martes, mayo 31, 2011

Depender

Si no puedes encontrarte hoy... no importa.

Sacude la cabeza; le duele, resulta casi pesada la carga. No siempre es aconsejable guardar tantos pensamientos para uno solo. O los compartes o los eliminas. Sin más. ¡Plof! Como si pulsaras un botón. ¿Fácil? ¿Quién ha dicho que lo sea? Ni siquiera puede que sea lo mejor, pero sí la solución que ella ha tomado. Al menos por esa noche.

Y se levanta con torpeza, puede reírse al imaginar la escena desde otra perspectiva. Se siente como si de golpe tuviera treinta años más encima. Las luces la aturden (más). Llega hasta la encimera y se apoya en ella con ayuda de las manos. Qué confusa está. No tarda en sentir unas manos alrededor de su cintura. Abandona la encimera, segura de que no perderá el equilibrio, al menos mientras él siga sujetándola. Y así, sin pedirlo, sucede. Un beso. Y se encuentra, por lo menos durante unas décimas de segundo, para luego volver a perderse.

Es lo que tiene depender de algo.
jueves, mayo 26, 2011

Step by step

Uno, dos, tres pasos. Parecen más cortos ahora. Me pregunto por qué. ¿Quizá porque esta vez sí tienen un destino marcado? El camino se forma solo bajo mis pies, ellos simplemente lo siguen. Y me dirijo hacia allí, con rapidez; segura, aunque sólo sea un poco, de esto.

Quizá, más que por tener un destino, los pasos se me asemejan más cortos ahora que no los camino sola.


sábado, mayo 21, 2011

El diario de Noah



No sabría expresar con palabras la cantidad de sensaciones que brotaron desde lo más profundo de mi alma al verte de nuevo. Trataba de disimular el incesante sudor que recorría mis manos, a la vez que intentaba regular mi respiración. Mis ojos repasaban las facciones de tu rostro, exactamente como cuando vuelves a encontrarte con algo que creías perdido. Estabas distinto y a al vez continuabas siendo el mismo. Podía ver a aquel joven que fue capaz de colgarse de lo alto de una noria tan sólo para conseguir una cita de la chica que le gustaba. Tu insistencia fue tal que terminé cediendo. Y con ello, enamorándome de ti. Pero de eso hacía mucho tiempo, ahora ya éramos adultos. Todo era diferente. Tú tenías tu vida, yo la mía. Incluso iba a casarme. No obstante, ahí estaba. Frente a ti, en aquella pequeña barca, navegando por el lago en el que tantas veces me había bañado. Contigo. La vida parecía haber hecho una pausa para devolvernos una pizca de la añorante felicidad. Podía sentir la paz que se respiraba en aquel lugar. Y era tanta que me moría de rabia al saber que pronto terminaría. Busqué un instante tu mirada. Tal fue mi sorpresa al descubrir que me observabas fijamente. Esbocé una sonrisa cordial mientras refrenaba las ganas de gritarte. Lo que fuera. Y en mi mente, unas palabras. Noah, deja que regrese. ¿Cómo iba a pedirte eso? ¿Con qué derecho? Abandonamos la barca, comenzó a llover. Instantes de tensión. No pude más. Exploté. Comenzamos a discutir, enfermos por la marea de sentimientos que nos consumía. Te odiaba cada vez más, y cuando pude darme cuenta ya nos estábamos besando. Y todo pareció mucho más claro. Me alegré de no haberte manifestado mi petición en alto, porque simple y sencillamente yo nunca me había marchado del todo.

Hará un par de meses me dio por ver alguna película de las que me gustan a mí, drama romántico del bueno. Pronto me recomendaron El diario de Noah y como había escuchado buenas críticas de ella no dudé un instante. Me preparé mi bol de palomitas, una buena lata de Coca-cola y me dispuse a disfrutar de las dos horas que dura la película.

Para situaros un poco y que sepáis qué clase de historia os vais a encontrar si la veis, os comento a grandes rasgos la trama: un pueblo, un chico, una chica. Dos mundos totalmente distintos e incompatibles. Y un mismo sentimiento intenso, fuerte, irreprimible, insaciable, que los une. Noah y Allie, perdidamente enamorados el uno del otro, se ven rodeados de una serie de obstáculos que tratarán de acabar con su relación. La cuestión es si están dispuestos a hacerles frente para continuar juntos o si se darán por vencidos antes de presentar batalla.

Tenía buenas expectativas de ella, lo cual en la mayoría de ocasiones es malísimo para una película (ya que espero más de lo que va a darme). Pero ésta fue una de esas veces en que las expectativas estaban por debajo de lo que resultó ser finalmente. Personalmente, creo que es una de las mejores películas (dentro de su estilo) que han hecho y harán. La trama no tiene demasiadas sorpresas, es más, en la mayoría de ocasiones sabes perfectamente lo que ocurrirá a continuación, por lo que la intriga no abunda demasiado. Pero por otra parte, es una trama tan profunda, tan cercana y tan llena de pasión que te olvidas enseguida de lo predecible que es. El guión y los diálogos son maravillosos, dignos de una novela de Nicholas Sparks. Destacar, también, la interpretación de Rachel McAdams, actriz que me ha conquistado totalmente con esta película.

Me temo que no me queda gran cosa por decir, simplemente que si alguien se anima a verla me encantaría conocer su opinión. El fragmento que podéis encontrar al principio de la entrada no pertenece a la película ni nada, ya sabéis cómo soy y no puedo evitar ponerme en la piel de los personajes. El de la protagonista en especial (Allie) me encanta, y me apetecía rolear un poco como ella. Pero sí corresponde a un trozo de la película, lo reconoceréis al instante si la habéis visto. Y si no... ¿a qué esperas para hacerlo?
jueves, mayo 19, 2011

Efímero

A esos instantes en los que consigues ver algo de claridad entre tanto desconcierto, gracias. A veces se me escapa ese tonto detalle de que todo es mucho más efímero de lo que quisiera creer.
Las personas capaces de sentirse siempre igual (de bien, de mal, de estúpidas) merecen mi reconocimiento. ¿Estabilidad emocional? Supongo que la mía, si alguna vez la tuve, venía con fecha de caducidad.
domingo, mayo 15, 2011

Indiferencia

La indiferencia es un arma poderosa y como tal su uso debe realizarse cuidadosamente; pero, sobre todo, con seguridad. En cambio, fingirla puede llegar a ser desastroso. Puedes saber muy bien cómo aparentarla aunque eso te esté matando por dentro. Miles de cosas suceden a tu alrededor y tú te mantienes firme ante ellas, como si nada pasase, como si nada te dañase. Por fuera te mantienes como siempre, nada puede delatar que algo te importuna. En tu interior, por el contrario, una terrible batalla se lleva a cabo, destruyéndote lentamente. Puede que nadie se dé cuenta nunca. Y, si lo hace, definitivamente será demasiado tarde.
martes, mayo 10, 2011

Russian Red

Hacía mucho tiempo que no dedicaba un espacio en Lacrima di Ghiaccio a hablaros de algún descubrimiento que hago o demás, quizá porque he estado demasiado tiempo paseando por las nubes. Prometo alternar contenidos, sé que a menudo puedo volverme demasiado repetitiva, así que os pido disculpas por ello.

Tras esa pequeña anotación, entro de lleno en el tema que quería comentar hace algún tiempo. Los que me conocen saben que mis gustos musicales son bastante amplios en cuanto a estilos se refiere (perfectamente me puedes sorprender escuchando a All Time Low como a BMTH), por lo que me encanta que la gente me recomiende un grupo u otro (que luego me gusten es otra cosa). Y una de las personas que suele enviarme canciones (mediante Spotify, que, por cierto, ¡vaya putada lo del recorte a 10h/mes!) es Idoia. Gracias a ella escuché por primera vez a la chica de la que hoy vengo a hablaros, Lourdes Hernández, o más conocida como Russian Red. Esta cantautora española natal de Madrid me sorprendió desde el primer momento. De hecho, nunca pensé que fuera de España, pues nada más escucharla di por hecho que con mucha probabilidad sería británica (sobre todo porque Idoia suele mandarme canciones de grupos en general británicos o estadounidenses). Imaginad mi sorpresa al descubrir que era de mi país.


Esta maravillosa chica (porque para mí lo es sin ninguna duda) ha sabido cautivarme tanto por su voz y su estilo único como por las preciosas letras de sus canciones. Tiene ese "algo" que pocas veces un cantante o grupo posee para que te guste, hablando personalmente, claro. Un claro ejemplo de que se puede seguir haciendo música que guste sin pasar por OT y demás programas a los que sólo les interesa ganar dinero. Cosas como ésta hacen que mi esperanza en la música española perviva, aunque sólo sea un poquito. Os la recomiendo encarecidamente, más todavía si vuestros gustos se mueven por el indie o la música acústica. Os dejo una de sus canciones, mi favorita. Sencillamente maravillosa.


domingo, mayo 08, 2011

El lugar

No es que fuera el mejor ejemplo de conducta para mí, pero sí lo fue a la hora de pensar. Nunca fue como las demás, ella jamás trató de que creyera que el mundo estaba a mis pies, que era muy fácil desenvolverse en él y que cualquier cosa era posible. No, ella era demasiado realista como para hacerme ver la vida de esa forma. Siempre decía las cosas claras, con toda la sinceridad que le era posible.

No acostumbraba a darme charlas filosóficas, de hecho las pocas veces que nuestras conversaciones se asemejaron a tal cosa estaba medio borracha y no fue su intención. La recuerdo todavía sentada en la vieja mecedora que le hacía polvo la espalda (y aún así aseguraba que era el asiento más cómodo de toda la casa), con un vaso de whisky en la mano derecha y un cigarro en la izquierda. Solía decir que cualquier lugar puede ser el lugar. Ése en el que te sientes absoluta y completamente en paz. Donde todo parece estar en calma y nada parece poder perturbarlo. Sí, recuerdo su sonrisa al decirme aquellas palabras... Yo siempre había pensado que ese lugar que me describía aquella mujer era aquél mismo, mi casa. Por eso yo fruncía los labios pensativa cuando me volvía a recordar aquella frase. "Cualquier lugar puede ser el lugar". Ante aquello, una mañana, me atreví a preguntarle cuál era para ella ese lugar. Me dirigió una mirada de nostalgia y murmuró "desde que tu padre nos dejó, cariño, jamás he vuelto a encontrarlo". Y fue entonces cuando finalmente comprendí el verdadero significado de sus palabras.

Cuando cierres los ojos, T.P.
jueves, mayo 05, 2011

Si no hi ets




¿Acaso no has sentido todavía la descarga eléctrica que se produce con tan sólo rozar mi piel? Pero no importa: acaríciame. Vuelve a sentirlo una vez tras otra. Ignora los latidos, el sudor frío o mis miradas de ira. Al fin y al cabo, lo hiciste una vez, no puede ser demasiado complicado actuar una segunda. Recuerda tu guión, yo prefiero improvisar mi papel. No dudes ni un segundo más o puede llegar a ser demasiado tarde. Seu amb mi; si no hi ets, tot perd el seu sentit.
domingo, mayo 01, 2011

El cristal


¡Cuánta ilusión puede provocar dibujar en un cristal empañado! Cuidadosamente y con determinación, aprieta su fino dedo sobre el vidrio helado trazando líneas sin sentido, para aquí y para allá. Nadie la detiene porque la ven entretenida con la actividad, y eso no es algo que suceda todos los días. Al cabo de un rato, toda la ventana muestra una serie de líneas, círculos, garabatos al fin y al cabo, hechos por alguien que todavía no sabe descifrarlos. Sin embargo, cualquiera si se esfuerza puede interpretarlos. ¿Acaso ese redondel trazado torpemente no es sino el claro símbolo de las buenas notas que va a sacar en el futuro? O aquellos puntos de allá, ¿no se pueden distinguir las dulces notas de una canción que compondrá mucho más adelante? No, claro que no. Porque, sin ninguna duda, nada de todo esto se puede llegar a adivinar de sus dibujos. Es demasiado temprano para poder saber nada sobre su porvenir. De todos modos, ella tampoco está demasiado interesada. Sostiene el dedo índice en alto, con la yema humedecida, tras haber hecho todo aquello, y contempla su obra unos instantes muy satisfecha. Es, con diferencia, lo mejor que ha hecho en todo el día. La sonrisa no le cabe en el rostro. Y si supiera, si pudiera interpretar cada uno de sus rayajos, disfrutaría aún más de aquel instante de felicidad, sentimiento producido por el trabajo bien hecho. "¡Alice, ven aquí!". Lo bueno no dura siempre. Incluso ella, con cinco años, lo sabe. Su disfrute acaba con las palabras de su madre. Obediente, acude a la llamada, dejando la ventana sola y sin nadie que la admire.

Y ojalá ese momento le hubiera durado más.
 

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