miércoles, julio 13, 2011

Y callaron


Se comportó torpemente, como el jodido adolescente que era. No dejó en ningún momento de demostrarnos a todos, pero sobre todo a él mismo, lo poco que le importaba que nos importara. Todas las lágrimas que derramó su madre fueron suficientes para cubrir las que otros, por vergüenza, jamás llegamos a llorar. Si me lo hubieran dicho tiempo antes no lo hubiera creído, pero todos los que lo odiaron, o simplemente le tuvieron ojeriza, callaron. Como si cualquier acción que hizo en vida diera ya igual. Le habían perdonado, o eso hacían ver. Miré a uno por uno mientras me preguntaba si verdaderamente lo habían hecho, si por más sorprendente que pareciera todavía quedaba algo de humildad en el ser humano; o, por otra parte, si no era más que una mentira nacida de la cobardía, o del miedo a ser considerados unos monstruos. Me di cuenta de que así era, que mentían, la hipocresía les había comido la materia gris con una considerable rapidez. Y los vi como esos monstruos que había imaginado en mi cabeza, tal y como eran, a la vez que sentía lástima por ellos.

Por el contrario, jamás sentí lástima por él, a pesar de que hubiera sido lo más normal en aquellas circunstancias. Se había ido tal y como había venido: con la verdad por delante. Por más que hubiera sido esto o aquello, lo había sido siempre, sin dobles caras, sin dobles verdades. Pocas personas pudieron y podrán decir lo mismo de ellas mismas. Desde luego, muchas de las allí presentes no podrán hacerlo. La falsedad se escribe con tinta permanente, se maquilla con palabras de consuelo y se cree, en muchos casos, por la elegancia con la que se realiza. Pero por desgracia para ellos, la Muerte no entiende ni cree en la elegancia. Al menos no humana. Y yo, a fin de cuentas, tampoco.

0 delirio(s):

 

Blog Template by YummyLolly.com