domingo, noviembre 07, 2010

Same soul

A year ago. Algo más pequeña y algo menos idiota. Una sensación. Como la que tienes al estar en un lugar y saber que estás protegido, como si estuvieras en casa. Eso fue lo que sentí. Como si algo dentro de mí supiera que aquello iba a suceder tarde o temprano. Como si hubiera terminado de recopilar un álbum de fotos, de montar un puzzle. El puzzle de mi vida. Ella lo completó.

No suelo encontrar a gente que comparta conmigo demasiados gustos/aficiones, por lo que el simple hecho de que le gustaran cosas que a mí también ya me sorprendió. Es raro cruzarte con alguien durante tres años sin saber cuánto os parecéis. Que, en tan sólo un par de días, hables con esa persona como si la conocieras desde hace mucho tiempo (cosa que tampoco me sucede muy a menudo). Así fue como ocurrió, durante las clases de Francés en las que no teníamos profesor puesto que estaba de baja. Allí comenzó.

Al principio tenía miedo de acercarme a ella: ¿y si no le caía bien? ¿Y si resultaba pesada? ¿Y si, simplemente, no quería que fuera su amiga? Resultan casi infantiles esos pensamientos, pero era lo que me preocupaba. Bastaron dos semanas para comprobar que no, ya que parecía que a ella también le gustaba hablar conmigo. Cada día que pasaba me sorprendía más por cómo era, no sólo por las cosas que nos unían, sino por su forma de ser. Me gustaba escucharla hablar, sabía expresarse bien y llegaba a conclusiones a las que yo siempre había creído que nadie, excepto yo, había llegado. Con ella no me reservaba comentarios que normalmente no hacía por miedo a no ser entendidos, sino que me salían con toda naturalidad. Ella parecía cómoda. Yo también.

Ha desarrollado una capacidad que sólo ella y otra de mis amigas tienen: son las personas con las que me gusta hablar cuando me ocurre algo. Sea lo que sea, me entienden mejor que cualquier otra persona. Me siento totalmente tranquila hablando con ellas, porque sé que sabrán comprenderme, y si no lo intentarán.

Hoy, algo más de un año después, es como si hubiera pasado toda la vida a su lado. Me conoce tanto o más que las personas que llevan a mi lado todo ese tiempo. Su presencia en mi día a día es vital. Creo que no sabe cuánto lo valoro. Su sonrisa provoca la mía. Sus lágrimas, las mías. Y su felicidad siempre será la mía. Realmente no me imagino la vida sin ella. Suelo decírselo muchas veces, que ella es como mi hermana perdida (dato curioso: yo nací el 18 de diciembre y ella el 19, sí, del mismo mes y del mismo año). Pase lo que pase en el futuro, estoy tranquila. Probablemente cada una tome un camino diferente pero que, a su vez, serán el mismo. Porque si nuestros caminos se cruzaron una vez, volverán a hacerlo. Una vez, y otra, y otra. Y no cambiaría por nada que ella haya aparecido en mi vida. Ha hecho que yo siga siendo yo. Me ha recordado que hay muchas cosas en la vida que merecen la pena. Que la montaña no es tan alta si la subes acompañado; que la oscuridad sigue teniendo un encanto único y especial. Por todo eso, mi vida hoy es más apacible. Más placentera. Mucho más fácil.

Te quiero, Azu.

3 delirio(s):

Tabitha dijo...

T-T que bonito...

Bibi dijo...

Que bunicoooooooo.

Shony dijo...

oh mari.... me imagino quien es, es precioso.... tu alma gemela eh? tienes suerte d ehaberla encontrado, algunas personas nunca la ven siquiera...v.v

 

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