lunes, noviembre 01, 2010

Juzgar

Dicho de la persona que tiene autoridad para ello. Deliberar acerca de la culpabilidad de alguien, o de la razón que le asiste en un asunto, y sentenciar lo procedente. Formar opinión sobre algo, o alguien. Afirmar, previa la comparación de dos o más ideas, las relaciones que existen entre ellas. Así lo define la Real Academia Española, y quien me seguía en mi antiguo blog sabe que me gusta hacer alusión a las definiciones que aparecen en el diccionario antes de hablar de algo. A menudo no nos planteamos cuánto nos puede ayudar a reflexionar una simple definición. ¿Alguna vez has probado a buscar lo que el diccionario dice sobre un sentimiento o cualquier cosa que experimentas cierto día? Pruébalo algún día, te sorprenderás. O no, porque quizá es cosa mía que estoy como una cabra y tal.

Volviendo al asunto, llevaba varios días dándole vueltas a esto. A la acción de juzgar; en qué se basa el que lo hace y por qué se toma el derecho de hacerlo. Esta mañana en clase de Filosofía hemos estado hablando acerca del bien y del mal, cómo podemos asegurar que algo esde una forma o de otra, en qué nos apoyamos. La justicia para mí siempre ha sido bastante complicada, en el sentido de que nunca he entendido cómo se toman ciertas decisiones. Puede que muchos confíen en la leyes establecidas en su país o lo que sea, pero lo cierto es que en un lugar del mundo te obligarán a pagar una multa de X cantidad de dinero por un delito que en el otro lado del planeta te fusilarían.



Dejando a un lado el tema de juzgar en el ámbito jurídico, hay otra forma de juzgar que es la que se utiliza más y la que de verdad me interesa. La que hacemos cada día sin darnos cuenta. Porque juzgar, juzgamos todos, a sabiendas o sin darnos cuenta. Y es cuando vuelve mi pregunta: ¿por qué nos permitimos el lujo de hacerlo? En la mayoría de los casos juzgamos a muchas personas sin conocer nada sobre ellas. Juzgamos cuando vemos a un mendigo tirado en la acera pidiendo limosna, porque con tan sólo echarle un vistazo sabemos que es una mala persona, ergo nos apartamos de él. Juzgamos cuando observamos a un hombre vestido de traje cruzando un paso de peatones con un maletín de piel, porque sabemos que es un tío importante, un pez gordo. Eso, o un corrupto cabrón. En ambos casos, alguien a quien se debe respetar. Y, digo yo, ¿tenemos razón? ¿Realmente son así las cosas? ¿Puede ser que, después de todo, el mendigo sea mejor persona que el tipo con traje? ¿Merece pues nuestro respeto? Es más, ¿merece más nuestro respeto que el tipo importante?

Por todo esto, me siento bastante ridícula. Al menos en el sentido de que a veces no he podido evitar juzgar a alguien sólo por algo que he oído (lo cual ni siquiera sé si es verdad), porque ha hecho algo que no me parece bien o que yo no hubiera hecho, o con echarle un simple vistazo (como en el ejemplo que os decía antes). ¿Quién soy yo para juzgar a esa persona? Y es en ese momento cuando empiezo a plantearme otra cosa: si tanto juzgo a los que me rodean, ¿cómo es que todavía no me he juzgado a mí misma?

Así que, un día más, haré la vista gorda. Me meteré debajo de una manta y dejaré que el mundo siga juzgándose. Que me juzguen por ello, porque me da igual. Y entonces, pienso en cosas que no me había planteado jamás. ¿Soy una buena persona? ¿He hecho algo bien en toda mi vida? ¿Debería sentirme avergonzada por todas las malas acciones que he llegado a cometer? ¿O, por el contrario, según cómo se mire, son buenas? ¿Se me concede el cielo o el infierno a día de hoy?

La vida no es más que un crimen ridículo: actúas todo lo bien que puedes, pero siempre acabas haciendo algo, por pequeño que sea, por lo que te tengan que juzgar. Y eso no lo hará ni un tribunal ni nadie parecido, sino tú mismo.

1 delirio(s):

Shony dijo...

Pues tienes toda la razon.... un ejemplo, una chica de mi clase, el año pasado no la podia ni ver, xq? xq hablaba muy fuerte, siempre reia mas fuerte q nadie. Y ahora, hoy mismo he llorado con ella contandole mis cosas, y la verdad, me ha servido de apoyo :) es mas, la considero buena amiga...

Pero Mari, asi estan las cosas, yo x ejemplo, intento no juzgar ala gente q pasa x la calle, hablo mucho con gente vieja y con locos.. se aprende muuuuuuuuuuuuuuucho

 

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