Mostrando entradas con la etiqueta Sentimientos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sentimientos. Mostrar todas las entradas
lunes, noviembre 21, 2016

Nada se compara a esto

Llevo mucho tiempo echando de menos las intensas emociones que me asaltaban cuando era una enana, el tipo de emociones que me robaban el aliento aunque no me diera cuenta, esas que no avisaban. Echo de menos las mañanas de Navidad, cuando me sentía incapaz de continuar durmiendo más horas si sabía que me esperaban mis regalos bajo el árbol. Las sábanas lejos, la ilusión cerca. O lo increíblemente feliz que me podía hacer que me compraran una simple bolsa llena de chucherías en el kiosco de la esquina a la salida del colegio. He perdido esa clase de emociones, se esfumaron hace tiempo, ya no las siento. Ojalá volver a ser niña; ignorar la vida y tan solo exprimirla. Tan fácil.

También echo de menos el atolondramiento del amor adolescente. Pasar los días imaginando situaciones con los mismos protagonistas, consciente de que esas escenas no iban a suceder jamás. Pasar las noches recordando cada mirada, escuchando canciones pop que hablaban de ese «nosotros» que nunca llegó a ser. El cosquilleo en la barriga, unas palabras bonitas. Tan fácil.

He pasado tanto tiempo echando de menos la facilidad con la que antes sentía que no me he dado cuenta de todo lo que he aprendido a sentir. Porque no ha sido fácil, y ahora me doy cuenta. Porque ahora sé que, si hubiera sido fácil, no lo habría sentido así. Tan dentro.

Y hoy me despierto, justo después de haber estado soñando contigo. Y ahí estás, abrazándome. Y me doy cuenta de que es exactamente como ha de ser, como quiero que sea, como siempre soñé que fuera. De pronto se me olvida todo lo que algún día pude sentir, porque nada se compara a esto, y no sé cómo te lo voy a decir.

Pero lo hago, y sonríes. Tan feliz.


miércoles, abril 08, 2015

A contracorriente


Tarde o temprano, llega. Ese punto de inflexión, el momento en que la lucidez se apodera al fin de nosotros. ¿O nosotros de ella? Y lo ves, y lo comprendes. Puede que hasta siempre lo hubieras hecho, pero nunca te atreviste a creerlo del todo. Nada es eterno. Ahora lo sabes. Al igual que sabes que es precisamente esa fugacidad lo que valoriza el más triste soplo de viento. No importa durante cuánto, sino cómo, con cuánta intensidad, con cuántas sonrisas.

Ahora lo sé. Estamos subidos, todos nosotros, a un tren sin parada, saltando de vagón en vagón como si nos fuese la vida en ello; a veces corriendo sobre las vías, a veces flotando por encima del humo, dejando atrás el suelo. Me he pasado los últimos tres meses hablándote de esto, ya casi no veo los vagones, y me quedo sin aire. Así que espero que no me juzgues demasiado si dejo que me cojas de la mano y que me digas que saltemos al siguiente, porque hoy me he despertado con unas irremediables ganas de ser efímera. Como un tren en medio del océano, a contracorriente.
martes, marzo 03, 2015


—Que todo se me fue, y vuelvo a ser la rara.
sábado, febrero 14, 2015

All this bad blood here, won't you let it dry?


¿Quién le arranca las flechas que solo provocan dolor a aquel encargado de quitárselas al resto?
sábado, diciembre 27, 2014

Cortázar ya sabía que las palabras no alcanzan

Si pudiera explicarte con caricias todo lo que me gustaría que supieras hoy, me faltarían noches para desvelarnos en tu cama. Y aun así, si me lo pides, no dudaría en pasarme todas las noches de mi existencia recorriendo tu piel. Porque es como volver a casa después de un largo viaje; un calor que reconforta y vuelve adicto hasta al más puritano de los seres.

Pero en realidad no es algo que pueda hacerte saber con caricias, ni siquiera así. Y las palabras se me vuelven a quedar cortas, me saben a poco. No hay diccionario que recoja todo esto. No puede existir. Nada conseguiría asemejarse siquiera. Llevo mucho tiempo dándole vueltas, tratando de hallar el modo de decirte tantas, tantas cosas. Contarte lo que esto me provoca. Cómo me hace sentir viva, cómo me mata lentamente. La terrible agridulce e irónica contradicción en la que nos hemos convertido. Esta vez, voy a serte del todo sincera. Confieso que, al escribir esto, no solo deseo que pudiera contártelo. También busco deshacerme, un poco, de toda esta carga. Tengo la esperanza de que al convertirlo en palabras logre liberarme de ello, aunque solo sea durante un momento, un efímero instante que me permita tomar aire para poder enfrentarme a lo que está por venir.

No te aceptaré preguntas al respecto, por miedo a descubrir que no tengo ni una sola respuesta para ellas. Creo que ya me he preguntado demasiadas cosas yo misma durante todo este tiempo, sin éxito.

Y después de dar esta bocanada de aire que no es más que otro estúpido placebo, bajo la voz para contaros que es mi entrada número ciento cincuenta, que se dice pronto. Mil millones de gracias a todos los que alguna vez acabaron en esta locura de blog y se entretuvieron leyendo alguna de mis entradas. Ha sido todo un placer, aunque haya sido de forma fugaz, entrar en vuestra mente.
domingo, diciembre 07, 2014

Sábanas frías para un cuerpo de sangre caliente

En medio de la noche, siente unas manos. Aparecen de la nada, interrumpiendo su fase REM. Frunce el ceño, cierra los ojos con más fuerza. Que se vayan, piensa. No las quiero, no las necesito. Tiene que creerlo, engañarse antes de despertar del todo y ser consciente de lo que ocurre. Pero las manos no desaparecen, ni tampoco parecen querer detenerse. Recorren sus sábanas, su almohada, su cabecero. No obstante, no lo tocan, guardando una especie de respeto. O esperando una nada sutil invitación.

La incertidumbre puede con él, una noche más. Abre los ojos despacio y enfoca la mirada, a sabiendas de lo que va a encontrarse. Aunque a primeras apenas logre distinguir su silueta, su olor resultaba inconfundible desde hacía un buen rato. Y la examina, como tantas y tantas veces. Esta medianoche no se ha recogido el pelo, le cae por los hombros. Su piel desnuda casi parece brillar en medio de la oscuridad de la habitación. Ella sabe que la observa, pero eso no la hace parar. Sus dedos continúan deslizándose por cada rincón de la cama, esperando, tentando.

Él tiene que pedirle que se vaya. Lo sabe. Lo ha sabido noche tras noche, incluso en su primera visita ya lo sabía. Tiene que pedírselo. ¿Y puede hacerlo? ¿Quiere, al menos? Negar algo tan dulce se le antoja casi pecado, cuando el pecado es precisamente todo lo contrario. Y los segundos pasan y sus manos siguen avanzando...

Ha soñado con esas manos desde siempre. También cuando está despierto las recuerda, en especial cuando más solo se siente: puede sentirlas en cada centímetro de su cuerpo, proporcionándole un tipo de calor que no ha logrado encontrar en nada, en nadie. Por eso cuando ella aparece, de noche, es incapaz de distinguir lo que es adecuado de lo que no. Caen las sábanas, comienza el ritual. No cierra los ojos, no parpadea; quizá, si la pierde de vista, desaparezca. Y ese que se vayan se convierte en un claro acaríciame. Sin límite de tiempo ni restricciones de ningún tipo. Acaríciame, para que pueda respirar, para olvidar que la niega en sus sueños pero la sueña en su ausencia.
viernes, noviembre 21, 2014

Manuales

Hace un par de noches, Cortázar quiso enseñarme a llorar. Insistía en hacerlo. Paso a paso, sin agobios. Decía que era muy fácil si se conocía el proceso. Solo había que sentirlo, y los ojos hacían el resto. Me confesó, así, entre nosotros, que uno se sentía mucho mejor después de hacerlo. Intenté explicarle que yo ya sabía llorar, que lo había hecho muchas otras noches antes de su llegada y jamás había necesitado ninguna clase de manual. No lo entendió. Y, al final, ninguno de los dos lloramos.

Hoy, Cortázar llora. No está solo, lo acompañan sus cronopios. No ha insistido en enseñarme. Me gustaría poder contarle por qué no quise que lo hiciera aquella noche. Pero, ¿cómo le digo a mi querido Julio que he llorado tanto que ya ni eso ayuda a hacer las cosas más fáciles?


miércoles, octubre 22, 2014

Somos otoño


Voy a recordarte como a las tardes de otoño. De las que te asomas a la ventana sin saber lo que habrá al otro lado. Tormentas infinitas o infiernos tórridos. Y yo, como las hojas. De las que se marchitan y caen, y caen, y caen.
jueves, febrero 14, 2013

Feliz día de creer en alguien


"Si quieres a alguien, lo quieres todos los días de tu vida. Sin excepción."
"Hoy es nuestro día especial. Una vez más, gracias por permanecer a mi lado."
"Una fecha más, pero contigo."
"Que San Valentín son solo 24h, y yo te tengo todo el año."
"Tu sonrisa es mi regalo."
"Otro año solo."
"Vamos a hacer que todos los días sean como éste."
"¿Qué te voy a decir que no sepa tan bien como un 'te quiero'?"
"Eres el San Valentín de mi vida."

Que es un día más, que es una fiesta superficial, que celebrarla no tiene importancia... Pero que te quiero, y no sabes lo feliz que me hace que estés aquí. Palabras por todas partes. Simplemente elige las tuyas y cree en ellas.

Feliz día de creer en alguien.
viernes, enero 18, 2013

Necesito pedirte algo

Porque te tengo, y no. Benedetti lo supo antes que yo. Es graciosa la forma en la que me persiguen esas dos palabras, aunque ni siquiera me gusta considerarlas como tal. Ese "y no", ese "casi pero nada", la historia de mi vida. Algo pasa y no. No hay nada, nada en absoluto. La negativa que acecha cada uno de mis pasos convirtiéndolos en fracasos andantes. ¿Lo soy? Un fracaso, una increíble decepción...

Tengo miedo de provocar que esto se transforme en eso. Porque tengo miedo de que pase. De que nos persiga también. Porque Benedetti lo dejó claro: que te acaricio y no, que te beso y no, que te abrazo y no...

Hoy necesito pedirte algo. Lo necesito y lo deseo. Así que, hazme el favor, no comiences. Vete.

Y no.
domingo, enero 13, 2013

Deny (me)


Tu palpitar. Poco a poco, como un imán. Que atrae. Catch me. Probablemente nunca me haya sentido así y probablemente jamás vuelva a sentirlo. Lo oyes a gritos pero no lo escuchas. Que te quiero cada mañana, cada tarde y cada noche. Que quiero tus caricias y tus enfados, tus sonrisas y tus abrazos. Que quiero todo, que lo necesito. 
¿Vas a negármelo por mucho tiempo más?
martes, enero 08, 2013

Dime


domingo, agosto 05, 2012

Fear

Mañana no será más fácil. Hoy es peligroso, pero hay que ser atrevido. Ayer era un total y absoluto disparate. Y aquí estamos. Con un poco de suerte, quizá mañana sea el éxito, la satisfacción de haber alcanzado lo inalcanzable. Por una vez, tengamos un poco de fe.

Porque qué no puede darnos miedo, paralizarnos en un instante y hacernos dudar. Cada cambio lo da. No soy partidaria de no tener miedo, pues eso sería ir contra nuestra propia naturaleza. Pero tampoco soy partidaria de dejar que éste nos controle durante demasiado tiempo. Dejemos que se apodere de nuestra mente un segundo, el instante necesario para sentirnos humanos, y luego demostrarle que hasta esta tonta especie puede conseguir cualquier cosa que se proponga. No estoy prometiendo nada, no seré tan inconsciente de darte la garantía de una victoria, ¿quién puede darte eso? Sin embargo, mientras hayas sido capaz de dejar atrás ese temor, ese angustioso miedo al fracaso, habrá valido la pena.
Tampoco puedo prometerte que ese miedo no permanezca ahí durante tu aventura. No va a desaparecer sin más, él se alimenta de ti, devorará cada una de tus ilusiones y se regodeará viendo el brillo asustadizo en tus pupilas. Estará al acecho durante un largo tiempo, hasta que al fin seas realmente capaz de continuar sin prestarle atención. Cuando eso ocurra, como si se tratara de una abominable sustancia, se irá diluyendo sobre la tierra. No, no habrá muerto, seguirá ahí, esperando un momento de debilidad para hundirte con él. Porque uno nunca se deshace del todo del miedo.

Por ello, hoy te pido algo. Por el ayer, por el mañana, adelante. Valdrá la pena, sea cual sea el final. Olvida el miedo. Y, de todas formas, ¿no será eso ya toda una victoria?
miércoles, febrero 01, 2012

Doesn't matter

Y yo, precisamente yo, seré la última que se queje. Porque me pasa continuamente, porque comprendo más de lo que puedas creer cómo te sientes. 
Todo pierde el sentido. Todo se vuelve insignificante, irrelevante. Cualquiera puede ser un futuro enemigo. El mal olor se convierte en apestoso, y algo soso en asqueroso, sin más. La oscuridad, que de costumbre siempre te ha parecido de lo más tentadora y agradable, ahora es tan aborrecible como la luz. ¿Qué queda, si es que realmente queda algo?

Puede que las voces durante un tiempo sólo te parezcan irritables. Y, más que probablemente, no te apetezca sonreír porque sí. Pero no importa, en absoluto. No importa que a ellos les importe mientras a ti siga sin importarte, porque a fin de cuentas es tu decisión, y no la suya.

No importa. Y puede que el mundo entero siga sonriendo, pero para mí no lo hará del mismo modo. Porque me encanta tu sonrisa. La de los demás se vuelve turbia, falsa, oscura y sin sentido (exactamente igual que para ti parece todo). Qué curioso, ¿no es así? Pero hay más. Cosas que a menudo olvido recordarte, pero que espero que tú nunca olvides. Que me gusta hacerte rabiar. O que me mires de lado y sepas lo que estoy pensando. Que a veces incluso sin mirarme ya lo sepas. Que me dejes escucharte, hablarte, quererte. Que me encanta acariciarte el pelo, o morderte y fingir que no ha ocurrido nada. Decir tu nombre, en voz baja, como si no supieras que soy yo la que te llama. Aunque, en el fondo, sólo lo hago por mí, para recordar que ese nombre existe, que existes. Me he pasado demasiado tiempo esperándote y, ahora que te he encontrado, no concibo la idea de que pierdas definitivamente tu sonrisa.

Y, por todo esto, no importa; no importa cuánto tiempo pase hasta ese momento mientras tu sonrisa le prometa a la mía, en secreto, que regresará.
domingo, enero 15, 2012

Somos el resultado de todo lo que hemos vivido

Ojalá fueras la mitad de ceñuda de lo que eres. Y, aún así, seguirías siéndolo demasiado. Porque no voy a mentirte con frases bonitas que te enamoren artificialmente. Las cosas como son. Ni tú eres perfecta ni yo tampoco. El caso es que nunca he relacionado el amor con la perfección, con esa supuesta ceguera que te impide ver los defectos de la gente. Nunca diré que eres perfecta; no obstante, si me fijé en ti siendo así, te seguiré queriendo por más tonta que te pongas, por más insoportable que seas. Y cuando vuelvas, con la cabeza gacha, con ese gracioso temblor en los párpados, sin reconocer tu error pero inevitablemente consciente de él... te querré todavía más.

Alguna vez me lo has llegado a preguntar. "¿Es esto una historia de amor?". ¿Y qué va a ser si no? Te he dicho cientos de veces que dejes de ver esas películas de Hollywood, y de leer esos estúpidos libros románticos: te llenan la cabeza de pájaros y aumentan tus expectativas. Pero déjame decirte que, a menudo, la realidad supera la ficción. Y esto, si tú quieres, puede ser mejor que una novela de Moccia. Pero que no somos unos Romeo y Julieta modernos. Que tampoco hay superpoderes en nuestra historia, y los únicos obstáculos que podemos encontrar no son otros que los que nosotros mismos pongamos. Que es cierto que no soy un publicista italiano, pero cariño, seamos realistas, tú tampoco eres una jovencita de diecisiete. Que tampoco soy Colin Firth aprendiendo un nuevo idioma para decirte que te amo; pero si no lo soy es simplemente porque espero que eso, a estas alturas, lo demos por sabido.
viernes, noviembre 25, 2011

All you need is love


¿Qué me queda por decirte, después de todo lo que hemos pasado? Que no importa nada más, no importa. Podemos con todo y lo hemos demostrado. Sin embargo, no queda leche para el desayuno de mañana, así que no te olvides de pasar por el super de la esquina. Y, ya que estás, compra un par de pastelitos para después de cenar. Estaré en casa a eso de las nueve para hacer la cena juntas. Y son las cuatro. Ufff... ¿Todavía falta tanto para volver a verte? Y nada más. Que te quiero.
sábado, noviembre 19, 2011

Madness

Siento toda la presión, la incomodidad, la agonía atragantada en tu garganta sin posibilidad de hacerla desaparecer; pues hoy te puedo asegurar que no fue premeditado. Siento toda la inestabilidad emocional que por mi culpa has tenido que sufrir día tras día, ésa que por más que intentarás sobrellevar... era imposible. Las personas que lloran a solas lo hacen tan sólo para parecer más fuertes, conscientes de que ahí, en esa difusa y solitaria intimidad, son la debilidad hecha realidad. Siento, aunque jamás lo creas, el agotamiento tanto físico como mental que te hice padecer. Nadie dijo que esto iba a ser fácil, simple. Siento, también, las frustrantes indecisiones, los malos razonamientos, las interminables reflexiones pseudo-filosóficas y los sueños delirantes e inalcanzables. Siento las pesadillas que te despertaban en medio de la noche, asfixiándote, y permanecían durante días en tu mente. Siento que perdieras, a menudo, la razón y el conocimiento de ser lo que quieres ser. Siento todo el dolor causado, lo siento de veras. Pero siento, sobre todo, una cosa. Probablemente la más cruel de todas, la que nunca supiste superar, admitir, aceptar. Siento que te hubieras enamorado. No estaba en ninguno de nuestros planes, te lo prometo. No hemos aprendido a manejar las riendas de esto, y puede que, tal y como están las cosas, nunca lleguemos a hacerlo. Te deseo suerte, porque creo que no luchamos en vano. Que la derrota de hoy nos acerque a la victoria de mañana.


Un saludo,

Tu adolescencia.
lunes, octubre 10, 2011

Todo acaba en este mundo menos lo que nunca empieza

El camión de la basura le ha despertado, a eso de las 0:49 de la noche. En un principio, no se ha dado cuenta; la comodidad de ese colchón es verdaderamente placentera. Todo es normal. Las sábanas, suaves, ligeras, siempre familiares. Y el tenue resplandor que se cuela por debajo de la persiana, que refleja la mesa de cristal unos metros allá. Nada nuevo para él.

Pero unos segundos después, lo recuerda. ¿Cuánto hacía que no estaba allí? Piensa, primero, que mucho. Luego, cuando consigue despejar su mente, que tampoco tanto. ¿Un año y dos meses? Algo así. Recorre la mirada por el techo, no quiere volver a dormirse. Le apetece saborear esos segundos de tranquilidad, de esa deliciosa felicidad que le provoca estar ahí. Se da la vuelta a la derecha, y la encuentra. Reconoce su espalda desnuda gracias a la poca luz que entra en la habitación. ¿Qué ha pasado? La pregunta suena en su mente tan idiota como en cualquier otra. Como si quedara alguna duda sobre la respuesta... Y sonríe de lado. Dobla el brazo y se sujeta la cabeza con la mano. Qué extraño es todo. Siempre lo ha sido, en realidad. Cuando acaban así, se marcha hacia las seis, antes de que ella se despierte. La situación sería muy extraña por la mañana, al encontrarse los dos, desnudos, en una cama. Y lo cierto es que, aunque nunca hay despedida, la situación siempre se repite. No es sexo por sexo. Es una relación compleja, casual, habitual. Extraña.

Decide adelantar el momento de marcharse, así tendrá tiempo de llegar a casa y dormir algo antes de irse a trabajar. Y cuando se incorpora, algo lo detiene. Una mano, la de ella. Se gira de nuevo y la ve, observándole. Al parecer no es el único al que el camión de la basura ha despertado. Ella le obliga a volver a su postura anterior, y él no opone resistencia. Descansa la cabeza sobre la almohada y suspira. No es un suspiro de fastidio, sino de alivio al saber que su estancia en ese lugar va a ser un poco más larga, aunque nunca llegue a admitirlo. Ella lo estudia durante unos segundos, seria. Él rehuye su mirada. Finalmente, ella susurra unas palabras, las palabras, ésas que él siempre ha deseado que le diga aunque no lo sepa ni él mismo. Necesito verte cuando despierte. Cierra los ojos, se le han humedecido ligeramente. Pero ella acaricia su mandíbula y él se arma de valor para dedicarle una mirada llena de significado. Se sorprende al ver que ella no parece triste, ni siquiera molesta, sólo sonríe. Y es una sonrisa tan sincera que su corazón da un vuelco. Ella pasa una pierna sobre las suyas y besa sus labios con suavidad. Caricia a caricia, paso a paso, se sinceran. Confiesan lo que nunca antes habían confesado. ¿Estarás cuando amanezca? Sí, hoy sí. Hoy quiero que necesites que esté. Abrázame, no hables, no pidas más. Siento todo lo que ha ocurrido. ¿He sido demasiado idiota? Y sabes que deberías acostumbrarte. Quizá nunca puedas perdonarme, o quizá sí. ¿Puedo decirte algo antes de volar juntos? Qué bien te sienta ese vestido invisible.
sábado, octubre 08, 2011

Si tu te'n vas ben lluny d'aqui

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nos miramos? Me encantaría recordarlo. Pero te alejas, te alejas... ¿Podrás hacer que olvidas un poco de ese brillo y dejarlo aquí, conmigo?, pues lo necesito. ¿Necesitas tú algo? Toma lo que quieras, es tu oportunidad.
Palabras que todavía revolotean por mi cabeza. Las tuyas, las mías. Todas las palabras. Sé que eran, sin lugar a dudas, premeditadas. Que se habían quedado desde hacía tiempo en la comisura de nuestros labios. Inevitablemente pienso que podría haber sido más sencillo que en vez de quitártelas con preguntas, te las hubiera quitado a besos. Pero ya no.
Si te entristece todo esto, si te arrepientes, si sólo desearas regresar por un instante... dilo: te necesito, y regresaré. Sólo dilo. Extiende tu mano, pues sé perfectamente cómo curar tus heridas, borrar ese dolor que arrastras desde hace tanto tiempo. Sin embargo, hazlo ahora, o será, como tú dices... demasiado tarde.


viernes, septiembre 23, 2011

Yo mataré monstruos por ti

Jamás podría vivir junto a una estación de tren. Unos van, otros vienen. Hoy me he dado cuenta de cuánto me asusta la simple idea de una estación. Odio el amargo significado que guarda. Porque odio las despedidas, porque odio pensar en ellas. La vida es cambio, pero de todos ellos quizá sea éste el que más duro me resulta. ¿Por qué un adiós pudiendo ser un hasta luego?

Por eso, porque no soporto despedirme de ti, el miedo se apodera de mis reflexiones. Me niego a despertarme sin la certeza de que voy a verte; no puedo, no quiero verte marchar. Hoy al menos no. La decisión está más que tomada, soy totalmente consciente de ello, pero dame un instante, uno sólo, para hacer de esto la eternidad. Déjame guardar en mis recuerdos tu voz, no quiero olvidarla cuando rememore cada una de tus palabras. Ni tu sonrisa divertida, o tus labios, formando una mueca de desagrado por el frío del invierno. ¿Lo oyes? Es el tren, acercándose. Te he dicho que no había marcha atrás, ni siquiera nosotros mismos podríamos cambiarlo. No obstante, es el momento, nuestro momento, para recordar. No necesito un beso, una caricia, un abrazo de despedida. Sólo a ti, a mi lado. No me tomes de la mano, temo que ése sea el último gesto más bonito que llegue a sentir en la vida. Tampoco digas nada, cualquier palabra estaría de más y estropearía esto. ¿Puedes oler el humo, la máquina que se aproxima cada vez más? Yo no, estoy demasiado embriagado por tu perfume. Y así lo estaré siempre.

No voy a mirarte antes de marchar. He cerrado los ojos y no pienso abrirlos hasta estar seguro de que ya no estás. Me gustaría decirte algo antes de que nuestro instante termine, algo que quizá te ayude, o te reconforte, cuando te sientas sola. ¿Podrás allá recordar cada uno de los días que compartimos? Las comidas, los amaneceres, las lágrimas. El tiempo, que ahora duele. Que nuestro recuerdo no te entristezca, fue demasiado hermoso para que se convierta en algo así. Que nuestro instante, nuestro momento, este preciso segundo, sea inmortal. Podrás verlo siempre que quieras. En cada esquina de la nueva vida que se extiende ante nosotros, quizá no tan nueva, quizá no tan vida. En cada día. Cada mañana. Cada beso. Allí estará, nuestro momento, mientras tú desees que lo esté. La inmortalidad en tus manos mientras que en las mías sólo un billete sin regreso.

Y te alejas, te alejas... Ya no estás, puedo sentirlo. ¿Puedes tú? Qué amargo está el café en este lugar. Será tu ausencia. Y al echar otra cucharada de azúcar, mientras los pequeños granos caían sobre la superficie negra, lo he visto, tan dulce... nuestro momento.

He decidido que no volveré a coger un tren a no ser que éste me lleve de nuevo allí. Y de una cosa estoy seguro: los viajes en el tiempo, hasta ahora, no son recomendables.
 

Blog Template by YummyLolly.com