domingo, mayo 23, 2010

Tristes armas

Se preguntaba León cómo podía ser aquello de sufrir tanto por una persona y, al mismo tiempo, sentir que la felicidad sólo podía venir de ella. A veces se ponía a andar al lado de Harmonía cuando iban de excursión, o se sentaba a su lado debajo de un árbol para protegerse del sol en el verano, o en el invierno dejaba el paraguas en casa para que ella le dijese: "¿te tapo, León?", y así poder ir con ella, cubiertos los dos y aislados por aquel pequeño toldo negro. Cuando eso ocurría, cuando Harmonía lo miraba a los ojos y sonreía, entonces León sentía que aquello era la felicidad, y querría seguir siempre así, al lado de Harmonía, sin hacer nada y sin que nada los separase nunca. Por eso no le importaba soñar que moría abrazado a ella, porque a veces pensaba que eso sería lo mejor: dejar este mundo e ir al otro, donde no hay guerras, ni fronteras, ni gentes que se matan entre sí y que separan a los que quieren estar juntos. El mundo en el que ya estaban su madre y el padre de Harmonía...
Otras veces, por el contrario, pensaba que si no hubiese sido por la guerra y por el exilio, lo más seguro sería que él y Harmonía no hubiesen llegado a conocerse nunca. Y no podía entender que de algo tan malo como la guerra pudiese salir algo bueno. Ni podía concebir la idea de que Harmonía y él anduviesen por el mundo sin llegar a encontrarse.

Tristes armas (págs. 98-99), Marina Mayoral.
viernes, mayo 21, 2010

Death Note

He visto un anime.

Después de esta revelación nada será igual. Yo, la que en su vida había mostrado algún interés por los mangas o los animes, se ha tragado los treinta y siete capitulos de uno de ellos. Capitulazos, en realidad. Lo que me atrajo a verlo en un principio fue el argumento. Un cuaderno capaz de matar a la gente tan sólo con escribir su nombre, pues le provoca un ataque al corazón en sólo 40 segundos. Y entonces, el cuaderno cae en las manos de Light Yagami...

Pero lo que me enganchó totalmente fue uno de los personajes: un detective al que nadie ha visto jamás el rostro, ni siquiera se conoce su nombre. Simplemente es L. De todas formas, después de unos cuantos capítulos se muestra ante unos cuantos policías (por lo que el misterio de su rostro se desvela pronto). No quiero comentar más porque ciertas personillas que pasan a menudo por aquí pueden verse spoileadas, así que (sin dar nombres) diré que mis personajes favoritos han sido éste, éste y éste.

¿Que a qué viene esta entrada? Hoy terminé de ver los 37 capítulos. Me ha encantado. Y quién sabe si me estoy aficionando a los animes... Pero Death Note está 100% recomendado, os gusten o no.
sábado, mayo 15, 2010

Dale al play

Puede que sean las pocas ganas que tengo de escribir algo para LDG, pero aquí traigo una de mis entradas de videos. Así si alguien me dice que se aburre ya tiene algo para entretenerse un rato.
En realidad sólo son canciones que estoy escuchando más últimamente, y ya. Disfrutad...o no.









martes, mayo 11, 2010

Gritar

Hoy voy a gritar. No sé qué se esconde tras esta decisión. Quizá rabia, o frustración. Sólo tengo claro que necesito hacerlo o pronto estallaré, cual bomba con temporizador definido desde el día en que apareció en este lugar.
Grito, mientras te siento cada vez más lejos. ¿Es que no puedes escucharme acaso? ¿O es que no quieres hacerlo? Y grito más, con fuerza, dejándome las cuerdas vocales en ese segundo. Grito tanto que duele. Las lágrimas acuden a mis ojos, llamadas por el extraño sentimiento que hoy me invade.
Tal vez he creído ser algo en este mundo que no era. Había tenido la certeza de que mi voz podría elevarse sobre todo esto y llegar a ti. Pero ahora compruebo que no, que por más que grite no vas a poder saber cómo me siento.

Y me rindo. Caigo de rodillas, abatida, sobre el suelo húmedo y observo lo que hay a mi alrededor. La maleza del bosque me rodea, me encuentro en un claro. Intento ver el cielo pero no lo consigo, las copas de los árboles están estratégicamente colocadas para no permitir que éste sea visible. ¿Tú también te escondes de mí? Puedo sentir perfectamente las lágrimas caer sobre mis mejillas pero no me molesto en limpiarlas. Porque nada tiene sentido. Nada...
Pequeñas ramas comienzan a rozar mi piel, provocándome heridas que ni siquiera siento. Y observo mis piernas, ya llenas de cortes sangrantes. Una lágrima cae sobre una de las lesiones formando una curiosa imagen al mezclarse con la sangre. Escuece, pero sigo sin sentirlo del todo. Escucho pasos a mi alrededor; puedo ver las sombras que acechan en cualquier rincón de la espesura, como si me retaran a intentar escapar ya que ellas saben que no podría...pero eso es lo que menos me importa en ese momento. No intento gritar más porque estoy convencida de que no me vas a prestar atención.
Una de las sombras intenta levantarme, quiere curar mis heridas, pero la espanto de un solo gesto. Comienza a darme miedo mi propia ferocidad. Me arrastro lejos de las sombras, haciendo que mis heridas sangren más deprisa. ¿A dónde me dirijo? A cualquier parte, donde no haya nadie. Donde las heridas terminen conmigo, donde el dolor sea lo más placentero que puedas encontrar. Donde mi voz ya no sea necesaria. Donde no haya nadie. Donde habite el olvido.

No sé cuánto llevo buscando este lugar. ¿Horas, días? Estoy destrozada, no puedo mantenerme en pie y mi alma está tan fragmentada que no sé ni siquiera quién soy. Decido intentarlo de nuevo, gritar, pues tal vez desde mi nueva posición puedas llegar a escuchar mis palabras. Lo hago. Grito. Nada. Decido gritar tu nombre, y entonces pienso... ¿A quién grito? ¿A quién estoy llamando tan insistentemente? ¿Quién eres tú y por qué te necesito tanto? La frustración me puede. Vuelvo a llorar. Tu nombre, ¿cuál es? No lo recuerdo, parece haberse desvanecido. La oscuridad comienza a envolverme más y más, no veo nada. Y justo en el último momento, lo recuerdo...
Estaba llamándome a mí.
domingo, mayo 09, 2010

Mi clase (II): grupos

Estoy segura de que ocurre en todas las clases. Porque siempre, siempre se forman grupitos. En la mía es más que visible, se distinguen nada más entrar: a un lado los futbolistas, o "los de la resi"; al otro los que no lo son, o "els del poble".

El primer bando se compone, a su vez, de otros dos grupos: los aplicados, que mantienen orden durante la clase y atienden; y los que se pasan las horas tocándose las narices, recogiendo de vez en cuando alguna amonestación por falta de educación (de lo cual, la mayoría, tienen muy poca). En general, este bando se caracteriza por su alto ego, la ropa de marca, el desprecio hacia la cultura valenciana sin ningún tipo de reparo y la inevitable sensación de sentirse superiores. Gente con la que no querrías encontrarte. Eso sí, siempre hay excepciones.

El segundo bando consta de gente muy particular (vamos, con decir que estoy yo ya os adelanto bastante). Como el anterior también se compone de dos grupos: por un lado las chicas, que somos muy pocas pero ninguna igual a la otra, probablemente seamos las chicas más raras del instituto (y olé por ello); y por otro lado los chicos, que también son pocos. Estos también se dividen en dos: un par que parece invisible, porque no dice nada; y el otro par, los "frikis", que personalmente me parecen los más agradables.

Vamos, más que clase...parecemos un zoo. Sólo nos faltan los canis, por suerte a esos sólo tengo que aguantarlos en las optativas.
viernes, mayo 07, 2010

Mi clase (I): futbolistas

He decidido que, a falta de cosas por contar, hablaré un par de entradas sobre mi clase que es donde paso la mayoría de las horas de mi vida. La gente con la que convivo, para bien o para mal. Y de paso os cuento la de chorradas que podemos llegar a hacer.

Desde 2º de la ESO comparto clase con chicos que viven en la residencia deportiva del Villarreal C.F., quizá algunas futuras estrellas del fútbol. He conocido a muchos de ellos, bastantes (y demasiados), y puedo decir con total seguridad que sólo cinco me han caído bien. No sé si es porque viven encerrados todos juntos en el mismo edificio y se creen casi dioses, o el simple hecho de jugar a futbol ya les aumenta el ego de una forma bestial. Me da absolutamente lo mismo. El caso es que no son santo de mi devoción y a menudo resulta desagradable tener que compartir clase con ellos.

La clase de Ética la nombro en el 60% de las entradas, y hoy no va a ser menos. La última actividad que hemos hecho ha sido redactar un texto breve por parejas (escogidas por el profesor y formadas por gente que no se junta demasiado, chico-chica) en el que comentaramos nuestras diferencias, psicológicamente hablando. Me ha tocado con uno de mis queridos compañeros futbolistas, con el que tengo poco o nada en común. Él pensó los puntos a nombrar, yo lo redacté en diez minutos. Teníamos que seguir la estructura de un texto ya hecho, por si no os gusta cómo es para que no me echéis la culpa y tal.
Y éste ha sido el resultado.

A él le gusta la playa, a mí la montaña. Él prefiere salir, yo la soledad de mi casa. Él no reflexiona sus decisiones, yo tardo toda una vida en tomarlas. Él disfruta del campo de fútbol y yo me pierdo entre las líneas de Bécquer. Él escucha canciones de reggaeton, yo prefiero el rock alternativo. Él se pasa la tarde con el mando de la Play en la mano, mientras que yo la paso con un lápiz y una libreta llena de garabatos.
jueves, mayo 06, 2010

Le pido a la Luna

Del libro Dulce amargo, bajo la pluma de la mexicana Dulce María (me encantan sus reflexiones, dicho sea de paso). Es uno de los textos con los que más me he sentido identificada en toda mi vida, y creedme si os digo que he leído bastantes. Hoy he estado dándole un vistazo de nuevo a sus escritos y me reencontré con éste. No he podido evitar traerlo aquí, a mi rincón de delirios.
Poco más tengo que decir. Disfrutadlo.


(Clic encima para ver mejor)
 

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