De pequeña, me gustaba creer que todas las historias que leía eran ciertas. Que existía aquel niño que huía de la Bruja Curuja, que los Siete Enanitos iban cada día a trabajar al son de su canción, que la Bella Durmiente seguía sumergida en aquel profundo sueño... Creía que todo era cierto, que ellos estaban en algún rincón del mundo, y disfrutaba saboreando la idea de que cualquier historia podía ser real.
Hoy sigo haciéndolo. Quiero hacerlo, lo necesito. Ahora, que soy yo misma quien escribe relatos e historias, me gusta pensar que ellos existen. Hablan, piensan, sienten. Están ahí, en alguna parte.
Y el mundo es demasiado grande para que consigáis desbaratar mi creencia.
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