viernes, febrero 25, 2011

No llores más por mí


El cristal empañado se sitúa, tentador, sobre el escritorio. Las siluetas de los edificios se desdibujan tras él mientras el cielo va oscureciendo a ritmo acelerado. Invierno. El frío duele. ¿O es la vida la que lo hace? A veces resulta totalmente pesimista pensar en que la vida sólo se reduce a sentimientos dolorosos; otras simplemente realista. Por eso no debe haber más dolor. No llores más por mí, ya me he ido.

Todavía el aroma de mi perfume permanece encerrado entre estas cuatro paredes, como si de un revitalizante se tratara. Pero no lo es, ya no. Ahora produce el efecto contrario. Debes darte cuenta antes de que sea tarde. No caben más lágrimas en tan poco espacio. No cabe más dolor, déjalo ir. Déjame ir. Porque ya no estoy. Así que, por favor, basta. No llores más por mí, ya me he ido.

No te pido que olvides todo, pues sería como pedirle al mar que se detuviera. No por pasar página se ha de olvidar lo que en la anterior se decía. Busca un beso que repare las heridas. Encuentra esa mirada. No una que se parezca a la mía, sino una mirada. La que sea tuya, para ti. Tu mirada. La que siempre has estado esperando. La que te haga más feliz, más tú. La que al encontrarse con tus ojos detenga todo intento de llanto.

No llores más por mí...ya me he ido.
viernes, febrero 18, 2011

El pétalo

Esta mañana al salir de casa para ir hacia el instituto me ha ocurrido algo inusual. Quizá pensándolo así en frío no resulte nada del otro mundo, pero a mí me ha afectado bastante y ha hecho que mi modo de pensar durante todo el día haya sido diferente a como es normalmente. Si he de ser sincera, las cosas más insignificantes suelen ser las que más me afectan.


Como siempre, he descendido adormilada los dos pisos de escaleras. Iba a traspasar la puerta de mi portal cuando he bajado la mirada y me he encontrado con un pequeño pétalo rojo. Todavía no sé cómo ha podido llegar hasta ahí, pues no hay ninguna planta cerca y la puerta (por lo general) siempre está cerrada. No he podido evitar fruncir el ceño y me he quedado observándolo. Nadie lo había pisado, no había ninguna huella sobre él, lo que me resultaba todavía más extraño. Lo normal es que alguien ya lo hubiera pisoteado o simplemente apartado con un rápido movimiento. Pero permanecía ahí, quieto. Al parecer nadie se había propuesto destruirlo. Durante los pocos segundos que he estado mirándolo se me han pasado muchas cosas por la cabeza. De qué flor vendría. Y de dónde vendría esa flor. Por qué me producía aquella sensación. Sin embargo, mi madre me esperaba para llevarme en coche hasta el instituto, así que no me he detenido mucho tiempo. He cruzado el umbral y he salido a la calle no sin antes volverme a girar un instante, tan sólo uno, para mirarlo. Seguía ahí, por supuesto.

Desconcertada por todo aquello, pasé las primeras horas de la mañana recordándolo. Luego fui olvidándome, pero por otro lado me he fijado en detalles en los que otros días no me había parado a pensar. En la forma de las nubes. En las miradas que se cruzan la gente. En un roce. En un pequeño acercamiento. En una risa divertida. Esos pequeños gestos que forman el día a día. Probablemente esté loca o simplemente drogada...¿por un pétalo? No volví a recordarlo hasta que regresé a casa, a eso de las tres de la tarde. El pétalo había desaparecido. Puede que alguien lo arrastrara con su zapato, puede que la señora que vive abajo de mi finca haya estado barriendo y lo haya tirado a la basura. O puede que no. Puede que el pétalo haya sido, incluso, producto de mi imaginación.

Pero, ¿qué pasará la próxima vez que vea uno?
martes, febrero 08, 2011

Soy de letras...y me encanta

Entrada imprescindible en este blog. Llevo pensando en hablar sobre ello desde hace bastante. No obstante no me había aventurado a llevarlo a cabo por falta de tiempo o pocas ganas (probablemente lo segundo), pero más vale tarde que nunca.

Porque hoy vengo a hablar del bachiller humanístico.

Más conocido como "el de letras", aunque oficialmente "bachillerato de ciencias sociales y humanidades". Breve introducción para la gente que esté muy perdida en este tema: al acabar la ESO, si decides cursar los dos años que bachiller debes elegir entre el de artes, el de letras o el de ciencias. En mi caso, tomé el de letras. Era una decisión que tenía clara desde 2º ESO, cuando verdaderamente me di cuenta de cuánto me gustaba este mundo. Actualmente estoy en el segundo trimestre del primer año y estoy más que encantada. La mayoría de las clases son excelentes (qué pena que no pueda decir lo mismo de unos cuantos profesores incompetentes), el temario es tal y como deseaba y las notas las estoy llevando bastante bien (mejorables, pero bien). En general, puedo decir con total certeza que me está gustando bachiller. A pesar de todo, no es de eso sobre lo que hoy vengo a hablar, sino sobre el punto de vista que se tiene sobre mi bachiller.

En primer lugar quiero dejar una cosa clara: no todos los alumnos de mi bachiller son "de letras". Lo quiero explicar porque si yo fuera uno de ellos me daría mucha rabia que se me tomara de letras cuando no lo soy. O vas por la vía de ciencias sociales o por la humanística. Una tiene economía+matemáticas y la otra latín+griego. Vamos, nada que ver.

Dicho esto, paso a lo siguiente. Se suele considerar que los alumnos de letras toman este bachiller porque no llegan para estudiar el de ciencias (los de artes es otro tema, ésos ni siquiera se consideran estudiantes, opinión que no comparto en absoluto). Ante estos comentarios sólo puedo decir: ¿perdón? Me encantaría ver a un alumno de ciencias estudiar latín, todas sus declinaciones, casos, tiempos, pronombres, mitología... Me río de la gente ignorante que no sabe realmente en qué consisten estas asignaturas y optan por calificarlas como mucho más sencillas que las de ciencias. Pero, admitamos algo: cuando a alguien se le da bien una cosa le resulta mucho más sencilla que otra que en un principio puede resultar facilísima. Véase el caso de una de mis mejores amigas, que es una verdadera genio en Historia, y la asignatura este año no está precisamente tirada. A mí me pones una hoja de problemas de matemáticas y te la devuelvo en blanco, aunque si me das un texto en latín o griego para analizar y traducir te lo daré hecho y rehecho. Sin embargo a alguien que le gusten las matemáticas le harás feliz con esa hoja, en cambio dudo que se atreva siquiera a leer el texto.

Otro punto muy polémico: las lenguas muertas no sirven para nada. Vale, te doy toda la razón en cuanto a que ya no se utilizan y, en principio, no resultan útiles. Ahora hablo como alumna de clásicas: ¿de verdad creéis que se darían dos asignaturas con cuatro horas semanales (es decir, ocho horas a la semana) si no sirvieran para nada? Personalmente me han servido, y mucho. Mi principal objetivo al entrar en bachiller fue prepararme todo lo posible para aprender cuantos más idiomas mejor. Las "lenguas muertas" me han ayudado a ejercitar la capacidad de analizar y traducir con mayor rapidez, así como aprender muchísima etimología que luego resulta muy útil para aprender lenguas románicas, como el francés, incluso para comprender con facilidad textos antiguos que luego se dan en Castellano o Catalán. En definitiva, pensaos dos veces lo de decir que una asignatura es inútil sin saber prácticamente nada de ella, porque yo también puedo decir que física y química no me va a enseñar nada útil y quedarme tan ancha (cosa que no opino).

En conclusión... el bachiller de letras tiene tanto mérito como otro cualquiera. ¿Que jamás lo cursarías? Me parece bien, a mí tampoco se me ocurriría meterme al bachiller de ciencias, mucho menos al de artes. Son opiniones, nada más. Hoy os he traído la mía y un par de motivos por los que me gustaría que reflexionarais antes de discutir con alguien sobre el bachiller de letras. Pero por encima de esto, tengamos en cuenta que ninguno es mejor o peor, simplemente diferentes. Si algún día conseguimos que todos tengamos eso claro, todo irá mucho mejor.
sábado, febrero 05, 2011

La meua terra

Tota la meua vida l'he passada sent conscient d'una sola cosa: volia anar-me'n d'açí. Vull dir que, com a bona amant de l'anglés que sóc, sempre he volgut viatjar i conèixer la terra d'on part la llengua que més m'estime del món. Potser mai me l'havia plantejat però fa uns dies ma mare, una dona massa intel·ligent i que sap desde sempre les meues intencions de futur, em va dir que encara que vullga anar açí o allà, trobaré a faltar aquest lloc. Trobaré a faltar aquest poblet valencià, perquè ho és, del que tant em queixe i remugue. Aquesta terra, la terra valenciana. La meua terra a la fi. Vila-real. El lloc que m'ha vist crèixer any darrere d'any. Que m'ha vist riure i plorar, caure i alçar-me. Viure. Serà cert que les vistes desde el Big Ben no em resulten tan delicioses com fer una ullada a un camp de tarongers? És veritat que pot parèixer de bojos, ja que no podem comparar un lloc amb un altre. No podem comparar el meravellós Londres amb la petita ciutat de Vila-real. Ho se.
Però també sóc conscient de que mai l'aroma britànic aconseguirà fer-me sentir a casa.


Toda mi vida la he pasado siendo consciente de una sola cosa: quería irme de aquí. Quiero decir que, como buena amante del inglés que soy, siempre he querido viajar y conocer la tierra de donde parte la lengua que más quiero en el mundo. Puede ser que nunca me lo había planteado pero hace unos días mi madre, una mujer demasiado inteligente y que sabe desde siempre mis intenciones de futuro, me dijo que aunque quiera ir aquí o allá, echaré de menos este lugar. Echaré de menos este pueblecito valenciano, porque lo es, del que tanto me quejo y remugo. Esta tierra, la tierra valenciana. Mi tierra al fin y al cabo. Vila-real. El lugar que me ha visto crecer año tras año. Que me ha visto reír y llorar, caer y levantarme. Vivir. ¿Será cierto que las vistas desde el Big Ben no me resulten tan deliciosas como echar una ojeada a un campo de naranjos? Es verdad que puede parecer de locos, ya que no podemos comparar un lugar con el otro. No podemos comparar el maravilloso Londres con la pequeña ciudad de Vila-real. Lo sé.
Pero también soy consciente de que nunca el aroma británico conseguirá hacerme sentir en casa.
 

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