Es gracioso porque, a pesar de que hace días que no nos vemos, tengo la corazonada de que te está yendo bien. No he visto tu imagen en el cielo (y créeme cuando te digo que cada día, cuando el cielo comienza a oscurecerse, se me hace un nudo en la garganta, deseando de una vez ver a quién pertenecía el cañón que he escuchado con anterioridad), lo cual ya es todo un regalo. El bosque es cada vez más cálido por la mañana, pero más frío de noche. Quedamos pocos. Cada vez estás más cerca de casa. Y mi único deseo hoy, aquí, ahora, es que... estés donde estés, sea sana y salva.
domingo, abril 01, 2012
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