—Sois tan complicados —susurró, y me estremecí. Sobre todo por la forma en la que lo dijo. Nunca había escuchado pronunciar aquellas palabras en aquel tono, con aquella expresión. Realmente parecía lamentarlo. Y nadie nunca parece lamentarlo. El caso es que se dio la vuelta, de manera ceremoniosa, cuidando hasta el más mínimo movimiento de su cuerpo, para luego dejarse caer con lentitud y parsimonia en la vieja butaca. Sus labios estaban cerrados, pero aún podía escuchar su voz en mi mente repitiendo esas tres palabras. Yo comenzaba a entenderlo, o eso creía. Él lo intuía. Puede que lo viera en mi cara de horror, la cara de alguien que por fin lo ha comprendido. No sonrió (porque no era motivo de risa, ni siquiera de alegría o satisfacción). Ahora me doy cuenta de que nunca lo vi sonreír. Aguardó unos segundos más, como si respetara mis meditaciones, y luego prosiguió—: De donde vengo es distinto. No existe todo... esto. Puedes vivir un día una y otra y otra vez, pero un buen día te levantas y todo es distinto. No estás en tu casa, no es tu familia, no tienes tu trabajo. Puede que ni siquiera tengas nada de todo ello. Y a nadie le importa, porque no somos tan complicados. Vuestro problema no es solo que os dejáis atar, sino que os encanta atar. Atáis, atáis, atáis. No hacéis otra cosa, día tras día, a cualquier hora. No podéis parar. Atáis a otros y también a vosotros mismos. Cuanto más efímero sea, más os atáis. Os atáis a vuestras llaves, a vuestros libros, a vuestras labores. Os encanta ataros a vuestras sábanas, pero también a las de otros. Os atáis a vuestros sueños, a vuestras metas. A vuestros principios, a vuestras morales; a vuestras creencias, a vuestros delirios. Os atáis a vuestros paraísos y a vuestros infiernos. A todo aquello que se os presente. Todo atado, bien atado, hasta que apenas se os puede distinguir entre tantas cuerdas y cadenas. Y un día, oh, un día lo entenderás de verdad, pequeña. De mejor o peor manera, lo entenderás. Puede que lo entiendas tratando de anudarte bien una de esas cuerdas, o quizá lo hagas cuando ésta te esté rodeando el cuello.
miércoles, noviembre 05, 2014
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1 delirio(s):
OH. DIOS. MIO. No sé lo que haces, pero es que cada entrada es mejor que la anterior. Esta reflexión me gusta en especial, me identifico con ella totalmente. Si intentara sacar de mi cabeza lo que pienso acerca del tema y lo pusiera por escrito de manera tan artística sería sin duda tal como tú lo has escrito.
Es que es totalmente cierto, somo exactamente así. Y es a eso a lo que le tengo tanto miedo. A atarnos a todo y a todos, pero por otro lado es que tengo una facilidad para hacer eso... Me ato a todo y a todos en seguida, no lo puedo evitar, y lo odio.
En fin. Que no sé, que aquí está tu Lectora nr. 1 leyéndote fielmente. Y voy a volver a leerlo, para asimilar mejor cada palabra.
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