... Y sonríes. Dejemos eso aparte, y seamos... un nosotros. Y ya está. Ya no hay nada más, la realidad parece tan lejana. Ya no hay nada más. Se fueron. La realidad, y todos, y todo.
viernes, noviembre 04, 2011

Danny

-Venga, vamos a tu casa...

Por quinta vez, la hace a un lado. Ella, contrariada, frunce el ceño. Él le dedica una mirada de fastidio.

-Te he dicho que no, Grace.

De un salto esquiva los columpios y continúa caminando hacia la carretera. Aún escucha los gritos caprichosos de la joven. Finalmente, oye que regresa junto al grupo de adolescentes que se han trasladado al parque frente al instituto, al acabar el baile de graduación, para continuar la fiesta allí.

Danny está cabreado. ¿Y cómo no estarlo? Con el mundo, con Grace, con ella. Y, sobre todo, con él. Esta vez la ha jodido del todo. Lo ha notado en el tono de voz de Holly, en la manera en que lo ha tratado... Incluso en la oscuridad ha podido distinguir sus ojos vidriosos, arriba, observándolo desde lo alto de la ventana de su habitación, que le han partido el alma. Golpea un contenedor de basura con el puño. ¡Joder! Qué... idiota.

El año escolar se ha terminado. Es el final... o la oportunidad, para muchos, de comenzar algo nuevo. ¿Y él, qué hará? No lo sabe, no le preocupa no saberlo. Y, de pronto, le empieza a preocupar que no le preocupe no saberlo. ¿Qué hará Holly? Sí, eso sí le preocupa. Probablemente irá a la universidad, ojalá le den esa beca que tanto ha estado esperando. Crecerá, se convertirá en una mujer guapísima. No le faltarán candidatos para ser su marido. ¿Y qué tendrá él que hacer entre todos esos? Tíos guapos, ricos, posiblemente más educados y menos gilipollas que él...

Toma asiento en un banco, cerca de la esquina que da a su calle. No le apetece llegar a casa y encontrarla vacía. Es más que probable que su padre esté en algún motel de las afueras con Sam, su secretaria. Su madre habrá salido con su grupo de amigas de la universidad, o quizá esté follándose al ex-marido de la señora Vanhaussen. En cuanto a su hermano mayor, ése simplemente nunca está. Qué mierda de mentiras, de engaños. Qué mierda de vida. Se da cuenta, de repente, que él no quiere que la suya sea así. Pero tendrá que hacer algo para cambiarlo...

¿El qué?

Reflexiona. Se enciende un cigarrillo, eso le ayuda a pensar. Y, en su mente, un nombre. Holly. Sí, ella. Ella es la única solución, la vía de escape entre tanta mierda. ¿Pero qué demonios te ocurre, Danny? Ya se te ha puesto la sonrisa tonta en la boca, como cada vez que piensas en ella. Suspira. Es tarde. La ha cagado. Pero no, no puede ser, la cosa no puede acabar así. Debe haber alguna forma de remediarlo, algo que le ayude a recuperarla...

¿El qué?

Idea. Se levanta de golpe. Debe hacerlo ya, antes de que sea demasiado tarde. Saca el móvil mientras camina a paso rápido a lo largo de la avenida. Y mira la hora: ya son las cuatro.
jueves, noviembre 03, 2011

Ashley

¡Qué bonito es ser la reina del baile! La más guapa, la más envidiada y deseada. Toda chica sueña con serlo una vez en su vida, especialmente si es su último año en el instituto. Curiosamente, ella ha podido disfrutar de ese privilegio. No obstante, ¿alguien la creería si supiera que ha sido la noche más amarga de toda su existencia?

¡Ashley! ¡¿Pero qué demonios has hecho?! Quítatelo ahora mismo y dámelo... Es lo único que le ha dicho su madre, a gritos, cuando ha llegado a casa y ha visto todas las manchas y el par de desgarrones que llevaba en el vestido de graduación. Como no podía ser de otro modo, no ha visto las lágrimas que inundaban los ojos de su hija, así como tampoco el maquillaje corrido y el leve temblor de sus labios. Qué más da. Todo eso quedaba eclipsado por el deterioro del vestido de casi diez mil dólares que le compró a su hija para que estuviera, sencillamente, deslumbrante en su último baile en el instituto.

Antes de llegar a su habitación, Ashley se ha quitado la ropa y se la ha dado a su madre. Y cuando ha entrado en su cuarto, ha visto su silueta en el espejo. Primero, vacila, pero no tarda en dar dos pasos atrás y detenerse frente a él. Puede ver su cuerpo reflejado, pero no se reconoce en él. Es como verse desde otro punto de vista, lejano, como si no fuera ella la que ocupara aquel cuerpo y, por tanto, no pudiera responder por él. Ve sus hombros convulsionarse, las lágrimas que continúan resbalando por sus mejillas, pero no lo siente. De hecho, ya no siente nada. Observa su piel, amoratada en algunos lugares, tanto por el frío como por lo que ha sucedido. El sujetador, colocado torpemente, está sucio. Se lo quita, a la vez que la parte de abajo del conjunto, y queda totalmente desnuda frente al cristal. Sólo hay algo que todavía no se ha quitado: sobre su cabello aún conserva la corona de reina del baile. Quiere quitársela, arrancarla, tirarla con fuerza contra la pared, pero sus manos ya no le responden.

Débil. Cae al suelo, convulsionándose, y aprieta los labios con los dientes para no llorar hasta incluso llegar a hacerse sangre. Araña con fuerza la alfombra de terciopelo; siente sus uñas romperse una a una por culpa de la ira que la posee. Pero todo dolor físico resulta una mera caricia en comparación a lo que guarda en su interior.

No recuerda cuántas horas ha estado así, pero se sorprende al descubrir la hora en el reloj de la pared. Ya son las cuatro. Se levanta y tras coger ropa limpia entra en el baño para darse una ducha. Encuentra su teléfono móvil en el lavabo. Marca el número de Holly, por instinto. Pero ésta no le contesta. ¿Qué está haciendo? ¿Todavía estará en el baile? No puede ser, ya es muy tarde. Al tercer intento, tira el móvil al suelo, enfadada. Todo el mundo parece imbécil esa noche. Recuerda perfectamente las miradas (algunas, preocupadas; otras, burlonas) de la gente, lejos de envidiarla por ser esa noche la reina del baile: todos se han enterado de lo de Jason con la de quinto. ¿Y creen que ella no? Lo supo incluso antes que ellos. Pero ha estado demasiado cabreada y ocupada para enviarlo a la mierda oficialmente. Ashley se cuela dentro de la ducha y un instante más tarde el agua cae sobre su piel. Igual que el bruto de Charlie y sus amigotes, que, hasta el culo de coca, la han acorralado en el baño y se han aprovechado de ella. Eh, venga, Steve, no seas marica, escuchaba que le decían al más pequeño, que no quería tomar parte en aquello. Si ha de ser sincera no recuerda nada más, la ansiedad la ha invadido por completo y sólo ha podido cerrar los ojos, y esperar que todo pasara, eran demasiados contra ella sola...

Ni siquiera dentro de la cama, tapada con varias mantas, consigue dejar de tiritar. ¿Y ahora qué?, se pregunta. ¿Qué se supone que debe pasar? Si a nadie le importa, si nadie luchará por ella... Quizá es hora, por fin, de que empiece a hacerlo ella misma.
miércoles, noviembre 02, 2011

Holly

Ya son las cuatro.

Vuelve a asegurarse. Levanta la muñeca derecha hasta la altura de sus ojos y entrecierra éstos para poder ver mejor. Puede oír el tic-tac de la varilla más larga, la de los segundos. No hay duda, ya son las cuatro. Teniendo en cuenta que debía estar en casa a las once para acostar a Mike, no es que llegue precisamente a tiempo.

Pero, ¿importa?

Holly mete, sin cuidado de no hacer ruido, su llave en la cerradura. Tras un breve forcejeo, la puerta se abre. Un aroma a queso rancio y a cerveza se cuela por sus orificios nasales. No le provoca mueca alguna, está acostumbrada a aquel olor. Avanza por el pasillo a oscuras, con cuidado de no pisar ninguna prenda sucia, alguna lata vacía o cualquier otro objeto que no debería estar allí. Sin embargo, termina pisando varias bolsas de plástico que alguien ha dejado olvidadas la tarde anterior en el suelo, muy cerca de la puerta de la cocina. Va directa a la habitación del fondo, la de Mike, pero se detiene al pasar por delante de la de su otro hermano y ver que todavía está despierto.

-¿Kellan?

El resplandor de la pantalla del televisor ilumina su rostro cansado. El pequeño de tan sólo nueve años frunce el ceño sin apartar la vista del aparato, ni siquiera alza la vista para mirar a su hermana cuando le dice:

-¿Qué?

Tampoco Holly está sorprendida de haberlo encontrado despierto. En el fondo sabe muy bien que Kellan nunca puede conciliar el sueño hasta que ella llega a casa. Holly cierra la puerta tras de si y descubre que Kellan está viendo en la televisión una peli porno nocturna. Sin más dilación, apaga el televisor.

-No deberías ver esas cosas.

Haciendo caso omiso a las protestas de Kellan, la joven lo envía a dormir. Busca en sus cajones algún pijama limpio, pero no lo hay: todos están por el suelo desde hace varios días. Suspira y lo arropa sin quitarle su chándal gris.

Antes de que Holly haya abandonado la habitación, Kellan ya se ha dormido. Camina hasta la habitación de su otro hermano y tampoco esta vez se sorprende al descubrir que, a diferencia de Kellan, Mike sí está dormido. A pesar de ser más pequeño, siempre ha sido más responsable. A menudo Holly se pregunta de quién lo habrá aprendido.

-¿Holly, eres tú?

Entra en su habitación sin contestar a esa voz embriagada que llega desde el fondo del corredor, probablemente porque le trae malos recuerdos sobre todo a esas horas de la madrugada, cuando era manoseada por él. Nunca le ha llamado padrastro, ni tampoco por su nombre. Simplemente es el tipo que se tira a mamá y de vez en cuando trae dinero a casa porque las apuestas de la semana le han sido favorables. En realidad, a Holly no le gusta llamar a nadie a quien odia por su nombre. No son para ella siquiera dignos de ser nombrados por una palabra propia.

Se acuesta en su cama sin quitarse el vestido. Y llora. ¿Motivos? Los puede hallar por todas partes, pero esa noche son más especiales, si cabe. Porque ha terminado su último curso del instituto, porque no ha aprobado ninguna asignatura. Porque el baile de graduación ha sido una impresionante mierda. Porque Jason Highway, el novio de Ash (su mejor amiga), se ha follado a una de quinto y todos lo saben, menos ella. Porque, para variar, Danny le ha estado comiendo la boca a Grace delante de sus narices... Porque es adolescente, y el mundo le pide a gritos que, día a día, comience a dejar de serlo si quiere que su familia esté bien.

Qué injusto, ¿no?

Un ruido en la ventana. Lo ignora. En su cabeza todavía tiene miles de imágenes de esa misma noche. Recuerda, sin saber por qué, la voz de Dianna. ¿Quieres? Una bolsita llena de algo que incluso en la oscuridad puede identificar como maría. Alza una ceja. Vamos, Holly, lo pasaremos bien. Si Ash ni siquiera sabe cómo fumarse todo eso ella sola, piensa Holly mientras la chica le sonríe. Rechaza la invitación, no tiene ganas de ver lo ridícula que estaría su compañera fumando algo de lo que no tiene ni idea que le provocará.

Otro golpecito. Esta vez ya no puede ignorarlo. Se levanta, sube el cristal de la ventana y asoma la cabeza. Abajo, una silueta con un grapado de piedrecitas en la mano que suelta en cuanto Holly aparece. Danny. No podía ser otro. Y Holly habla exactamente como Kellan había hecho minutos antes.

-¿Qué?

-¿Estás enfadada?

Como si hubiera alguna duda. Holly no le contesta. Un instante de silencio en medio de la noche.

-¡Oh, vamos, Holly! -Danny alza los brazos-. ¡Iba borracho!

-Como casi siempre.

Él se rasca la nuca con una mano.

-A ver... ¡Holly! A ver... -y se muerde el labio inferior, inquieto-. ¿Qué quieres que haga? Porque lo haré, vamos. Dime.

-Suicidarte podría ser una buena solución.

-¡Oh, venga, Holly...! ¡Holly!

Y la joven cierra la ventana. Corre la cortina. Más golpecitos. Piensa hacer caso omiso, así que se coloca los auriculares y pone al máximo cualquier canción de su lista de reproducción. Se tumba en el colchón. Y llora, de nuevo.

¿Motivos...?

Porque cada vez se le hace más pesado ignorar las cosas.
jueves, octubre 27, 2011

No romance around there

Creo que no pido tanto.

Y ni siquiera lo pido, lo suplico. Porque si ahora es así, ¿en qué se convertirá dentro de un par de años? Comprendo lo que ocurrió, pero no lo que está ocurriendo. Es una verdadera pena. A veces no está mal detener las cosas para echar una ojeada a lo que dejamos atrás. ¿No te has planteado que quizá olvidas algo?

Y qué sé yo... Que me encantaría tomar un café contigo, pero que sé que es imposible. ¿Y qué me queda? Mucho, quizá más de lo que a primeras pueda parecer. Crecer implica dejar crecer, y más.

Inventario. Tiempo de locos. Qué abrumador, ¿no? Sólo una tarde de palomitas con chocolate, y una canción de los Arctic que nos recuerde quiénes fuimos, porque a veces lo olvidamos.

martes, octubre 25, 2011

Insane


Es posible que la única forma de hallar algo de cordura entre tanto disparate sea sencillamente conseguir cerrar los ojos, dejar a todas esas voces que hablen, que hablen... pues, al fin y al cabo, no van a lograr nada de ti.
domingo, octubre 23, 2011

Hay días que prefiero ser lo último que quieres a tu lado

Hay tantos sentimientos posibles, tantos... Para vivir, para morir. ¿Y de qué piensas que hablaré hoy? ¿De la vida? ¿De la muerte? ¿De todos esos breves momentos que le dan sentido a la mayor parte de las entradas de este blog? Siento decirte, mi querido amigo, que hoy no.
Porque la entrada de hoy es mucho más especial que todo eso. No vengo a haceros reflexionar, o a contaros por qué odio tanto todo. Tampoco pretendo transmitiros lo que sentí cuando cierta tarde alguien me susurró al oído unas bellas palabras. Ni siquiera estoy interesada en que acabéis de leer esto. Mi intención esta vez es mucho más privada.

Necesito decir algo. Decirlo, sin más. Dejar que las palabras salgan de mi cabeza, vuelen entre mis dedos y terminen aquí. Probablemente no sea el mejor modo, ¿pero en qué lugar mejor que éste, donde está, a fin de cuentas, recopilada la mayor parte de mis pensamientos adolescentes? Sin duda si debe estar en algún sitio, es éste.
Y bien, ahí va: tengo saturada la mente. No me había dado cuenta del todo hasta hace unas horas. No puedo más. Las ideas comienzan a desbordarse a la par que mis emociones. Para que sea más entendible, no puedes llenar un vaso con agua si ya está lleno de ella. Así que necesito un respiro, otro recipiente en el que depositar algo de todo ese cúmulo de cosas. Y es ahí donde llega mi verdadero problema.


¿Dónde?
No puedo depositar agua en un vaso en el que hay Coca-cola, y tampoco en otro que hay Fanta de limón. No puedo porque los resultados de ambas acciones serían desastrosos. Sigo con esta ejemplificación para no perderos demasiado.

Así que por el momento sé que las cosas van a continuar así. Todos van a tratar de ayudar a vaciarlo sin saber que pueden ahogarse en el intento. Por otra parte, no deben temer por mí: yo vivo ahí dentro; y es, desgraciadamente, imposible ahogarte en tu propia creación.
miércoles, octubre 12, 2011

The type of kisses where teeth collide

Hola.

¿Sabes qué pienso? Que es gracioso el camino que toman las cosas. Es algo sobre lo que he estado reflexionando hoy. Lo que no me lo parece tanto es no saber cuál es el que debo tomar yo. Me encanta pretender que sé exactamente a dónde voy cuando lo único que hago es dar vueltas en círculos a la misma manzana, esperando una señal, algo que me guíe y me señale la dirección correcta. Ya ves, sigo siendo tan indecisa como de costumbre. ¿O creías que todo esto me había hecho cambiar? No, en el fondo sigo siendo igual que siempre, igual que tú.

Lo más gracioso de todo esto es recordar que no es nada nuevo. Siempre me he pasado los días deambulando por todos los caminos posibles. ¿Recuerdas cuando lo hacíamos juntos? Y tú chillabas tratando de asustarme a las tres de la madrugada cerca de un callejón. Pero no había nada, claro que no. Y reías, como si fuera lo más divertido del mundo. Te dedicabas a dejar las anillas de las latas sobre cualquier lugar que pillara de paso, como si dejaras tu huella. O cuando tratabas de enseñarme a lamerme el codo. ¿De qué demonios tienes hechas las extremidades? O, incluso, cuando comenzabas a improvisar una canción disparatada acerca de un hombre sin zapatos que buscaba a su gato desaparecido. Oh, casualidad, nos acabamos de cruzar con un anciano descalzo. Y te miro de reojo, descubriendo esa sonrisa traviesa en tus labios. Eras increíble. Sí, qué bien lo recuerdo todo...



Curiosamente me vienen a la mente todos esos recuerdos mientras paseo por una de esas mismas calles. Y me ha dado por, no sé por qué, pensar en ello. Definitivamente, qué gracioso es el camino que toman las cosas. Pero, ¿y yo? ¿A dónde voy? Quizá no estoy buscando un camino, quizá sólo estoy siguiendo el rastro de esas anillas de latas...
lunes, octubre 10, 2011

Todo acaba en este mundo menos lo que nunca empieza

El camión de la basura le ha despertado, a eso de las 0:49 de la noche. En un principio, no se ha dado cuenta; la comodidad de ese colchón es verdaderamente placentera. Todo es normal. Las sábanas, suaves, ligeras, siempre familiares. Y el tenue resplandor que se cuela por debajo de la persiana, que refleja la mesa de cristal unos metros allá. Nada nuevo para él.

Pero unos segundos después, lo recuerda. ¿Cuánto hacía que no estaba allí? Piensa, primero, que mucho. Luego, cuando consigue despejar su mente, que tampoco tanto. ¿Un año y dos meses? Algo así. Recorre la mirada por el techo, no quiere volver a dormirse. Le apetece saborear esos segundos de tranquilidad, de esa deliciosa felicidad que le provoca estar ahí. Se da la vuelta a la derecha, y la encuentra. Reconoce su espalda desnuda gracias a la poca luz que entra en la habitación. ¿Qué ha pasado? La pregunta suena en su mente tan idiota como en cualquier otra. Como si quedara alguna duda sobre la respuesta... Y sonríe de lado. Dobla el brazo y se sujeta la cabeza con la mano. Qué extraño es todo. Siempre lo ha sido, en realidad. Cuando acaban así, se marcha hacia las seis, antes de que ella se despierte. La situación sería muy extraña por la mañana, al encontrarse los dos, desnudos, en una cama. Y lo cierto es que, aunque nunca hay despedida, la situación siempre se repite. No es sexo por sexo. Es una relación compleja, casual, habitual. Extraña.

Decide adelantar el momento de marcharse, así tendrá tiempo de llegar a casa y dormir algo antes de irse a trabajar. Y cuando se incorpora, algo lo detiene. Una mano, la de ella. Se gira de nuevo y la ve, observándole. Al parecer no es el único al que el camión de la basura ha despertado. Ella le obliga a volver a su postura anterior, y él no opone resistencia. Descansa la cabeza sobre la almohada y suspira. No es un suspiro de fastidio, sino de alivio al saber que su estancia en ese lugar va a ser un poco más larga, aunque nunca llegue a admitirlo. Ella lo estudia durante unos segundos, seria. Él rehuye su mirada. Finalmente, ella susurra unas palabras, las palabras, ésas que él siempre ha deseado que le diga aunque no lo sepa ni él mismo. Necesito verte cuando despierte. Cierra los ojos, se le han humedecido ligeramente. Pero ella acaricia su mandíbula y él se arma de valor para dedicarle una mirada llena de significado. Se sorprende al ver que ella no parece triste, ni siquiera molesta, sólo sonríe. Y es una sonrisa tan sincera que su corazón da un vuelco. Ella pasa una pierna sobre las suyas y besa sus labios con suavidad. Caricia a caricia, paso a paso, se sinceran. Confiesan lo que nunca antes habían confesado. ¿Estarás cuando amanezca? Sí, hoy sí. Hoy quiero que necesites que esté. Abrázame, no hables, no pidas más. Siento todo lo que ha ocurrido. ¿He sido demasiado idiota? Y sabes que deberías acostumbrarte. Quizá nunca puedas perdonarme, o quizá sí. ¿Puedo decirte algo antes de volar juntos? Qué bien te sienta ese vestido invisible.
sábado, octubre 08, 2011

Si tu te'n vas ben lluny d'aqui

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos miramos? Me encantaría recordarlo. Pero te alejas, te alejas... ¿Podrás hacer que olvidas un poco de ese brillo y dejarlo aquí, conmigo?, pues lo necesito. ¿Necesitas tú algo? Toma lo que quieras, es tu oportunidad.
Palabras que todavía revolotean por mi cabeza. Las tuyas, las mías. Todas las palabras. Sé que eran, sin lugar a dudas, premeditadas. Que se habían quedado desde hacía tiempo en la comisura de nuestros labios. Inevitablemente pienso que podría haber sido más sencillo que en vez de quitártelas con preguntas, te las hubiera quitado a besos. Pero ya no.
Si te entristece todo esto, si te arrepientes, si sólo desearas regresar por un instante... dilo: te necesito, y regresaré. Sólo dilo. Extiende tu mano, pues sé perfectamente cómo curar tus heridas, borrar ese dolor que arrastras desde hace tanto tiempo. Sin embargo, hazlo ahora, o será, como tú dices... demasiado tarde.


domingo, septiembre 25, 2011

Y cada vez que cedo, tú olvidas que caíste



No soy perfecta. Pero hoy he visto la imperfección de esa no perfección, y se me hace tan horrible, tan amarga, tan espantosa, que he decidido algo: vivir con detalles perfectamente imperfectos.
viernes, septiembre 23, 2011

Yo mataré monstruos por ti

Jamás podría vivir junto a una estación de tren. Unos van, otros vienen. Hoy me he dado cuenta de cuánto me asusta la simple idea de una estación. Odio el amargo significado que guarda. Porque odio las despedidas, porque odio pensar en ellas. La vida es cambio, pero de todos ellos quizá sea éste el que más duro me resulta. ¿Por qué un adiós pudiendo ser un hasta luego?

Por eso, porque no soporto despedirme de ti, el miedo se apodera de mis reflexiones. Me niego a despertarme sin la certeza de que voy a verte; no puedo, no quiero verte marchar. Hoy al menos no. La decisión está más que tomada, soy totalmente consciente de ello, pero dame un instante, uno sólo, para hacer de esto la eternidad. Déjame guardar en mis recuerdos tu voz, no quiero olvidarla cuando rememore cada una de tus palabras. Ni tu sonrisa divertida, o tus labios, formando una mueca de desagrado por el frío del invierno. ¿Lo oyes? Es el tren, acercándose. Te he dicho que no había marcha atrás, ni siquiera nosotros mismos podríamos cambiarlo. No obstante, es el momento, nuestro momento, para recordar. No necesito un beso, una caricia, un abrazo de despedida. Sólo a ti, a mi lado. No me tomes de la mano, temo que ése sea el último gesto más bonito que llegue a sentir en la vida. Tampoco digas nada, cualquier palabra estaría de más y estropearía esto. ¿Puedes oler el humo, la máquina que se aproxima cada vez más? Yo no, estoy demasiado embriagado por tu perfume. Y así lo estaré siempre.

No voy a mirarte antes de marchar. He cerrado los ojos y no pienso abrirlos hasta estar seguro de que ya no estás. Me gustaría decirte algo antes de que nuestro instante termine, algo que quizá te ayude, o te reconforte, cuando te sientas sola. ¿Podrás allá recordar cada uno de los días que compartimos? Las comidas, los amaneceres, las lágrimas. El tiempo, que ahora duele. Que nuestro recuerdo no te entristezca, fue demasiado hermoso para que se convierta en algo así. Que nuestro instante, nuestro momento, este preciso segundo, sea inmortal. Podrás verlo siempre que quieras. En cada esquina de la nueva vida que se extiende ante nosotros, quizá no tan nueva, quizá no tan vida. En cada día. Cada mañana. Cada beso. Allí estará, nuestro momento, mientras tú desees que lo esté. La inmortalidad en tus manos mientras que en las mías sólo un billete sin regreso.

Y te alejas, te alejas... Ya no estás, puedo sentirlo. ¿Puedes tú? Qué amargo está el café en este lugar. Será tu ausencia. Y al echar otra cucharada de azúcar, mientras los pequeños granos caían sobre la superficie negra, lo he visto, tan dulce... nuestro momento.

He decidido que no volveré a coger un tren a no ser que éste me lleve de nuevo allí. Y de una cosa estoy seguro: los viajes en el tiempo, hasta ahora, no son recomendables.
martes, septiembre 13, 2011

No hope


He said I was wrong
about his plans of life;
but I knew who I was
and don't change with time.

It's not make sense
learn how to fly
if you have no hope
in things that made you cry.
lunes, septiembre 12, 2011

Through your eyes

Suspiró a la vez que dejó caer la cabeza sobre su hombro. Su calidez la reconfortaba, le daba fuerzas para continuar, pero aumentaba su nivel de demencia. Había aceptado aquello y no le importaba. La balanza de sentimientos que cargaba se tambaleaba sin necesidad de que intervinieran más factores.

Se había dado un minuto para reflexionar acerca de algo que él había dicho y había acabado pensando en cosas sin sentido que no guardaban ninguna relación con el primer tema. A su alrededor todo era silencio, salvo los improvisados acordes de la guitarra que él hacía sonar, tratando así de hechizarla del todo. Finalmente, reaccionó. Su mirada se posó sobre la ventana, quería adivinar la hora que era tan sólo con mirar el cielo; pero la persiana entorpecía su deseo. Entonces decidió hacer algo mejor. Giró la cabeza hacia la derecha y esperó. En el momento en que sus ojos se encontraron con los de él notó las chispas que revoloteaban en su retina. Pero bajó la mirada y regresó a su posición inicial, decepcionada: había pretendido ver una balanza de sentimientos que no era la suya tan sólo con fijar la mirada en sus ojos.


martes, agosto 30, 2011

Volver atrás



¿Has sentido la agobiante necesidad de volver atrás? Para remediar algo, para tratar de corregir un grave error. O bien para revivir una sensación, un chute de adrenalina que te devuelve una pequeña parte de lo que fue. Probablemente echar la vista atrás sea un suicidio en muchos casos, mientras que en otros sólo resultará un gesto desesperado de un alma nostálgica.

No me atrevo a decir por qué volvería a mi pasado, y a qué época exactamente. Hay tantas cosas que ocurrieron, tantos sueños incumplidos, tantas sonrisas y tantas lágrimas, tantas despedidas amargas, tantas noches en vela. Tantos recuerdos. La vida son cambios, una constante secuencia de sucesos tan pausada que ni siquiera llegamos a ser conscientes de ellos. Pasan, ante nuestra atontada mirada, en silencio y, a menudo, sin que nadie lo impida.

Hoy es treinta de agosto de dos mil once y me siento incapaz de echar la vista atrás. Algo en mi cabeza me lo impide cada vez que trato de hacerlo, porque algo en mi interior está pidiendo a gritos no más pasado, no más vistas atrás.

¿Has sentido la agobiante necesidad de avanzar adelante? El presente me distrae mientras que el futuro se presenta ante mí tentador, casi peligrosamente atractivo. Quizá sea cosa del momento, pero hoy es lo que siento.

Y mañana, quién sabe.
viernes, agosto 05, 2011

In live (4/8/11)

No es la primera vez que hablo de ella aquí, y probablemente tampoco la última. Pero la ocasión lo merece. No había comentado nada porque no era seguro. Y ahora que ha pasado no puedo más que contaros la experiencia.

La espera fue agotadora. Casi una hora de cola. Gente, mucha gente. Impaciencia. Y algo de nervios, por supuesto. Al fin dentro. Comenzamos la noche con buen pie, con un grupo que no conocía y que me dejaron un buen sabor de boca: Dorian. Luego vinieron The Charlatans, menos movidito (al menos en cuanto a la gente se refiere), aunque lo cierto es que yo ya no estaba prestando demasiada atención al concierto, no hacía más que mirar el reloj y calcular cuánto tiempo quedaba. The Charlatans se despidieron sobre las 0:00. Quedaba media hora. Más nervios. Mucha más impaciencia.

Y finalmente, apareció.

Alrededor de las 0:30, el escenario DAS del Arenal Sound acogió a Lourdes Hernández, más conocida como Russian Red, con una energía impresionante. Lo mejor del concierto sin duda alguna fue la conexión entre el público y la cantante: la gente quiso pasárselo bien y lo hizo, de una forma tan intensa que la misma Russian Red reconoció que estaba siendo "el primer concierto con más gente y más ánimos" que ella y sus músicos habían hecho hasta el momento, lo que no es demasiado sorprendente pues, para empezar, no acostumbran a colaborar en festivales, mucho menos a altas horas de la noche. La experiencia pareció gustarle y no dudo en que repetirá en cuanto pueda.

El concierto comenzó con un par de canciones bastante russianeras, para todos aquellos que no la conocían y quisieran hacerse una idea de lo que la noche les aguardaba. Siempre había sabido que el directo de Russian Red impresiona, pero anoche lo corroboré. Mis expectativas en cuanto al concierto eran altas, lo cual era bastante malo. Ya sabéis, cuantas más expectativas tienes en algo, más fácil es que te decepcioné. Sin embargo, me bastaron ese par de canciones del comienzo para saber que aquello iba a ser legendario. Disfruté muchísimo, el repertorio de canciones fue muy bueno, aunque eché en falta muchas de su primer disco (todo no se puede tener). Temí por la ausencia de They Don't Believe, pero hacia la mitad del concierto comenzaron a sonar los primeros acordes y respiré aliviada. En comparación con los dos grupos anteriores que actuaron, el estilo folk de RR contrastaba bastante. Antes de comenzar pensé cómo se lo tomaría la gente. Y la gente contestó con la misma energía que con los anteriores, haciendo de The Sun, The Trees una de las canciones más aclamadas de toda la noche.

Parece una muñequita. Si no lo pensé diez veces durante el concierto, no lo pensé ninguna. Debo reconocer que anoche terminé de enamorarme de esta chica, es sencillamente maravillosa. Su directo es tan bueno como el CD y su puesta en escena inigualable: apareció con un vestido sencillo y desenfadado, demostrando que no hace falta salir a un escenario ligera de ropa para resultar espectacular; los músicos que la acompañaban, todos con traje y sin desentonar con la cantante; y sobre ellos, un cartel de neón rosa con las palabras Russian Red.

Y nos dijo adiós. Cerró su expectacular concierto con una de las canciones de su último disco Fuerteventura: January 14th. Cantó la última canción con las mismas ganas que la primera, todavía algo sorprendida por la cantidad de gente que había delante de ella coreando cada una de sus estrofas. You, you were really sweet that night... Se fue celebrando una noche inolvidable, cantándonos una de sus letras más románticas. Cantándole a aquellos tiempos en los que nos conocimos, cantándole al amor.

Cuatro de agosto de dos mil once. Un día para recordar. Al fin y al cabo, no todos los días una ve a su cantante favorita en directo. Sí, yo también creo que podemos declarar este verano como uno de los mejores hasta la fecha.
viernes, julio 22, 2011

So timely



No sé si fue ese olor que nos embriagó, o si fue culpa de esa intriga, de la inquietud por saber más. Preguntas, respuestas. Todo se sucedió con facilidad. Sólo las circunstancias idóneas desencadenan momentos inolvidables. Lo necesitábamos, supongo. ¿Quién dijo que las palabras no acercan a las personas? Sigo pensando que tu voz es, sin lugar a dudas, el mejor revitalizante de todos, a pesar de ser también un veneno mortal. Creo que poco me importaba en aquel momento. Todo pasa por algo. Y después de tantas palabras y explicaciones, justo cuando me abrazaste, lo entendí. Que todo había sido innecesario, que lo único que había estado esperando era ese instante, ese calor, ese abrazo.
martes, julio 19, 2011

I hate this town

Odio las fotos en las que prácticamente todo el mundo esboza una sonrisa, esforzándose por que ésta sea lo más sincera posible y fallando en el intento. Tampoco me gustan los domingos. Ni las películas de sábado por la tarde. No soporto las reuniones familiares, o el calor de cualquier día de verano. Los días que prometen y terminan desilusionando. Los espaguetis sin queso. Las personas que se echan demasiado perfume. El momento en que unas manos entrelazadas se separan.

Lo cierto es que odio muchas cosas. Pero hoy estoy dispuesta a hacer una excepción.
miércoles, julio 13, 2011

Y callaron


Se comportó torpemente, como el jodido adolescente que era. No dejó en ningún momento de demostrarnos a todos, pero sobre todo a él mismo, lo poco que le importaba que nos importara. Todas las lágrimas que derramó su madre fueron suficientes para cubrir las que otros, por vergüenza, jamás llegamos a llorar. Si me lo hubieran dicho tiempo antes no lo hubiera creído, pero todos los que lo odiaron, o simplemente le tuvieron ojeriza, callaron. Como si cualquier acción que hizo en vida diera ya igual. Le habían perdonado, o eso hacían ver. Miré a uno por uno mientras me preguntaba si verdaderamente lo habían hecho, si por más sorprendente que pareciera todavía quedaba algo de humildad en el ser humano; o, por otra parte, si no era más que una mentira nacida de la cobardía, o del miedo a ser considerados unos monstruos. Me di cuenta de que así era, que mentían, la hipocresía les había comido la materia gris con una considerable rapidez. Y los vi como esos monstruos que había imaginado en mi cabeza, tal y como eran, a la vez que sentía lástima por ellos.

Por el contrario, jamás sentí lástima por él, a pesar de que hubiera sido lo más normal en aquellas circunstancias. Se había ido tal y como había venido: con la verdad por delante. Por más que hubiera sido esto o aquello, lo había sido siempre, sin dobles caras, sin dobles verdades. Pocas personas pudieron y podrán decir lo mismo de ellas mismas. Desde luego, muchas de las allí presentes no podrán hacerlo. La falsedad se escribe con tinta permanente, se maquilla con palabras de consuelo y se cree, en muchos casos, por la elegancia con la que se realiza. Pero por desgracia para ellos, la Muerte no entiende ni cree en la elegancia. Al menos no humana. Y yo, a fin de cuentas, tampoco.
domingo, julio 10, 2011

There's no me without you

Anoche tuve un sueño. No es el típico sueño, ése que habitualmente se repite, que se mantiene navegando sin rumbo durante días en tu cabeza. Aún así, tampoco fue fugaz, pues aún persiste en mi retina, aunque no sé por cuánto tiempo. En especial, fue un sueño vívido. Lo sentí hasta en el más profundo rincón de mis entrañas. Fue tan real que me hace pensar que no se trata de un sueño, sino de un recuerdo.

Cierro los ojos y lo vuelvo a ver. Siento la hierba húmeda bajo las palmas de mis manos, el suave viento que juega con varios mechones de mi pelo; y el olor a primavera inunda mi mente. Pero hay algo todavía más intenso que todos esos pequeños detalles que mis sentidos pueden captar, algo que se sobrepone a todo lo anterior con fuerza. No he conocido nada más poderoso que eso. Nada que me hiciera sentir tan especial, que me elevara tan alto, llegando a eclipsar cualquier tipo de mal, cualquier peligro. Era tu sonrisa.

Todo esto me ha dado motivos para creer. Y con el paso del tiempo he dejado de creer en muchas cosas, por uno u otro motivo. Quizá por eso ese sueño, o recuerdo, se ha vuelto tan importante para mí. Tiene un gran significado. Supuso el comienzo, el prólogo de nuestra historia. Una historia de altibajos, de capítulos felices, de párrafos llenos de impotencia, de diálogos que jamás tuve con nadie. Pero sobre todo de páginas y páginas en blanco, que esperan a que alguien las escriba. Y sólo dos personas pueden hacerlo. Juntas.

Aún no sé en qué parte de la historia nos encontramos: si en el principio... o en el final. En estos momentos sólo tú tienes esa respuesta y, antes de que tomes una decisión, déjame recordarte algo: no soy ideal. Y no me refiero a la perfección. Hablo de la persona ideal, ésa que te va a dar la razón en todo, la que va a ser casi un espejo frente a ti y va a saber dejar sus sentimientos a un lado para cuidar los tuyos. Es más, dudo que sea eso lo que estabas buscando. Porque yo soy yo, nada más. Esa extraña chica que viste alguna vez decir tonterías sin pensar, o reír de cualquier cosa hasta el punto en el que parece estar verdaderamente loca. La misma tonta que en quién sabe qué momento de la historia llegó a fijarse en lo hermosa que era tu mirada. Y lo entendió.

Lo que no puedo recordar es por qué. El motivo de todo esto. La razón. El argumento de nuestra historia. ¿Lo conoces tu? ¿Será ése el motivo de tus dudas: que no haya una explicación? Resulta hasta irónico. No podría soportar verte doblegarte, pues por una vez quiero y creo. Esta fuerza para empujar todo hacia delante no existía antes de tu llegada. ¿Entiendes ahora? Sigo siendo la misma de siempre, mas tú me has completado. Ojalá yo haya conseguido lo mismo contigo. Separados somos corrientes, ¿recuerdas? Imagina lo que podríamos lograr. Porque, si he de ser sincera, no imagino imposibles para nosotros... juntos. Y si en alguna ocasión, si en algún momento dudas, cierra los ojos. ¿Lo sientes?: soy yo acariciando tu alma, desde aquí. Puedo hacerlo, sólo necesito que creas conmigo. Y entonces nada será normal.

Hay quien me toma por una chalada, simplemente una loca enamorada que no sabe ni puede pensar. Pero, ¿sabes?, son ellos los que ni saben ni pueden pensar.


Dedicado a mi chilena favorita: probablemente no era lo que andabas buscando, pero, hey, me desahogué un rato yo también xD, disfrútalo, es para ti :).
martes, julio 05, 2011

Crowd

Miles de voces a tu alrededor y ninguna parece darse cuenta de que estás gritando. Hacen más ruido, más alboroto del que tú puedes generar sola. No importa, quizá es mejor así. Y te dices, por qué no, hay que aprovechar la situación. Te mueves entre la gente; todas esas personas que parecen haber salido de la nada. ¿O es que nunca te has detenido a pensar en la gran cantidad de gente que hay? Tratas de perderte entre la multitud, pues así nadie podrá encontrarte. Nadie... No, hoy no quieres ser localizada. Necesitas abstraerte. Recuperar espacio. Recordarte a ti misma quién eres. Mirar, desde una distancia prudencial, la situación. Y respirar.
Aunque no podrás evitar que ocurra, y no importa que estés rodeada de gente: tarde o temprano comenzarás a sentirte sola. Pero, ¿sabes algo?, no lo estás. Mientras yo esté por aquí, no lo estarás.

A menudo creemos que nadie se da cuenta de lo que sentimos, o incluso de lo que necesitamos. Pero la mayoría de veces, al creer esto, nos equivocamos.

Y, a decir verdad, yo también necesitaría abstraerme, recuperar, recordar, mirar y respirar...

Actualizado (25/11/14): Esta entrada tenía una preciosa foto de una de mis mejores amigas, pero por desgracia a Blogger le ha dado la gana borrar muchas de las fotos del blog. Se ha perdido para siempre. Un minuto de silencio por ella.
jueves, junio 30, 2011

Nothing else matters

Adoro pasar las tardes en el porche, observar cómo atardece sobre las copas de los árboles mientras me balanceo suavemente en la vieja mecedora de madera. En primavera, el jardín huele a rosas, dejando ese dulce perfume en mis fosas nasales durante el crepúsculo. En verano, unos tímidos rayos de sol alcanzan los dedos de mis pies descalzos. En otoño, por el contrario, es el olor a lluvia el que inunda todo. Y en invierno, mi estación favorita, el frío entumece mis extremidades, incluso con algo de suerte presenciamos una nevada, que hace del espectáculo algo todavía más hermoso.

A madre no le gusta que salga a ver el cielo cuando es invierno. Teme que contraiga una enfermedad. Mi salud nunca ha sido de hierro, aunque tampoco creo que se me deba considerar una debilucha. Sus prohibiciones resultan en vano cuando se trata de salir al porche para presenciar esa fase del día. Soy más cabezota de lo que a ella le gustaría que fuera. Es por eso que hoy no ha sido una excepción y aquí me encuentro. No ha nevado, pero no importa, no es necesario. No obstante, y traicionando un poco a mi orgullo, he traído una manta conmigo. Es una antigua pieza de seda de color granate que pertenecía a mi abuela. Le tengo especial cariño, supongo que por el significado que tiene para mí. Me he acomodado en mi asiento, he echado la manta sobre mis piernas y he respirado por la nariz durante unos instantes. Estoy impaciente. Mucho. Y creo que es momento de reconocer que no sólo me encuentro aquí por ver ponerse el sol.

Todavía puedo recordar con toda nitidez la primera vez que te vi pasar frente a mi casa. Sabía quién eras sin necesidad de meditarlo. ¿Fue tu comportamiento, tu cabello oscuro o tu vestimenta lo que reveló tu identidad? ¿Tu sonrisa, quizá? Nada de eso. Ya te conocía con anterioridad. Nuestros caminos se habían cruzado en varias ocasiones, pero no había sido hasta aquel día en el que te vi. Atendí a las peticiones que tú y tu padre hicisteis, puesto que el mío no se encontraba en casa. Más tarde partiste en el carro de tu familia y no fue hasta un par de semanas después que descubrí que pasabas cada día por el camino de tierra al que da la entrada de mi hogar. Desde entonces, aguardo tu llegada. Y aunque sólo se trata de unos segundos, los suficientes para cruzar por delante de mi casa, yo los espero con infinita devoción. Al principio, la mayoría de veces no llegaba siquiera a vislumbrar tu silueta, pero me bastaba con saber que ibas dentro del carruaje para sonreír y regresar adentro de la casa. Cada día fantaseaba con miles de sucesos y percances que obligaran al cochero a detener la marcha, y que entonces tuvieras que bajar para saber qué estaba ocurriendo. Y como si allá arriba alguien hubiera prestado atención a mis súplicas, sucedió. No fue ningún percance, sino algo mejor. Al parecer, nuestros padres habían comenzado algún tipo de negocio y tú te viste envuelto en aquello. Así que desde hace bastante tiempo, prácticamente todos los días, el carruaje continúa pasando por el mismo camino con la diferencia de que ahora siempre se detiene frente a la verja de hierro. La puertecilla del carro se abre y bajas, con elegancia. Ya no te molestas en llamar a los sirvientes para que avisen a mi padre, simplemente me observas entre los barrotes, como si esperaras que hiciera algo. Yo, acostumbrada a la rutina, abandono mi mecedora para reunirme contigo. Sujeto la falda de mi vestido con los dedos pulgar e índice mientras bajo los escalones del porche. Finalmente llego hasta tu posición y, dependiendo del día anterior, pueden ocurrir dos cosas: que me des una carta de tu padre para el mío o que te la dé yo. Intercambiamos un par de frases cordiales, a veces la conversación se alarga más de lo previsto. Vuelves a tu carruaje para regresar a casa. Y yo, presa de un conjuro, tomo el camino para entrar de nuevo en la mansión.

Nunca, en mis dieciséis años, había cuidado tanto mi comportamiento: mi manera de saludar, de contestar, de sonreír, de moverme... Me pregunto si he sido demasiado, y el qué. O si no he sido suficiente, y el qué. Por supuesto no dejo exteriorizar nada de esto, supondría el fin. En ocasiones me preguntó por qué me pasa todo esto, al fin y al cabo tan sólo soy una cría... Pero he leído tantas novelas de amor que ya sé perfectamente lo que me ocurre. Y es demasiado tarde para echarse atrás. Sonrío mientras repaso todas las semanas anteriores. Cada mirada y cada palabra dirigida a mí. Y me siento, de repente, muy especial. Eres tú quien me hace sentir así. Abandono mis pensamientos de golpe: a lo lejos ya se escucha el sonido de un carruaje. Sé que no es otro que el tuyo, ya me he acostumbrado a aquel sonido. Así pues sujeto la carta sellada por mi padre con ambas manos y espero con impaciencia a que la figura del vehículo aparezca en el camino.

No tarda en dejarse ver. La luz anaranjada del cielo hace brillar las ruedas, desgastadas con el paso del tiempo. Los caballos se detienen tras la orden del cochero y la puerta se abre. Una vez más, me observas desde lejos, apoyado en la verja. Me tomo unos instantes para levantarme y reunirme contigo. Una vez frente a ti te dedico una sonrisa, pero me sorprendo al no recibir una por tu parte. De hecho, no pareces el mismo de siempre. ¿Y tu sonrisa? ¿Y tu alegría, tu costumbre de dedicarme bonitas palabras a modo de saludo? Estás... apagado. Puede que estés ligeramente enfermo, o vengas de una discusión. ¿Quizá con tu padre? Alzo la mano derecha sujetando el sobre para dártelo a través de la verja y me sorprendo de nuevo al ver que eres tú quien me tiende un sobre. Parpadeo, incrédula, y te recuerdo que es mi padre quien le debe una respuesta al tuyo. Pero al parecer no se trata de eso.

-Es una invitación -explicas-. Una invitación a mi boda.

No puede ser cierto. Guardo silencio en busca de una explicación, pues nunca, jamás, en todo aquel tiempo habías hecho alusión a que estuvieras comprometido.

-Contraigo nupcias con la hija del duque de Castilla en dos semanas.

La explicación que me das resulta bastante esclarecedora: no es un matrimonio deseado, más bien otro negocio de tu padre. Lo comprendo sin necesidad de más palabras, sé cómo suelen desarrollarse esas cosas. Y un sentimiento de desesperanza inunda mi corazón. Me miras angustiado, como si quisieras que yo hiciera algo. Pero sabes tan bien como yo que sería en vano, una pérdida de tiempo que sólo provocaría enfrentarnos a demasiada gente, lo que acabaría por hacernos más infelices.

Recibo el sobre con la invitación y te doy la carta de mi padre. Te dedico una sonrisa, la última, deseándote lo mejor en tu futura vida. Una vida quizá feliz, quizá no. Quizá llena de alegrías o quizá todo lo contrario. Quizá una vida plagada de sucesos gratificantes, aunque posiblemente hayan otros un tanto amargos. Quién sabe. Pero sí hay algo seguro: no habrá hueco para visitas en carruaje, mucho menos para sonrisas a la hora del crepúsculo.
domingo, junio 26, 2011

El proyecto

Cada año el verano me trae algo nuevo. Una experiencia, una persona, un sentimiento. Un nuevo sueño por el que luchar. Algo. Año tras año he visto como esta estación aparecía, con sus abrasadoras temperaturas y sus ganas de molestarme a mí, un ser que adora a más no poder los tiempos fríos, y me dejaba algo nuevo. A veces deseado, otras no tanto. Pero siempre inesperado.

Podría numerar todo lo que me ha traído durante estos dieciséis años. Sin embargo, hoy sólo tengo algo en la cabeza y no es otra cosa que lo que me trajo el verano pasado. Aparte de tardes y tardes maravillosas con personas que lo son todavía más, me dio la oportunidad de comenzar uno de mis proyectos: una novela romántica que permitiera al lector reflejarse en alguno de sus tantos personajes. Una historia realista (aunque a veces no tanto) sustentada en una red de tramas y sub-tramas interrelacionadas que no dejan indiferente a nadie. Sabía que no contaba con el tiempo suficiente para acabarla, pero ahora que vuelve el verano (y con él, el tiempo libre) la retomo con las mismas ganas que el año pasado para, de una vez por todas, darle punto y final a este primer proyecto. Me apetecía compartir esto con vosotros y ojalá algún día uno de estos proyectos pueda ser compartido con mucha más gente. Hacer de estos proyectos no míos, sino vuestros. Y eso también podría considerarse un proyecto.

Por otra parte, no considero que este año el verano vaya a traer el regreso de HQPLT (nombre del proyecto) como esa cosa que me trae año tras año, no. Estoy convencida de que va a traerme algo diferente, algo totalmente nuevo. Tengo esa fe. Y cuando llegue septiembre, veremos si me habré equivocado o no.
sábado, junio 25, 2011

Verano


En un par de semanas ha pasado de todo. Italia > Nápoles > Pompeya. He visto cosas que jamás pensé que podían producirme tantas sensaciones diferentes a la vez. He sonreído y me he sentido bien con gente a la que me faltó tiempo para tomarle cariño. He visto pobreza, mucha. Que, joder, he estado por encima de las nubes. Literalmente. He sido feliz para más tarde regresar y, en fin, retomar la rutina.

¿Y ahora? Verano. Sol. Calor. Proyectos que cumplir y cosas que planear. Espero que sea tan provechoso como el pasado. Así que felices vacaciones, que nos las merecemos todos.
miércoles, junio 15, 2011

Lo correcto de lo correcto


Me pregunto qué estarás haciendo en este momento.

Siento en cada momento la nostalgia y la ansiedad del mundo que da vueltas a mi alrededor.

Desearía que parara tan sólo el instante suficiente para pensar y saber lo que estoy haciendo. También para decidir, de una vez por todas, si las bases de lo correcto que planté años atrás son las correctas, sin saber en qué basarme para justificar que lo son o que no. Pero es en vano, las cosas están cambiando. Y no hay pausa posible. Aunque, por otra parte, las cosas no cambian por si solas; siempre hay alguien y/o algo detrás de cada cambio, cada modificación de lo cotidiano: un deseo, un objetivo, una intención. ¿Y qué ha cambiado? ¿Tú? ¿Yo? ¿El mundo? ¿Todo y nada?

Y me encantaría, por un instante, ser tu intención.
sábado, junio 11, 2011

La unidad

Valientes aquellos que no se muestran derrotados ante el temor; cobardes los que desean ser temidos. Inevitablemente, los humanos siempre se las apañan para que de un modo u otro aparezca una división, una organización social en la que el conjunto que conforman se ve separado en dos (o más) grupos. En la mayoría de ocasiones, uno de dichos grupos destaca entre los demás por una o varias características que le conceden una serie de privilegios. Privilegios con los que, sobra decir, los otros grupos no cuentan. Casi podríamos llegar a considerar que es ahí donde vemos los primeros rasgos de injusticia (según las leyes que nos planteamos) de la sociedad.

Ésta, la división de grupos, es una de las verdades más evidentes que podríamos sacar del mundo en el que vivimos. Y no hablo de "mundo actual", sino en general, el mundo. El de siempre. El que ha visto desarrollarse a incontables civilizaciones. Años y años de evolución sin conseguir cambiar esto. Quizá sea un defecto del ser humano que resulta imposible de modificar, por más que se intente. Pero es entonces cuando se produce mi cuestión: ¿lo hemos intentado alguna vez? Si ni siquiera hemos llegado a intentarlo, jamás podremos saber si es cierto. Pero tratar de cambiarlo sólo podría ser efectivo con la participación de todos, sin excepciones. Sólo así conseguiríamos saber la respuesta a mi pregunta.

Y ahora es cuando voy a marearos, a rizar el rizo y a poner a prueba toda esta teoría: si consiguiéramos que todos y cada uno de los habitantes de nuestro planeta intentaran cambiar esta situación de desigualdad, ¿no se seguirían creando más de estas temidas divisiones? Quizá una división de grupos clasificados en: "los que han tenido la idea", "los que piensan que no será efectiva", "los que sí"... ¿Significaría eso que es verdad, que el ser humano en sociedad no puede evitar organizarse en pequeños estados? O puede que, por el contrario, la formación de una única unidad social provocara el descontento de todos y desembocara en un conflicto por la individualidad.

¿Conclusión? Ninguna en absoluto. El tema ha salido porque me he pasado dos horas pensando en mí y en mis quebraderos de cabeza y he acabado reflexionando acerca de la estructura de la sociedad (culpa de los últimos días en los que he estado estudiando el origen de la sociedad para el examen final de Filosofía) y me apeteció compartirlo con vosotros. Que os sea leve.
miércoles, junio 08, 2011

Quién soy

¿Has pasado por ese momento delirante en el que no sabes nada con certeza? En el que miles de puñaladas, de golpes, de taladros, te bombardean la cabeza. Todo resulta confuso y nada es lo que parece. Yo he estado ahí. No pretendo alarmarte, sólo confesarte una verdad evidente. He estado, sin que te dieras cuenta. Siempre.


Quién soy. ¿Soy alguien? Soy pasado, presente y futuro. Soy luz y oscuridad. Soy la persona que jamás has buscado. Soy la angustia que te come lentamente un día gris. Soy cada una de las lágrimas que derramas al lamentarte. Soy el escalofrío que te asalta una noche de invierno. Soy tus labios buscando a otros similares. Soy el brillo de tu mirada al ver a la persona amada. Soy el rencor que te envuelve después de una puñalada por la espalda, después de una traición. Soy tu soledad, tu vacío y tu nada. Soy tu corazón destrozado por quien no sabe tratarlo. Soy el viento que acaricia tu piel, empujándote suavemente a un lado o a otro. Soy el presagio menos placentero. Soy, incluso, tu peor acompañante en el baile de máscaras que se celebra a todas horas y a ninguna. Soy el cielo y la tierra. Soy la inquietud de tu descanso, el incesante e insoportable cosquilleo en tu barriga. Soy una sonrisa rota en el rostro de alguien a quien aprecias. Soy la ausencia y la distancia. Soy la desesperación inundando tu alma cuando crees no encontrar la salida. Soy el peón y el caballo. Soy la ilusión de un bebé y la nostalgia de un anciano. Soy la chispa de electricidad que te hace reaccionar cuando estás perdido.

Soy cualquier cosa que puedas imaginar. Soy algo que está en todas partes, camuflado o no. Soy tu día a día aunque no puedas ni quieras verme.

Soy tu miedo a vivir.
sábado, junio 04, 2011

Hasta ayer

Hola, me llamo Anna y tengo diecisiete años. Nací en un pueblo de la costa de Inglaterra; actualmente sigo viviendo en él. Mi padre se dedica a la pesca (¿sorprendente?) y mi madre se ocupa de vender la mercancía en una pequeña pescadería junto al puerto. No tengo hermanos y tampoco mascotas. Amigos, pocos pero suficientes. Tampoco tengo ningún tipo de talento fuera de lo común, algo que me haga única e interesante. Mis gustos son ordinarios y podrían incluso calificarse de aburridos. No tengo novio y, a decir verdad, tampoco esto es demasiado sorprendente. Estudio sin vocación. Hubiera dicho que soy una persona totalmente monótona y corriente... hasta ayer.

Porque ayer todo pareció evolucionar, aunque nada ha cambiado en cierto modo. Excepto la perspectiva desde la que veía mi vida y, en definitiva, a mí. Siempre me había creído tan normal que nunca me había planteado que existiera algo que me pudiera hacer diferente de los demás. Todas las personas son únicas, sí, mas pensaba que yo, a pesar de no ser idéntica a otra, no poseía ningún rasgo lo suficientemente personal y exclusivo como para sentirme así. Me di cuenta en el preciso instante en que hablaste. Todos mis sentidos se pusieron alerta, pendientes de cualquier palabra que pronunciases. Tu voz era una melodía llena de emociones. Resultó como si fuera la primera vez que la escuchaba, a pesar de haberla oído millones de veces. ¿Y me estabas hablando a mí? Sudor. Confusión. ¿Qué me ocurría? Lo que a cualquier adolescente enamorada. Pero, ¿lo estoy? ¿Y desde cuándo? A menudo me pregunto si vivo siempre dentro de mi cuerpo, pues no ha sido la primera vez que me descubro inesperadamente sintiendo algo tan fuerte, tan nuevo. Y a pesar de eso, ahí está. Dentro de mí. Tú. Estoy totalmente convencida de que nadie jamás en su sano juicio ha podido llegar a sentir una explosión tan intensa. No quiero recordarlo. O quizá sí. Besar(te) y amar(te) eran verbos que no entraban en mi diccionario... hasta ayer.

Mentiría si dijera que no tengo miedo. No obstante, temer y huir se consideraría de cobardes. ¿Y temer y permanecer? De cobardes masoquistas. Aparte de todo esto, de las posibles consecuencias y de los más que posibles quebraderos de cabeza que se avecinan, existe lo más importante. De lo que hablaba antes. De eso que me convierte en alguien distinto al resto. Y eres . Tú me haces diferente. Es imposible que me sienta corriente mientras este sentimiento permanezca aquí. Así que no sé cuánto podré continuar sintiéndome especial; el tiempo lo dirá. Es por eso que voy a disfrutar todo lo posible de esto, porque he pasado demasiado tiempo creyéndome normal. Desde que tengo uso de razón. Desde siempre... hasta ayer.
martes, mayo 31, 2011

Depender

Si no puedes encontrarte hoy... no importa.

Sacude la cabeza; le duele, resulta casi pesada la carga. No siempre es aconsejable guardar tantos pensamientos para uno solo. O los compartes o los eliminas. Sin más. ¡Plof! Como si pulsaras un botón. ¿Fácil? ¿Quién ha dicho que lo sea? Ni siquiera puede que sea lo mejor, pero sí la solución que ella ha tomado. Al menos por esa noche.

Y se levanta con torpeza, puede reírse al imaginar la escena desde otra perspectiva. Se siente como si de golpe tuviera treinta años más encima. Las luces la aturden (más). Llega hasta la encimera y se apoya en ella con ayuda de las manos. Qué confusa está. No tarda en sentir unas manos alrededor de su cintura. Abandona la encimera, segura de que no perderá el equilibrio, al menos mientras él siga sujetándola. Y así, sin pedirlo, sucede. Un beso. Y se encuentra, por lo menos durante unas décimas de segundo, para luego volver a perderse.

Es lo que tiene depender de algo.
jueves, mayo 26, 2011

Step by step

Uno, dos, tres pasos. Parecen más cortos ahora. Me pregunto por qué. ¿Quizá porque esta vez sí tienen un destino marcado? El camino se forma solo bajo mis pies, ellos simplemente lo siguen. Y me dirijo hacia allí, con rapidez; segura, aunque sólo sea un poco, de esto.

Quizá, más que por tener un destino, los pasos se me asemejan más cortos ahora que no los camino sola.


sábado, mayo 21, 2011

El diario de Noah



No sabría expresar con palabras la cantidad de sensaciones que brotaron desde lo más profundo de mi alma al verte de nuevo. Trataba de disimular el incesante sudor que recorría mis manos, a la vez que intentaba regular mi respiración. Mis ojos repasaban las facciones de tu rostro, exactamente como cuando vuelves a encontrarte con algo que creías perdido. Estabas distinto y a al vez continuabas siendo el mismo. Podía ver a aquel joven que fue capaz de colgarse de lo alto de una noria tan sólo para conseguir una cita de la chica que le gustaba. Tu insistencia fue tal que terminé cediendo. Y con ello, enamorándome de ti. Pero de eso hacía mucho tiempo, ahora ya éramos adultos. Todo era diferente. Tú tenías tu vida, yo la mía. Incluso iba a casarme. No obstante, ahí estaba. Frente a ti, en aquella pequeña barca, navegando por el lago en el que tantas veces me había bañado. Contigo. La vida parecía haber hecho una pausa para devolvernos una pizca de la añorante felicidad. Podía sentir la paz que se respiraba en aquel lugar. Y era tanta que me moría de rabia al saber que pronto terminaría. Busqué un instante tu mirada. Tal fue mi sorpresa al descubrir que me observabas fijamente. Esbocé una sonrisa cordial mientras refrenaba las ganas de gritarte. Lo que fuera. Y en mi mente, unas palabras. Noah, deja que regrese. ¿Cómo iba a pedirte eso? ¿Con qué derecho? Abandonamos la barca, comenzó a llover. Instantes de tensión. No pude más. Exploté. Comenzamos a discutir, enfermos por la marea de sentimientos que nos consumía. Te odiaba cada vez más, y cuando pude darme cuenta ya nos estábamos besando. Y todo pareció mucho más claro. Me alegré de no haberte manifestado mi petición en alto, porque simple y sencillamente yo nunca me había marchado del todo.

Hará un par de meses me dio por ver alguna película de las que me gustan a mí, drama romántico del bueno. Pronto me recomendaron El diario de Noah y como había escuchado buenas críticas de ella no dudé un instante. Me preparé mi bol de palomitas, una buena lata de Coca-cola y me dispuse a disfrutar de las dos horas que dura la película.

Para situaros un poco y que sepáis qué clase de historia os vais a encontrar si la veis, os comento a grandes rasgos la trama: un pueblo, un chico, una chica. Dos mundos totalmente distintos e incompatibles. Y un mismo sentimiento intenso, fuerte, irreprimible, insaciable, que los une. Noah y Allie, perdidamente enamorados el uno del otro, se ven rodeados de una serie de obstáculos que tratarán de acabar con su relación. La cuestión es si están dispuestos a hacerles frente para continuar juntos o si se darán por vencidos antes de presentar batalla.

Tenía buenas expectativas de ella, lo cual en la mayoría de ocasiones es malísimo para una película (ya que espero más de lo que va a darme). Pero ésta fue una de esas veces en que las expectativas estaban por debajo de lo que resultó ser finalmente. Personalmente, creo que es una de las mejores películas (dentro de su estilo) que han hecho y harán. La trama no tiene demasiadas sorpresas, es más, en la mayoría de ocasiones sabes perfectamente lo que ocurrirá a continuación, por lo que la intriga no abunda demasiado. Pero por otra parte, es una trama tan profunda, tan cercana y tan llena de pasión que te olvidas enseguida de lo predecible que es. El guión y los diálogos son maravillosos, dignos de una novela de Nicholas Sparks. Destacar, también, la interpretación de Rachel McAdams, actriz que me ha conquistado totalmente con esta película.

Me temo que no me queda gran cosa por decir, simplemente que si alguien se anima a verla me encantaría conocer su opinión. El fragmento que podéis encontrar al principio de la entrada no pertenece a la película ni nada, ya sabéis cómo soy y no puedo evitar ponerme en la piel de los personajes. El de la protagonista en especial (Allie) me encanta, y me apetecía rolear un poco como ella. Pero sí corresponde a un trozo de la película, lo reconoceréis al instante si la habéis visto. Y si no... ¿a qué esperas para hacerlo?
jueves, mayo 19, 2011

Efímero

A esos instantes en los que consigues ver algo de claridad entre tanto desconcierto, gracias. A veces se me escapa ese tonto detalle de que todo es mucho más efímero de lo que quisiera creer.
Las personas capaces de sentirse siempre igual (de bien, de mal, de estúpidas) merecen mi reconocimiento. ¿Estabilidad emocional? Supongo que la mía, si alguna vez la tuve, venía con fecha de caducidad.
domingo, mayo 15, 2011

Indiferencia

La indiferencia es un arma poderosa y como tal su uso debe realizarse cuidadosamente; pero, sobre todo, con seguridad. En cambio, fingirla puede llegar a ser desastroso. Puedes saber muy bien cómo aparentarla aunque eso te esté matando por dentro. Miles de cosas suceden a tu alrededor y tú te mantienes firme ante ellas, como si nada pasase, como si nada te dañase. Por fuera te mantienes como siempre, nada puede delatar que algo te importuna. En tu interior, por el contrario, una terrible batalla se lleva a cabo, destruyéndote lentamente. Puede que nadie se dé cuenta nunca. Y, si lo hace, definitivamente será demasiado tarde.
martes, mayo 10, 2011

Russian Red

Hacía mucho tiempo que no dedicaba un espacio en Lacrima di Ghiaccio a hablaros de algún descubrimiento que hago o demás, quizá porque he estado demasiado tiempo paseando por las nubes. Prometo alternar contenidos, sé que a menudo puedo volverme demasiado repetitiva, así que os pido disculpas por ello.

Tras esa pequeña anotación, entro de lleno en el tema que quería comentar hace algún tiempo. Los que me conocen saben que mis gustos musicales son bastante amplios en cuanto a estilos se refiere (perfectamente me puedes sorprender escuchando a All Time Low como a BMTH), por lo que me encanta que la gente me recomiende un grupo u otro (que luego me gusten es otra cosa). Y una de las personas que suele enviarme canciones (mediante Spotify, que, por cierto, ¡vaya putada lo del recorte a 10h/mes!) es Idoia. Gracias a ella escuché por primera vez a la chica de la que hoy vengo a hablaros, Lourdes Hernández, o más conocida como Russian Red. Esta cantautora española natal de Madrid me sorprendió desde el primer momento. De hecho, nunca pensé que fuera de España, pues nada más escucharla di por hecho que con mucha probabilidad sería británica (sobre todo porque Idoia suele mandarme canciones de grupos en general británicos o estadounidenses). Imaginad mi sorpresa al descubrir que era de mi país.


Esta maravillosa chica (porque para mí lo es sin ninguna duda) ha sabido cautivarme tanto por su voz y su estilo único como por las preciosas letras de sus canciones. Tiene ese "algo" que pocas veces un cantante o grupo posee para que te guste, hablando personalmente, claro. Un claro ejemplo de que se puede seguir haciendo música que guste sin pasar por OT y demás programas a los que sólo les interesa ganar dinero. Cosas como ésta hacen que mi esperanza en la música española perviva, aunque sólo sea un poquito. Os la recomiendo encarecidamente, más todavía si vuestros gustos se mueven por el indie o la música acústica. Os dejo una de sus canciones, mi favorita. Sencillamente maravillosa.


domingo, mayo 08, 2011

El lugar

No es que fuera el mejor ejemplo de conducta para mí, pero sí lo fue a la hora de pensar. Nunca fue como las demás, ella jamás trató de que creyera que el mundo estaba a mis pies, que era muy fácil desenvolverse en él y que cualquier cosa era posible. No, ella era demasiado realista como para hacerme ver la vida de esa forma. Siempre decía las cosas claras, con toda la sinceridad que le era posible.

No acostumbraba a darme charlas filosóficas, de hecho las pocas veces que nuestras conversaciones se asemejaron a tal cosa estaba medio borracha y no fue su intención. La recuerdo todavía sentada en la vieja mecedora que le hacía polvo la espalda (y aún así aseguraba que era el asiento más cómodo de toda la casa), con un vaso de whisky en la mano derecha y un cigarro en la izquierda. Solía decir que cualquier lugar puede ser el lugar. Ése en el que te sientes absoluta y completamente en paz. Donde todo parece estar en calma y nada parece poder perturbarlo. Sí, recuerdo su sonrisa al decirme aquellas palabras... Yo siempre había pensado que ese lugar que me describía aquella mujer era aquél mismo, mi casa. Por eso yo fruncía los labios pensativa cuando me volvía a recordar aquella frase. "Cualquier lugar puede ser el lugar". Ante aquello, una mañana, me atreví a preguntarle cuál era para ella ese lugar. Me dirigió una mirada de nostalgia y murmuró "desde que tu padre nos dejó, cariño, jamás he vuelto a encontrarlo". Y fue entonces cuando finalmente comprendí el verdadero significado de sus palabras.

Cuando cierres los ojos, T.P.
jueves, mayo 05, 2011

Si no hi ets




¿Acaso no has sentido todavía la descarga eléctrica que se produce con tan sólo rozar mi piel? Pero no importa: acaríciame. Vuelve a sentirlo una vez tras otra. Ignora los latidos, el sudor frío o mis miradas de ira. Al fin y al cabo, lo hiciste una vez, no puede ser demasiado complicado actuar una segunda. Recuerda tu guión, yo prefiero improvisar mi papel. No dudes ni un segundo más o puede llegar a ser demasiado tarde. Seu amb mi; si no hi ets, tot perd el seu sentit.
domingo, mayo 01, 2011

El cristal


¡Cuánta ilusión puede provocar dibujar en un cristal empañado! Cuidadosamente y con determinación, aprieta su fino dedo sobre el vidrio helado trazando líneas sin sentido, para aquí y para allá. Nadie la detiene porque la ven entretenida con la actividad, y eso no es algo que suceda todos los días. Al cabo de un rato, toda la ventana muestra una serie de líneas, círculos, garabatos al fin y al cabo, hechos por alguien que todavía no sabe descifrarlos. Sin embargo, cualquiera si se esfuerza puede interpretarlos. ¿Acaso ese redondel trazado torpemente no es sino el claro símbolo de las buenas notas que va a sacar en el futuro? O aquellos puntos de allá, ¿no se pueden distinguir las dulces notas de una canción que compondrá mucho más adelante? No, claro que no. Porque, sin ninguna duda, nada de todo esto se puede llegar a adivinar de sus dibujos. Es demasiado temprano para poder saber nada sobre su porvenir. De todos modos, ella tampoco está demasiado interesada. Sostiene el dedo índice en alto, con la yema humedecida, tras haber hecho todo aquello, y contempla su obra unos instantes muy satisfecha. Es, con diferencia, lo mejor que ha hecho en todo el día. La sonrisa no le cabe en el rostro. Y si supiera, si pudiera interpretar cada uno de sus rayajos, disfrutaría aún más de aquel instante de felicidad, sentimiento producido por el trabajo bien hecho. "¡Alice, ven aquí!". Lo bueno no dura siempre. Incluso ella, con cinco años, lo sabe. Su disfrute acaba con las palabras de su madre. Obediente, acude a la llamada, dejando la ventana sola y sin nadie que la admire.

Y ojalá ese momento le hubiera durado más.
 

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