Odio cuando alguien intenta que le cuente cosas sobre mí, sobre lo que he hecho recientemente o cualquier otro intento de entretenerle con algo que está directamente relacionado conmigo y con mi vida. Lo odio no porque me moleste que me conozcan más, sino porque odio darme cuenta de lo aburrida y monótona que es mi existencia. No porque sea mía, realmente lo creo. Creo que lo es. Siempre lo he creído, en realidad. No me pasan cosas extraordinarias, no vivo apasionantes locuras, y mucho menos me considero alguien verdaderamente interesante como para pasarme un rato hablando de mí misma. Es cierto que últimamente me he matado durante horas, he cumplido un sueño, he reído, he llorado, y he vuelto a reír más. También me han cambiado la vida, y de eso no hay foto, me basta con una cicatriz en la piel. Pero el caso es que, aunque no parezcan tiempos tranquilos, lo son. La tranquilidad de cada día, el apaciguamiento... La calma. Después de tantos años, he aprendido a vivir de esta forma, la disfruto. No obstante, sé que éste es uno de los verdaderos motivos que me han llevado a tomar ciertas decisiones en mi vida. La decisión, por ejemplo, de ser bastante inconformista y no quedarme con esto. No lo estoy despreciando o infravalorando, pero siento que necesito más y por eso tomé en su momento la decisión de dedicar mi vida a los idiomas, al aprendizaje de otras culturas, otros lugares y otras formas de ver la vida. Y para ello, irremediablemente, tendré que decir adiós a todo. No es un adiós definitivo, simplemente un hasta luego, un necesito ver más.
Hace unas horas, ni siquiera un día entero, alguien dijo que sentía que estos dos últimos años había cambiado (ella). Su reflexión me llevó a mis propias reflexiones. He comentado esto muchas veces, pero cada vez soy más consciente de los cambios que he experimentado en mi forma de pensar y de ver el mundo. Mi cambio de opinión respecto a ciertos aspectos y las evoluciones que ha experimentado mi mentalidad. Algunas para bien, otras para mal. Sé quién soy y es algo que tengo claro desde hace un año. Sé quién quiero ser dentro de cuatro años y no me apetece demasiado rendirme. Soy más fuerte, más decidida y más segura que hace unos meses, y también soy muy consciente de por qué. Estoy segura de las direcciones que he tomado para mí y no pienso hacer caso a las voces dubitativas que intentan alzarse en mis pensamientos. La vida me está dando una segunda oportunidad de hacerlo bien, de creer en mí. Y no voy a ser tan idiota de desaprovecharla.
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