domingo, septiembre 25, 2011

Y cada vez que cedo, tú olvidas que caíste



No soy perfecta. Pero hoy he visto la imperfección de esa no perfección, y se me hace tan horrible, tan amarga, tan espantosa, que he decidido algo: vivir con detalles perfectamente imperfectos.
viernes, septiembre 23, 2011

Yo mataré monstruos por ti

Jamás podría vivir junto a una estación de tren. Unos van, otros vienen. Hoy me he dado cuenta de cuánto me asusta la simple idea de una estación. Odio el amargo significado que guarda. Porque odio las despedidas, porque odio pensar en ellas. La vida es cambio, pero de todos ellos quizá sea éste el que más duro me resulta. ¿Por qué un adiós pudiendo ser un hasta luego?

Por eso, porque no soporto despedirme de ti, el miedo se apodera de mis reflexiones. Me niego a despertarme sin la certeza de que voy a verte; no puedo, no quiero verte marchar. Hoy al menos no. La decisión está más que tomada, soy totalmente consciente de ello, pero dame un instante, uno sólo, para hacer de esto la eternidad. Déjame guardar en mis recuerdos tu voz, no quiero olvidarla cuando rememore cada una de tus palabras. Ni tu sonrisa divertida, o tus labios, formando una mueca de desagrado por el frío del invierno. ¿Lo oyes? Es el tren, acercándose. Te he dicho que no había marcha atrás, ni siquiera nosotros mismos podríamos cambiarlo. No obstante, es el momento, nuestro momento, para recordar. No necesito un beso, una caricia, un abrazo de despedida. Sólo a ti, a mi lado. No me tomes de la mano, temo que ése sea el último gesto más bonito que llegue a sentir en la vida. Tampoco digas nada, cualquier palabra estaría de más y estropearía esto. ¿Puedes oler el humo, la máquina que se aproxima cada vez más? Yo no, estoy demasiado embriagado por tu perfume. Y así lo estaré siempre.

No voy a mirarte antes de marchar. He cerrado los ojos y no pienso abrirlos hasta estar seguro de que ya no estás. Me gustaría decirte algo antes de que nuestro instante termine, algo que quizá te ayude, o te reconforte, cuando te sientas sola. ¿Podrás allá recordar cada uno de los días que compartimos? Las comidas, los amaneceres, las lágrimas. El tiempo, que ahora duele. Que nuestro recuerdo no te entristezca, fue demasiado hermoso para que se convierta en algo así. Que nuestro instante, nuestro momento, este preciso segundo, sea inmortal. Podrás verlo siempre que quieras. En cada esquina de la nueva vida que se extiende ante nosotros, quizá no tan nueva, quizá no tan vida. En cada día. Cada mañana. Cada beso. Allí estará, nuestro momento, mientras tú desees que lo esté. La inmortalidad en tus manos mientras que en las mías sólo un billete sin regreso.

Y te alejas, te alejas... Ya no estás, puedo sentirlo. ¿Puedes tú? Qué amargo está el café en este lugar. Será tu ausencia. Y al echar otra cucharada de azúcar, mientras los pequeños granos caían sobre la superficie negra, lo he visto, tan dulce... nuestro momento.

He decidido que no volveré a coger un tren a no ser que éste me lleve de nuevo allí. Y de una cosa estoy seguro: los viajes en el tiempo, hasta ahora, no son recomendables.
martes, septiembre 13, 2011

No hope


He said I was wrong
about his plans of life;
but I knew who I was
and don't change with time.

It's not make sense
learn how to fly
if you have no hope
in things that made you cry.
lunes, septiembre 12, 2011

Through your eyes

Suspiró a la vez que dejó caer la cabeza sobre su hombro. Su calidez la reconfortaba, le daba fuerzas para continuar, pero aumentaba su nivel de demencia. Había aceptado aquello y no le importaba. La balanza de sentimientos que cargaba se tambaleaba sin necesidad de que intervinieran más factores.

Se había dado un minuto para reflexionar acerca de algo que él había dicho y había acabado pensando en cosas sin sentido que no guardaban ninguna relación con el primer tema. A su alrededor todo era silencio, salvo los improvisados acordes de la guitarra que él hacía sonar, tratando así de hechizarla del todo. Finalmente, reaccionó. Su mirada se posó sobre la ventana, quería adivinar la hora que era tan sólo con mirar el cielo; pero la persiana entorpecía su deseo. Entonces decidió hacer algo mejor. Giró la cabeza hacia la derecha y esperó. En el momento en que sus ojos se encontraron con los de él notó las chispas que revoloteaban en su retina. Pero bajó la mirada y regresó a su posición inicial, decepcionada: había pretendido ver una balanza de sentimientos que no era la suya tan sólo con fijar la mirada en sus ojos.


 

Blog Template by YummyLolly.com