viernes, septiembre 17, 2010

Confesión


El velo de la noche comenzaba a caer lentamente sobre el reino de Moriel. La luz de la luna bañaba los torreones de la mansión Valencourt, que se mantenía silenciosa, ausente, tétrica en algunos aspectos. Ni un susurro, ni un sonido. Sólo silencio.

En el ala oeste, en una de las habitaciones más grandes, se hallaba ella. Contempló su rostro en el reflejo del espejo una vez más. La angustia todavía se podía apreciar bajo sus ojos castaños y el medallón que había pertenecido a su madre parecía palpitar sobre su pecho. ¿Dónde estabas ahora, mamá? Con papá, en algún lugar lejano. Quizá mejor, quizá peor. ¿Por qué te habías ido de mi lado? Nunca sabrías cuánto te iba a necesitar durante el resto de mis días. ¿Había hecho algo mal? En cuyo caso, ¿qué? Y una serie de imágenes y recuerdos asaltaron la mente de Meredith como si de magia se tratara. Una noche, una conversación. La misma habitación en la que se encontraba en esos instantes. Dos personas. Su madre, y ella.


-Dejad de llorar, tesoro.
Meredith alzó la vista hacia la mujer derramando un par de lágrimas por sus mejillas. Era la primera vez que alguien la veía llorar y eso la atemorizaba, la hacía sentir frágil y débil. Todo lo contrario a lo que ella aparentaba ser siempre. Contó hasta diez, lentamente. Luego dejó que su madre limpiara sus lágrimas con un pañuelo de seda y suspiró. ¿Y ahora, qué? ¿Debía o no contarle lo que su padre había hecho? Había pasado toda su vida recibiendo humillaciones de aquél que ante todos se hacía pasar por quien no era, pero aquella mañana había cruzado la raya. La había insultado, desquiciado y despreciado de un modo insoportable delante de todas las doncellas, lacayos y demás trabajadores de la mansión. Ni su madre ni sus hermanos habían estado presentes, por fortuna. Jamás volvería a mirarle a la cara. Jamás volvería a dirigirle la palabra.
Jamás.
Una vez más calmada, la mujer la observó detenidamente, esperando una explicación. Meredith entreabrió los labios y, mostrando de nuevo la actitud de siempre, aseguró:
-No es nada, madre, no debéis preocuparos. A veces una necesita desahogarse de un modo poco corriente.
-Desde luego, destrozar todos vuestros vestidos no es un modo demasiado corriente.
Cientos y cientos de trozos de costosa tela de todos los colores se dispersaban a lo largo de la habitación. Meredith, en un momento de histeria, había hecho pedazos todas y cada una de sus prendas que guardaba en el armario. Y no había sido por casualidad: todos aquellos vestidos habían sido confeccionados por el sastre que su padre había pagado.
-¿Es por eso que lloráis ahora? ¿Os arrepentís? No os sintáis apenada, mañana mismo llamaré al mejor sastre de Moriel para que os haga unos nuevos.
Meredith negó con la cabeza, dando a entender que no era necesario. Se levantó de la cama y paseó por la sala con inquietud. Su madre no lo pasó por alto.
-Dime, Meredith, ¿qué es lo que os hace tan desdichada? -preguntó, despacio. Se aproximó hasta su hija, puso sus finas y delicadas manos sobre los hombros de la joven y le habló con parsimonia-. ¿Qué os mantiene tan intranquila?
Ella titubeó unos segundos y la mujer sonrió.
-Sois todo lo que yo siempre deseé que fuerais. Valiente, luchadora, segura de vos misma. Todavía eres joven, os falta aprender los pequeños detalles que os harán ser una gran mujer. No perdáis jamás la paciencia, mi pequeña Meredith. Y tampoco vuestra sonrisa. Os abrirá muchas puertas, os concederá muchos privilegios con los que otros sólo alcanzarán soñar.
Rodeó a la joven, que la escuchaba con atención, y la tomó de la mano izquierda quedando a espaldas de ella. Frente a las dos, un espejo enorme las observaba. Meredith cayó en la cuenta de que sus ojos estaban enrojecidos. Luego advirtió que su madre continuaba mirándola y al parecer todavía no había terminado de hablar.
-Lo tenéis todo, Meredith. Belleza, talento, poder... Las tres cosas que os harán más reconocida de lo que ya sois en todo Moriel.
La muchacha jugueteó con un par de mechones ondulados mientras observaba fijamente a su reflejo.
-No.
La mujer parpadeó, desconcertada.
-¿Qué queréis decir?
-No lo tengo todo, madre.
Meredith se dio la vuelta y miró con fijeza a la señora Valencourt, que todavía seguía confusa. Decidió no darle más vueltas, ir directa al grano.
-No tengo a mis hermanos.
Algo más aliviada, la mujer esbozó una sonrisa tierna.
-¿Cómo podéis decir eso, Meredith? Claro que los tenéis: tanto Edmond como Nathan se desviven por vos, os cuidan y os protegen como buenos hermanos vuestros que son.
La castaña suspiró entrecerrando los ojos; ya esperaba una respuesta similar. Meredith mordisqueó su labio inferior antes de volver a hablar.
-No me refiero a ese tipo de atenciones, madre. Yo los quiero lejos de una relación fraternal.
Se dio la vuelta y se sentó en la silla, frente al cristal en el que se había observado instantes atrás. Vio como la expresión de su madre se ensombrecía.
-¿Cómo podéis decir algo así?
Meredith sonrió, pues no se avergonzaba de tales sentimientos.
-Es la pura verdad, madre. Vos siempre lo habéis sabido, en el fondo siempre lo adivinasteis, lo sé. No queríais verlo, no obstante, ahí estaba. Yo, vuestra hija predilecta, enamorada de vuestros otros dos hijos.
-¡Son vuestros hermanos! -exclamó-. ¡Vuestros hermanos, Meredith! ¡No podéis verlos como algo más que eso!
-El amor es algo irracional, no entiende de sangre ni de ese tipo de cosas banales que a vos tanto os preocupan. Además, ni siquiera son mis hermanos del todo.
Su madre la observaba totalmente fuera de si.
-No sé cómo os atrevéis siquiera a contarme todo esto...
Cansada de la situación, Meredith se levantó de su asiento y encaró a su madre.
-Os lo cuento porque es lo que siempre he deseado hacer, madre. Y ojalá algún día lo entendáis. Pero no pretendáis que deje de sentir estas cosas por ninguno de ambos porque me privaríais de lo único que me hace sentir viva. Y sí, los amo, a Edmond y a Nathan. No imagino la vida sin alguno de ellos y confieso ante vos y ante Él que aparecen en todos y cada uno de mis sueños, que daría lo que fuera por verlos al despertar cada mañana en mi cama...
-¡Meredith! -la señora Valencourt la miró enloquecida-. ¡Habéis perdido toda cordura!
Retrocedió y pronto alcanzó la puerta de la habitación. Dio un portazo al salir y Meredith regresó junto al espejo...


No soportaba la idea de que su madre se hubiera marchado sin ni siquiera tratar de comprenderla. Desde aquel día no intentó hacerle comprender sus sentimientos; la mujer hizo como si nada hubiera ocurrido y el trato entre ambas no se mostró alterado de manera alguna. Eso confundió a Meredith, no obstante no trató de volver a sacar el tema. Pasó los dedos por encima de su medallón y dejó que un lento suspiro se abriera paso entre sus labios. Ya nunca podría intentar hacerla comprender.
¿De veras estaba loca, madre? ¿De veras pensábais eso de mí? ¿Tan difícil os era entender que pudiera amar tan ardientemente a aquellos a quienes sólo debía querer como hermanos? Edmond. Nathan. Dos luces en la oscuridad, en su oscuridad. Cerró los ojos un instante más. Era tarde, hora de dormir, de dejar que los sueños inundaran su mente y corazón. Porque el destino había decidido que sólo ahí, en sus sueños, Meredith consiguiera alcanzar su felicidad... A ellos, tan cercanos y tan inalcanzables a la vez. A Nathan. A Edmond. Se introdujo bajo la colcha de su cama y volvió a cerrar los ojos, rindiéndose lentamente al sueño que aquella noche estaba reservado para ella.
Ella...
Meredith Valencourt, dama de la noche, hija de Moriel y amante en las tinieblas de quienes por sus venas corría su misma sangre.

3 delirio(s):

Bibi dijo...

*o* ooooohhhh *o* Dioos. Es preciosoo, dentro de lo que cabe, XDD Sabía yo que algo pasaría. Quiero que haya un "Lemon". Un trio *o* Si si si por faaaaa, un trio un trioooooo!!!

Merr Puckle dijo...

@Bibi: No habrá trío y dudo que haya lemon. Con que uno de los dos la corresponda ya sería total y absolutamente suficiente xD.

Shony dijo...

*o* Me ha encantadoo, está tan bien escrito Mari... que orgullo de ti.
Y si, me encanta Meredith, me esperaba algo así, y así es. Quiero rolear YA.

 

Blog Template by YummyLolly.com