jueves, octubre 27, 2011

No romance around there

Creo que no pido tanto.

Y ni siquiera lo pido, lo suplico. Porque si ahora es así, ¿en qué se convertirá dentro de un par de años? Comprendo lo que ocurrió, pero no lo que está ocurriendo. Es una verdadera pena. A veces no está mal detener las cosas para echar una ojeada a lo que dejamos atrás. ¿No te has planteado que quizá olvidas algo?

Y qué sé yo... Que me encantaría tomar un café contigo, pero que sé que es imposible. ¿Y qué me queda? Mucho, quizá más de lo que a primeras pueda parecer. Crecer implica dejar crecer, y más.

Inventario. Tiempo de locos. Qué abrumador, ¿no? Sólo una tarde de palomitas con chocolate, y una canción de los Arctic que nos recuerde quiénes fuimos, porque a veces lo olvidamos.

martes, octubre 25, 2011

Insane


Es posible que la única forma de hallar algo de cordura entre tanto disparate sea sencillamente conseguir cerrar los ojos, dejar a todas esas voces que hablen, que hablen... pues, al fin y al cabo, no van a lograr nada de ti.
domingo, octubre 23, 2011

Hay días que prefiero ser lo último que quieres a tu lado

Hay tantos sentimientos posibles, tantos... Para vivir, para morir. ¿Y de qué piensas que hablaré hoy? ¿De la vida? ¿De la muerte? ¿De todos esos breves momentos que le dan sentido a la mayor parte de las entradas de este blog? Siento decirte, mi querido amigo, que hoy no.
Porque la entrada de hoy es mucho más especial que todo eso. No vengo a haceros reflexionar, o a contaros por qué odio tanto todo. Tampoco pretendo transmitiros lo que sentí cuando cierta tarde alguien me susurró al oído unas bellas palabras. Ni siquiera estoy interesada en que acabéis de leer esto. Mi intención esta vez es mucho más privada.

Necesito decir algo. Decirlo, sin más. Dejar que las palabras salgan de mi cabeza, vuelen entre mis dedos y terminen aquí. Probablemente no sea el mejor modo, ¿pero en qué lugar mejor que éste, donde está, a fin de cuentas, recopilada la mayor parte de mis pensamientos adolescentes? Sin duda si debe estar en algún sitio, es éste.
Y bien, ahí va: tengo saturada la mente. No me había dado cuenta del todo hasta hace unas horas. No puedo más. Las ideas comienzan a desbordarse a la par que mis emociones. Para que sea más entendible, no puedes llenar un vaso con agua si ya está lleno de ella. Así que necesito un respiro, otro recipiente en el que depositar algo de todo ese cúmulo de cosas. Y es ahí donde llega mi verdadero problema.


¿Dónde?
No puedo depositar agua en un vaso en el que hay Coca-cola, y tampoco en otro que hay Fanta de limón. No puedo porque los resultados de ambas acciones serían desastrosos. Sigo con esta ejemplificación para no perderos demasiado.

Así que por el momento sé que las cosas van a continuar así. Todos van a tratar de ayudar a vaciarlo sin saber que pueden ahogarse en el intento. Por otra parte, no deben temer por mí: yo vivo ahí dentro; y es, desgraciadamente, imposible ahogarte en tu propia creación.
miércoles, octubre 12, 2011

The type of kisses where teeth collide

Hola.

¿Sabes qué pienso? Que es gracioso el camino que toman las cosas. Es algo sobre lo que he estado reflexionando hoy. Lo que no me lo parece tanto es no saber cuál es el que debo tomar yo. Me encanta pretender que sé exactamente a dónde voy cuando lo único que hago es dar vueltas en círculos a la misma manzana, esperando una señal, algo que me guíe y me señale la dirección correcta. Ya ves, sigo siendo tan indecisa como de costumbre. ¿O creías que todo esto me había hecho cambiar? No, en el fondo sigo siendo igual que siempre, igual que tú.

Lo más gracioso de todo esto es recordar que no es nada nuevo. Siempre me he pasado los días deambulando por todos los caminos posibles. ¿Recuerdas cuando lo hacíamos juntos? Y tú chillabas tratando de asustarme a las tres de la madrugada cerca de un callejón. Pero no había nada, claro que no. Y reías, como si fuera lo más divertido del mundo. Te dedicabas a dejar las anillas de las latas sobre cualquier lugar que pillara de paso, como si dejaras tu huella. O cuando tratabas de enseñarme a lamerme el codo. ¿De qué demonios tienes hechas las extremidades? O, incluso, cuando comenzabas a improvisar una canción disparatada acerca de un hombre sin zapatos que buscaba a su gato desaparecido. Oh, casualidad, nos acabamos de cruzar con un anciano descalzo. Y te miro de reojo, descubriendo esa sonrisa traviesa en tus labios. Eras increíble. Sí, qué bien lo recuerdo todo...



Curiosamente me vienen a la mente todos esos recuerdos mientras paseo por una de esas mismas calles. Y me ha dado por, no sé por qué, pensar en ello. Definitivamente, qué gracioso es el camino que toman las cosas. Pero, ¿y yo? ¿A dónde voy? Quizá no estoy buscando un camino, quizá sólo estoy siguiendo el rastro de esas anillas de latas...
lunes, octubre 10, 2011

Todo acaba en este mundo menos lo que nunca empieza

El camión de la basura le ha despertado, a eso de las 0:49 de la noche. En un principio, no se ha dado cuenta; la comodidad de ese colchón es verdaderamente placentera. Todo es normal. Las sábanas, suaves, ligeras, siempre familiares. Y el tenue resplandor que se cuela por debajo de la persiana, que refleja la mesa de cristal unos metros allá. Nada nuevo para él.

Pero unos segundos después, lo recuerda. ¿Cuánto hacía que no estaba allí? Piensa, primero, que mucho. Luego, cuando consigue despejar su mente, que tampoco tanto. ¿Un año y dos meses? Algo así. Recorre la mirada por el techo, no quiere volver a dormirse. Le apetece saborear esos segundos de tranquilidad, de esa deliciosa felicidad que le provoca estar ahí. Se da la vuelta a la derecha, y la encuentra. Reconoce su espalda desnuda gracias a la poca luz que entra en la habitación. ¿Qué ha pasado? La pregunta suena en su mente tan idiota como en cualquier otra. Como si quedara alguna duda sobre la respuesta... Y sonríe de lado. Dobla el brazo y se sujeta la cabeza con la mano. Qué extraño es todo. Siempre lo ha sido, en realidad. Cuando acaban así, se marcha hacia las seis, antes de que ella se despierte. La situación sería muy extraña por la mañana, al encontrarse los dos, desnudos, en una cama. Y lo cierto es que, aunque nunca hay despedida, la situación siempre se repite. No es sexo por sexo. Es una relación compleja, casual, habitual. Extraña.

Decide adelantar el momento de marcharse, así tendrá tiempo de llegar a casa y dormir algo antes de irse a trabajar. Y cuando se incorpora, algo lo detiene. Una mano, la de ella. Se gira de nuevo y la ve, observándole. Al parecer no es el único al que el camión de la basura ha despertado. Ella le obliga a volver a su postura anterior, y él no opone resistencia. Descansa la cabeza sobre la almohada y suspira. No es un suspiro de fastidio, sino de alivio al saber que su estancia en ese lugar va a ser un poco más larga, aunque nunca llegue a admitirlo. Ella lo estudia durante unos segundos, seria. Él rehuye su mirada. Finalmente, ella susurra unas palabras, las palabras, ésas que él siempre ha deseado que le diga aunque no lo sepa ni él mismo. Necesito verte cuando despierte. Cierra los ojos, se le han humedecido ligeramente. Pero ella acaricia su mandíbula y él se arma de valor para dedicarle una mirada llena de significado. Se sorprende al ver que ella no parece triste, ni siquiera molesta, sólo sonríe. Y es una sonrisa tan sincera que su corazón da un vuelco. Ella pasa una pierna sobre las suyas y besa sus labios con suavidad. Caricia a caricia, paso a paso, se sinceran. Confiesan lo que nunca antes habían confesado. ¿Estarás cuando amanezca? Sí, hoy sí. Hoy quiero que necesites que esté. Abrázame, no hables, no pidas más. Siento todo lo que ha ocurrido. ¿He sido demasiado idiota? Y sabes que deberías acostumbrarte. Quizá nunca puedas perdonarme, o quizá sí. ¿Puedo decirte algo antes de volar juntos? Qué bien te sienta ese vestido invisible.
sábado, octubre 08, 2011

Si tu te'n vas ben lluny d'aqui

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos miramos? Me encantaría recordarlo. Pero te alejas, te alejas... ¿Podrás hacer que olvidas un poco de ese brillo y dejarlo aquí, conmigo?, pues lo necesito. ¿Necesitas tú algo? Toma lo que quieras, es tu oportunidad.
Palabras que todavía revolotean por mi cabeza. Las tuyas, las mías. Todas las palabras. Sé que eran, sin lugar a dudas, premeditadas. Que se habían quedado desde hacía tiempo en la comisura de nuestros labios. Inevitablemente pienso que podría haber sido más sencillo que en vez de quitártelas con preguntas, te las hubiera quitado a besos. Pero ya no.
Si te entristece todo esto, si te arrepientes, si sólo desearas regresar por un instante... dilo: te necesito, y regresaré. Sólo dilo. Extiende tu mano, pues sé perfectamente cómo curar tus heridas, borrar ese dolor que arrastras desde hace tanto tiempo. Sin embargo, hazlo ahora, o será, como tú dices... demasiado tarde.


 

Blog Template by YummyLolly.com