domingo, noviembre 30, 2014

I'll fend attention off, I keep to myself


Nada lo hace bien. Eve, quiérete más. Eve, come más. Eve, duerme más. Eve, más, más, más. Y su cabeza no para de dar vueltas ante tantas exigencias, sin saber exactamente hacia dónde dirigir su atención. Le gustaría poder tumbarse durante horas en su cama. Cerrar los ojos, dejar que todo desaparezca. Viajar, por un rato, a un lugar en el que no se espere nada de ella; un lugar muy lejos de este, donde no existan voces. Está harta de las voces. Podría, quizá, despegar los labios y dejar que la suya se escuchara. Por una vez. No hablaría, porque nadie la escucharía. Pero cantaría. Tan fuerte que el corazón le latiría muy deprisa, que sus ojos se abrirían y, sorpresa, alguien sí escucha sus letras.
lunes, noviembre 24, 2014

Las pesadillas también son sueños

Y forman parte de nosotros, queramos o no.

Como las pesadillas, hay un sinfín de sucesos, estados, recuerdos, objetos, emociones e incluso personas que, de un modo u otro, ocupan un pequeño lugar en el complicado entramado que nos conforma. Y eso nos convierte en seres de lo más complejos, pero al mismo tiempo en criaturas sumamente simples, porque en todos nosotros, sin excepción, se produce el mismo hecho.

Hay un determinado porcentaje de todos esos elementos que a ninguno de nosotros nos suele gustar aceptar. Por ello los escondemos tras los otros, dándoles a estos últimos la función de armadura indestructible. Aquello de lo que podemos o queremos presumir siempre estará a flor de piel, mientras que aquello que nos aterroriza quedará enterrado en lo más profundo de nuestro ser. Por desgracia, por mucho que tratemos de reprimirlo, continuará formando parte de nosotros, y hay un momento muy concreto en el que es imposible seguir dándole la espalda. ¿Porque cómo ignorar lo que somos?

Cuando caemos en los brazos de Morfeo, todo cambia. No tenemos el control racional de lo que ocurre en nuestra mente (aunque, ¿lo tenemos realmente en algún momento?) y esta se aprovecha, convirtiéndose en un supuesto enemigo, para atormentarnos con todo lo que intentamos rechazar con todas nuestras fuerzas. Las pesadillas son el arma más poderosa que tenemos contra nosotros mismos. Y así, irónicamente, somos nosotros los que podemos hacernos mayor daño, nadie más. Y la lucha contra uno mismo nunca termina del todo, al igual que tampoco empieza. No somos conscientes de que peleamos contra alguien, pues en realidad no es una batalla en la que existan dos lados, dos bandos enfrentados, y eso la vuelve la más complicada de todas las peleas que puedan producirse. Porque quizá, en el fondo, no es ni siquiera una pelea.

Puede que, visto así, nos hayamos llevado ya una equivocada concepción de que las pesadillas son algo horrible. Pero nada más lejos de la realidad. Las pesadillas nos dicen mucho más de lo que nos quieren hacer sentir. Como un recién nacido que llora desconsoladamente sin saber cómo transmitir su mensaje, una dolorosa pesadilla puede estar queriéndonos decir algo. Algo que (menuda casualidad) intentamos por todos los medios de esconder bajo las capas y capas de nuestro propio entramado. Y quizá las pesadillas son mucho más fáciles de interpretar de lo que queremos admitir, pero a menudo el mal sabor de boca que nos dejan se convierte en la excusa perfecta para no volver a ellas, para ocultarlas una vez más bajo todo aquello que finge protegernos.

No me gusta huir de mis pesadillas, pero huyo. Por miedo a encontrar cosas que me horroricen. O por miedo a encontrarme a mí, sin capas, sin entramado. Y puede que ambos miedos sean a lo mismo.
viernes, noviembre 21, 2014

Manuales

Hace un par de noches, Cortázar quiso enseñarme a llorar. Insistía en hacerlo. Paso a paso, sin agobios. Decía que era muy fácil si se conocía el proceso. Solo había que sentirlo, y los ojos hacían el resto. Me confesó, así, entre nosotros, que uno se sentía mucho mejor después de hacerlo. Intenté explicarle que yo ya sabía llorar, que lo había hecho muchas otras noches antes de su llegada y jamás había necesitado ninguna clase de manual. No lo entendió. Y, al final, ninguno de los dos lloramos.

Hoy, Cortázar llora. No está solo, lo acompañan sus cronopios. No ha insistido en enseñarme. Me gustaría poder contarle por qué no quise que lo hiciera aquella noche. Pero, ¿cómo le digo a mi querido Julio que he llorado tanto que ya ni eso ayuda a hacer las cosas más fáciles?


domingo, noviembre 16, 2014

Stardust

"I wish you were sand, so I could gather you up in a glass jar.



...but you are stardust, and I cannot even fathom you."


(Cosas de Tumblr que enamoran. No he podido encontrar la fuente, el enlace estaba roto, pero amor para la persona que lo escribiera.)
miércoles, noviembre 12, 2014

Y digo yo...

Lo de pensarte y que aparezcas no tiene ningún mérito si te pienso en cada instante.
domingo, noviembre 09, 2014

Track 3


I know exactly where it leads
but I watch us go 'round and 'round each time...


Ha vuelto caer. Lo ve, lo huele. En el pintalabios de las oportunidades, en el perfume de las ocasiones especiales. Un momento. ¿Lo son? Bueno. Quizá no tan especiales. Puede que ese matiz se haya ido perdiendo con cada desilusión, exactamente igual que el perfume en su cuello. La metáfora se hace evidente. Suspiros, nervios, otra pasada de pintalabios. Hace tiempo que no se ven y, aunque una parte de ella casi se había creído lo de "ya me da igual, es parte del pasado", no puede dejar de preguntarse si él también lo habrá pensado, si también se sentirá así. Porque ha vuelto a caer.

Y avanza la noche y todo es tan, tan fácil. Como si lo hicieran cada día. Nadie adivinaría que han estado semanas sin verse. Él parece mirar sin ver en absoluto, ella se pierde en la forma en la que él mira el mundo. Y cada uno de los dos parece estar reivindicando esa clase de estilo que al otro tanto le gusta. Resulta gracioso saber que juntos no hay de qué preocuparse, porque irónicamente lo suyo no va a pasar de moda...

No. Mientras él conduce, ella suelta las palabras que han estado taladrándole el cerebro durante toda la noche. Que ha escuchado cosas. Que él ha estado con otra chica. Y ya sabe su respuesta antes de que él abra la boca, porque la ha escuchado otras veces. Al menos nunca se ha atrevido a negárselo. Todas esas palabras tan bonitas como vacías parecen surtir su efecto, porque no deja de volver, en cada ocasión. No deja de caer. Lo ve, por el espejo retrovisor, en los restos de su pintalabios. Y lo huele, por todo el coche, en los asientos en los que se han vuelto a encontrar, como dos delincuentes.

Fuera, como ella, cae la noche.
sábado, noviembre 08, 2014

Tell me I'm a screwed up mess


Miénteme. Ahora que todavía puede importar, ahora que la noche ha caído y no sé si asomarme o permanecer atrás, siempre atrás. Que no veo las estrellas desde aquí y eso lo hace espantoso, incluso más. No sé si es cosa del humo de tu cigarrillo o solo más contaminación social. Miénteme, ahora que hace frío, que busco mi abrigo, y te lo has llevado ya. Reconozco que ya no distingo lo onírico de lo real, pero esta noche me abraza el universo y, por una vez, he decidido no pedirle ninguna señal.
miércoles, noviembre 05, 2014

(Locos de) atar

—Sois tan complicados —susurró, y me estremecí. Sobre todo por la forma en la que lo dijo. Nunca había escuchado pronunciar aquellas palabras en aquel tono, con aquella expresión. Realmente parecía lamentarlo. Y nadie nunca parece lamentarlo. El caso es que se dio la vuelta, de manera ceremoniosa, cuidando hasta el más mínimo movimiento de su cuerpo, para luego dejarse caer con lentitud y parsimonia en la vieja butaca. Sus labios estaban cerrados, pero aún podía escuchar su voz en mi mente repitiendo esas tres palabras. Yo comenzaba a entenderlo, o eso creía. Él lo intuía. Puede que lo viera en mi cara de horror, la cara de alguien que por fin lo ha comprendido. No sonrió (porque no era motivo de risa, ni siquiera de alegría o satisfacción). Ahora me doy cuenta de que nunca lo vi sonreír. Aguardó unos segundos más, como si respetara mis meditaciones, y luego prosiguió—: De donde vengo es distinto. No existe todo... esto. Puedes vivir un día una y otra y otra vez, pero un buen día te levantas y todo es distinto. No estás en tu casa, no es tu familia, no tienes tu trabajo. Puede que ni siquiera tengas nada de todo ello. Y a nadie le importa, porque no somos tan complicados. Vuestro problema no es solo que os dejáis atar, sino que os encanta atar. Atáis, atáis, atáis. No hacéis otra cosa, día tras día, a cualquier hora. No podéis parar. Atáis a otros y también a vosotros mismos. Cuanto más efímero sea, más os atáis. Os atáis a vuestras llaves, a vuestros libros, a vuestras labores. Os encanta ataros a vuestras sábanas, pero también a las de otros. Os atáis a vuestros sueños, a vuestras metas. A vuestros principios, a vuestras morales; a vuestras creencias, a vuestros delirios. Os atáis a vuestros paraísos y a vuestros infiernos. A todo aquello que se os presente. Todo atado, bien atado, hasta que apenas se os puede distinguir entre tantas cuerdas y cadenas. Y un día, oh, un día lo entenderás de verdad, pequeña. De mejor o peor manera, lo entenderás. Puede que lo entiendas tratando de anudarte bien una de esas cuerdas, o quizá lo hagas cuando ésta te esté rodeando el cuello.


sábado, noviembre 01, 2014

No es un poema

A veces pienso que eres un sueño.
De los que hacen que pierdas la razón,
que se te pare el corazón.
De los que no piden perdón.
No hay otra explicación.

(No es un poema, pero también dice que te quiero.)
 

Blog Template by YummyLolly.com